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CRÓNICAS DE LA GUERRA
to se emprendía la caminata por el desierto de Punta Gorda. Los bosques y las praderas de aquel territorio han sido testigos de encarnizadas luchas en las dos campañas de Cuba, y las corrientes del Cauto han llevado hasta el mar sus aguas enrojecidas por la sangre de los reñidores. La sabana de Punta Gorda, Jucaibana, el Boquerón, el Tuabeque y otros sitios de paso inevitable para ir á Bayamo, han sido lugares de fuertes disputas que la historia ha señalado con precisión en los anales de la guerra. El viernes doce de Julio acampó Maceo en las vegas de Yao, A media jornada del camino real de Manzanillo á Bayamo. Maceo venía á la sazón de Santiago de Cuba, y por lo tanto, el camino expresado le quedaba al Norte. Conducía las mismas fuerzas que le acompañaron en las últimas excursiones, á saber: la infantería de Rabí, la gente de Quintín Bandera, dos escuadrones del regimiento Céspedes y la escolta del cuartel general; allí se le unió otro escuadrón al mando de Masó Parra; por junto, 700 hombres de pelea, con municiones suficientes para sostener un combate de dos ó tres horas; pero con el embarazo de una impedimenta numerosa constituida por los reclutas que engrosaban diariamente las filas insurrectas, esperando la ocasión de coger un fusil que les diera el rango de combatientes. Maceo tuvo la noticia de que en el publo de Veguitas se organizaba un convoy, el cual, probablemente, emprendería la marcha á Bayamo dentro de dos ó tres días. Interesaba saber qué contingente armado llevaba la columna y quién era jefe de la unidad; circunstancia aquélla de difícil indagación, porque nuestros confidentes abultaban y disminuían las cesas de este orden, según fuese el estado de su ánimo al hacer el examen ocular, cuando lo practicaban personalmente, y por lo común eran hombres indoctos, faltos de capacidad para poder apreciar la consistencia del enemigo: tan pronto eran miles de soldados, como pocos y endebles. Pero el mismo día doce, ya entrada la noche, llegó al campamento el joven doctor José Nicolás Ferrer, que recién salido de las aulas universitarias, se dirigía al campo de la Revolución para ejercer, en medio del tumulto de las batallas, el noble sacerdocio de la medicina. Díjole Ferrer al general Maceo que en Manzanillo se hallaba el general Santocildes pronto á salir á campaña, con la misión de llevar un convoy á la ciudad