Brisas de Cuba T3

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— 176 — veces recité en silencio la fábula del filósofo y el buho de Florian, que tan bien tradujo el inmortal Heredia....! Por otra parte, quién ba sido profeta en su tierra?—Nadie. Hoy, que preferentes atenciones reclaman el tiempo que tan fructíferamente han invertido en las BRISAS, SUS antiguos, aunque jóvenes Redactores; boy que se me ha llamado á dirijir dicho periódico, creo de mi deber hacer esta pública manifestación, Bartolo amigo. No me anima ningún resentimiento personal contra nadie: me propongo hablar de todos y de todo; sin que me arredren amenazas de ninguna clase, ni me haga cejar un ápice la posición que ocupen las personas acreedoras á mi crítica. No dejarás de haber estrañado, caro Bartolo, mi lenguaje: no siempre debe estar tirante la cuerda, porque es muy fácil que reviente. Tiempo hay de sobra, para enarbolar el látigo: no faltan asuntos: calma, calma: no creas que roe he vuelto anfibio (vulgo pastelero), fruta que la madre naturaleza prodigó en Cuba. Ciríaco Ni-se-sabe no tiene mas que una opinión, y sabrá defenderla hasta morir. Te prometí decir algo sobre el romancero, sobre esa máquina de hacer versos rotundos y sonoros, pero en el que escasean las ideas: es fuerza no cumplirlo, porque un amigo, á fé mas competente que yo, pobre principiante que solo tengo el privilegio de no tener pelillos en la lengua, quiere arrebatarme el laurel que imajinaba ceñirme.... sea en buen hora, y entre tanto volvamos al celebérrimo del poema didáctico, á quien el vulgo (miente Y., Ciríaco, que los sábios son los que así me consideran!) apellida el restaurador de las letras españolas en Cuba, si liemos de dar crédito á los siguientes versos que corren de boca en boca: ¿De las letras españolas Quién el mérito restaura? Allá en España, Argensolas Aquí en mi Cuba, Pié y Faura! Has he saber que era, no ha mucho, redactor de un periódico; el Reflejo, que según malas lenguas cuentan, no reflejó mas que los moribundos rayos délas mezquinas antorchas que lo iluminaban, y no podía ser de otro modo, si atendemos á la ineptitud de D. Fernando Pié y Faura, para esa clase de empresas que demandan lo que él no tiene, instrucción (Perdónenos la franqueza: miéntras mas amistad mas claridad). La Cotorra es.... la Cotorra. Basta por hoy: harto hemos dicho, pero aun queda mucho. Tu afectísimo Ciríaco Ni-se-sabe.


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