Brisas de Cuba T1 (1)

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275 Como bestia feroz agarrotado, Al pecho la templada bayoneta, En estupor profundo aletargado Dirige en torno la mirada inquieta. Toman sus guardas con la presa ufanos De la bárbara máquina el camino Que han sorprendido en sus terribles manos El sangriento puñal del asesino. Hijo del mundo, en mísero abandono Y por su torpe madre desechado, Sin amor en la tierra, el triste encono Probó del hombre, el mísero afrentado. Cuando lloraba con la furia ciego, Al recibir inmerecido ultraje d amas oyera maternal el ruego Que desarmará su rencor salvaje. ¡Temblad, Señora! De terrible suerte Abatirá el suplicio su arrogancia, ¿Será tal vez el condenado á muerte El niño que espusisteis en la infancia? V. Procaz en la mirada y altanera Con trage airoso y crujidor de raso Yed la joven y estúpida ramera Marchar enhiesta con lascivo paso. Por ojos muestra rutilantes soles Descarnan sus mejillas los deleites Y nos finge encendidos arreboles Con el rico matiz de los afeites. Con escitante esencia disfrazando Del cuerpo vil la corrupción naciente, A la tímida virgen insultando Levanta audaz la profanada frent ¡Miradla bien, Señora! Cuando niña Espuosta fué la joven desdichada; Ahora ya veis como su cuerpo aliña Para atraer al hombre á su morada! ¡Ah! miradla y temblad: sierpe rastrera Ponzoña vierto en su letal estancia.... ¿Será tal vez la impúdica ramera La niña que espusisteis en la infancia? ¡Llorad, llorad, escándalo del hombre V uestro pasado y porvenir funesto, Que en cada niño que nació sin nombre Veréis, ¡oh tigre! al infeliz espuesto! Joaquín Lorenzo Luaces.


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