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CUADERNO DE CULTURA
una hora de placer, tan sólo una, ¿cómo luchara con la suerte impía, si en mi dolor no hubiera simpatía? ¿Cómo pudiera, en apartados climas, a otros hombres llamarles mis hermanos, y a pesar de anchos mares y altas cimas tenderles ya las amistosas manos, o ya sentir sus armoniosas rimas por los bosques vagar americanos, a la sombra del cedro, en la pendiente, y al blando murmurar de la corriente? ¡Oh! Vosotros que en dúlcidas canciones me enviasteis la más pura simpatía, recibid, si leéis estos renglones, en cambio, recibid la amistad mía, que hice pausa a mis negras aflicciones escuchandoos cantar con melodía, “constancia, admiración, benevolencia, fraternidad, memoria, inteligencia”. Manzanillo.