Maestro. Formación Cívica y Ética 3er. Grado Volumen I

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Ciudadanía intercultural. Miseria del etnocentrismo Adela Cortina. “Ciudadanía intercultural. Miseria del etnocentrismo”,  en Ciudadanos del mundo. Madrid: Alianza, 1998. pp. 186-255.

Multiculturalismo e in terculturalismo Como hemos comentado a lo largo de este libro, un concepto pleno de ciudadanía integra un status legal (un conjunto de derechos), un status moral (un conjunto de responsabilidades) y también una identidad, por la que una persona se sabe y siente perteneciente a una sociedad. Difícil es encarnar semejante ciudadanía plena en grupos humanos con grandes desigualdades materiales, y por eso el concepto de la «ciudadanía social» pretendía al menos proporcionar a todos los ciudadanos un mínimo de bienes materiales, que no queden al juego del mercado, y el de «ciudadanía económica», hacerles activamente participantes de los bienes sociales. Sin embargo, un segundo tipo de problemas se plantea en sociedades que, además de contar con desigualdades materiales reúnen en su seno diversas culturas. La diversidad de creencias y de símbolos hace difícil la convivencia pero sobre todo el hecho de que habitualmente un de esas culturas sea la dominante y el resto quede re legado, dando pie a una distinción entre «cultura de primera» y «culturas de segunda» que suscita sin remedio sentimientos de injusticia y desinterés por las tareas colectivas. ¿Cómo saberse y sentirse ciudadano igual cuando la propia cultura es preterida? ¿Cómo aceptar las normas políticas de una cultura que resulta extraña?

derivan de la difícil convivencia y/o coexistencia en un mismo espacio social de personas que se identifican con culturas diversas1. Los problemas que se plantean no proceden tanto del hecho de que haya diversas culturas, sino del hecho de que personas con distintos bagajes culturales hayan de convivir en un mismo espacio social, sea una comunidad política sea una comunidad humana real en su conjunto, y que las más de las veces una de las culturas sea dominante. Los procedimientos ensayados para organizar las diferencias culturales componen una escala, cuyo peldaño inferior es el multiculturalismo radical, que se pronuncia por una política de appartheid, al estilo de Sudáfrica, y el siguiente el asimilacionismo de mayor o menor calado. Las políticas de appartheid abogan por la separación de los diferentes grupos culturales, que viven en distintos lugares, incluso físicos, mientras que la asimilación de las culturas relegadas a la dominante ha sido el modo habitual de proceder con los grupos inmigrantes, a los que se pide abandonar la propia cultura y adoptar la del nuevo país. Así funciona el melting pot de Estados Unidos, consistente en la fusión biológica de diversos grupos étnicos blancos, a través de matrimonios mixtos, más que en la fusión de grupos culturales diversos. Esta fusión, según Roosevelt, se produjo desde 1776 hasta 1789, de forma que la nacionalidad norteamericana queda conformada definitivamente en un solo tipo con el hombre de la época de Washington2.

Ciertamente, si la ciudadanía ha de ser un vínculo de unión entre grupos sociales diversos, no puede ser ya sino una ciudadanía compleja, pluralista y diferenciada y, en lo que se refiere a sociedades en que conviven culturas diversas, una ciudadanía multicultural, capaz de tolerar, respetar o integrar las diferentes culturas de una comunidad política de tal modo que sus miembros se sientan «ciudadanos de primera». Para lo cual se han ido ensayando distintas fórmulas, con mayor o menor fortuna.

En general, el asimilacionismo espera que los miembros de las culturas relegadas se asimilen a la central. Y aunque se dice que es éste un procedimiento seguido sobre todo con grupos inmigrantes, también se adopta a menudo con culturas asentadas en un territorio desde tiempo inmemorial, como ha sido el caso de los gitanos hasta hace algunos años.

En principio, podríamos decir que el «multiculturalismo» consiste en un conjunto variado de fenómenos sociales, que

Sin embargo, en los años setenta del siglo XX, tanto en Australia como en Canadá y en Estados Unidos, las políticas

1

Emilio Lamo de Espinosa, Culturas, Estados. Ciudadanos, Madrid. Alianza Editorial, 1995, pp. 14 y 18.

2

Will Kyrnlicka, Ciudadanía multicultural, Barcdona, Paidós, 1996.30, nota 3. L i b ro p a r a e l Maestro

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