Educar en y para el conflicto Seminario de Educación para la Paz. “Educar en y para el conflicto”, en Educación para la Paz. Barcelona: Edupaz/Los libros de la Catarata, 2000, pp. 37-38.
La educación para la paz ve en el conflicto uno de sus objetivos principales, y lo toma como referencia y punto de partida para la siguiente reflexión: ¿sabemos resolver los conflictos? Normalmente el conflicto suele considerarse negativo, algo desagradable. Esto tal vez sea así porque percibimos el conflicto a través de las consecuencias destructivas que tiene a veces la forma habitual de resolverlos, y no desde el conflicto en sí. Por otra parte, entramos al conflicto con una actitud de competitividad: vamos a “ganado”; esto supone exponernos y arriesgarnos al daño propio, en caso de “perder”, y considerar al conflicto como lucha entre dos partes mutuamente excluyentes. Conflicto no equivale a violencia; al contrario, el conflicto es un componente básico de la vida social de los seres humanos. Representa un fenómeno continuo y constante en la interacción humana. Estudiando la Historia, nos encontramos con el conflicto en la raíz de todos los acontecimientos de alguna relevancia en el pasado de la humanidad. El conflicto es habitual en las relaciones entre grupos sociales y en nuestras relaciones interpersonales; podríamos decir que es algo inherente a ellas, en cuanto se pueden perseguir objetivos distintos. Definido en este sentido, “un conflicto es la interacción de personas con objetivos incompatibles” (John Paul Lederach). Y en su resolución hay que distinguir entre lo que es el enfrentamiento y la confrontación. Se
trata de aprovechar la paradoja de que los implicados han de cooperar para contender. La violencia, sin embargo, supone ruptura, negación del conflicto, por considerarlo inaceptable. Supone, en suma, optar por resolverlo de forma destructiva. Creemos que el conflicto es positivo y necesario para el crecimiento del ser humano. Partiendo de la diversidad, característica de las personas, el conflicto es el proceso lógico que se da en cuanto intentamos hacer una tarea común, y en la resolución del conflicto está el camino para conseguir la paz: negamos así la idea de paz “pasiva”, como ausencia de conflictos, y asumimos el concepto de paz “positiva”, de búsqueda y resolución no violenta de conflictos (como decíamos anteriormente, la paz no sólo como valor y meta, sino también como proceso). Esta perspectiva positiva del conflicto considera a éste como fuerza motivadora y motor de cambio de la sociedad, si es resuelto adecuadamente, claro está: de modo justo para las partes implicadas, para que signifique un avance para todas. Ésta es precisamente la praxis de la educación para la paz: aprender a descubrir y a confrontar los conflictos, para resolverlos adecuadamente.
L i b ro p a r a e l Maestro
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