Oda a las librerías de usado Antonio Domínguez Hidalgo
¡Oh, librerías amigas! Todas brindan la emoción de gastarme mis ahorritos en una gran recreación.
Con las Mil y una noches me he pasado muchos días gozando con Sherezada su divertida agonía.
No importa que sean domingos; se abren esas librerías donde leo tantos títulos colmados de maravillas.
Juan de Pardaillan, qué astuto, sorteando la cruel intriga que Catalina de Médicis tramaba en cualquier esquina. Los libros de Paul Feval me entretienen como pocos y Xavier de Montepin casi me vuelve loco.
Mesas y estantes dispuestos cual laberintos de vías; en ellos libros encuentro que me dan su fantasía. Así descubrí a Salgari, con sus héroes de aventura, y supe que Julio Verne había viajado a la luna.
He descubierto a Dumas y todos sus mosqueteros, El conde de Montecristo y otros cuentos muy amenos como los del General
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