que siempre los habían ninguneado). Los Carrión se les pegaban por convenencieros. Pocos pasos después, los Carrión comenzaban a decir palabrotas horribles a Carmen y las otras niñas. Pedro los expulsaba del grupo. Se negaban a irse. Los caballeros bondojitos los amenazaban, agitaban sus trapos, pegaban con sus puños en los platos y les gritaban “¡Largo de aquí!”, hasta que se fueron. Se creerían condes y elegantes, serían lo ricos que quisieran, pero los Carrión eran gente de quinta.
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