Como no deseaba contrariar a los padres, decidió darse prisa para vestirse y encontrar por sí mismo la vocal perdida; no podía andar lejos. Y, dicho y hecho, se vistió como de rayo, se peinó frente al espejo, y empezó a rastrear a la traviesa vocal. Rastreó por toda la casa y ¡NADA! Rastreó todo bien y ¡TEN! Rastreó por todo el jardín y ¡SIN! Rastreó sobre el sillón y ¡NON!
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