Como puede observarse en las relaciones de trabajo entre los diversos grupos sociales que participaban en la producción, los campesinos sinaloenses tienen una gran cercanía y apego con la naturaleza; toda su acción se remite a extraer lo que necesitan para después transformar los productos en objetos que puedan ser consumidos o sujetos de venta o intercambio comercial; así es su vida cotidiana: se desenvuelven en sus diversas actividades que tienen que ver con lo que producen en el ramo de la agricultura, la ganadería, los oficios y las artesanías, y las relacionadas con la industria y la transformación. Con la introducción del ferrocarril, su dinámica de trabajo cambió porque hubo necesidad de emplearse como leñadores, obreros, aguadores, carpinteros, ayudantes, transportistas de carga, cocineras y prestadores de servicio diverso en faenas que se requerían en la construcción del tendido de vías y la construcción de campamentos, y pequeñas estaciones de servicio ferroviario. En ese periodo hubo muchos ejemplos de que la vida cambió en las ciudades para un reducido sector de la población. Veamos. Quienes podían usar el ferrocarril, notaron que las travesías de muchos días en carruaje ahora era posible efectuarlas en sólo unas horas. Para la gente pudiente, la novedad era usar máquinas de coser, de escribir o aspiradoras. Algunos tenían teléfono en casa, iban a la oficina de telégrafos y se comunicaban con sus familiares de lugares lejanos; la gente ya no iba al teatro, más bien asistía al cine y usaba el automóvil para dirigirse a la plaza y ver las corridas de toros; usaba la cámara fotográfica; en sus casas tenían lámparas incandescentes o luz eléctrica; usaban el fonógrafo para escuchar música; se asombraban con el invento del submarino, y cuando tenían dolor de cabeza, tomaban aspirina. Un numeroso sector de la sociedad sinaloense, en cambio, vivía en condiciones de vida muy lamentables, ya que estaba mal alimentado, tenía poca ropa y muy desgastada (había quienes sólo tenían una muda, y en la noche se la quitaban para lavarla). Vivían en chozas y su vivienda era muy humilde, sin muebles.
Carnaval de Mazatlán.
Cuando se trataba de diversiones, los sinaloenses de aquella época eran muy dados a pasar por alto las crisis económicas imperantes y las malas cosechas, y siempre estaban atentos a las funciones de circo, de magos e imitadores, bailes o las celebraciones del carnaval.
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