Español 5to. Grado

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El sueño del cucú El cucú duerme su larga siesta sobre almohadones de plumas de su buen amigo el ganso. Abajo, en el pueblo, los ratones hacen fiesta: no hay quien barra las casas ni limpie los rincones, el reloj de la torre ha perdido la voz, le faltan horas al día y luces al velador. En la oficina la gente se muere de aburrimiento: quisieran matar el tiempo pero el tiempo ya está muerto. El alcalde está enojado, pues los guardias no han llegado para izar la bandera y cantar el Himno Nacional. Ayer despidieron al farolero porque apagó las farolas antes de que saliera el sol. En el estadio los partidos duran una eternidad: los jugadores corren y corren, se cansan esperando que alguien silbe el medio tiempo. Ya no hay quien meta gol. Los novios se pelean porque ya no pueden encontrarse: los relojes de sus citas marcan tiempos desiguales. El pueblo entero anda entumido. A la campana de la iglesia ni las moscas se le arriman. Cada quien va a su paso. Todos extrañan al buen pájaro cucú. Mientras tanto, el cucú duerme, sueña y sueña que sueña. Sueña que despierta y que vuela al sur. Sueña que sus alas son de plumas de verdad, sueña que es un águila imperial con su nido en la montaña. Sueña que llega a su nido y que al fin puede descansar. Sueña que en el nido hay un espejo, se mira en él y puede ver a un cucú que sueña que es un águila. ¿Cuándo despertará ese pájaro inconstante? ¿Por qué duerme ese cucú metálico, que era tan serio y puntilloso, y ahora ronca a pata suelta en su torre de cristal? Al pueblo se le ha escurrido el tiempo, y el cucú ya no responde. Hoy es Ayer o Mañana. Nadie entiende cuándo empieza la semana, ni a qué hora es conveniente dormir o despertar. Por ahí dicen los más sabios que estamos todos mosqueados porque una mosca malvada robó al pájaro su voz. Matamoscas Cansados de estar cansados, y de echarnos agua en la cara, nos juntamos a pensar lo que haremos para que despierte el cucú. Finalmente exclama una cocinera: —Aquí tengo la receta para curar al pajarraco. Si ustedes quieren de veras que despierte el cucú, tráiganme leña verde y los siguientes ingredientes: un puñado de ojos claros abiertos al despertar, tres silencios de cigarra, dos sirenas de ambulancia y cinco gotas de rocío cosechadas al amanecer. Si pueden traigan también dos gotas de insecticida. Cuando junten todo esto, hiérvanlo en la campana de la iglesia, como si fuera un recipiente, y pónganlo a serenar. 153

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