Tiempo. Los antiguos Mayas de la América Central estaban obsesionados con el tiempo. Temprano en su historia comenzaron a estudiar el movimiento de los planetas. Pronto notaron una correlación entre los ciclos de los planetas y las estaciones, y comenzaron a estudiar las estrellas. Sus sacerdotes interpretaron sus hallazgos e hicieron un elaborado calendario, que era tan exacto como cualquier calendario usado hoy. Con ello podían calcular las fechas hacia el pasado y hacia el futuro. La vida de los Mayas estaba dictada por ese calendario. Tiempo para sembrar, para cosechar, para hacer sacrificios, etc. Nuestra cultura actual también está dominada por el tiempo. Relojes y calendarios, agendas y horarios nos mantienen marchando rígidamente a la hora. Por un lado, mantener el tiempo es bueno pues nos ayuda a usarlo sabiamente. El apóstol Pablo dijo que nosotros como cristianos debemos “aprovechar al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos” (Efesios 5:16). Pero, por otro lado, el apóstol Santiago nos advierte que no debemos confiar demasiado en nuestros planes, porque no sabemos qué sucederá mañana (4:13-17). Nuestra tierra y sus estaciones un día pasarán, y cuando eso suceda, muchas cosas que tratamos de incluir en un día no significarán nada. Cuando estemos ante el juicio de Dios, sería bueno que podamos decir que el tiempo no nos gobernó, sino que nosotros supimos como gobernar al tiempo.
Rincón casero: Pastelera de choclo - En una sartén, calentar un poco de aceite y freír 2 cucharadas de cebolla picada fino por unos 4 o 5 minutos, cuidando que no se queme. Rallar dos choclos, agregar la cebolla y mezclar. Sazonar con sal, pimienta, 1 cucharadita de azúcar y 1 cucharada de albahaca picada muy fino. Aparte, batir 3 huevos, 1 taza de leche y 2 cucharadas de mantequilla derretida. Agregar esta mezcla a los choclos. Poner en fuente para horno y cocinar a temperatura media unos 30 minutos, hasta que dore.
Sonría. Un hombre entra a una comisaría y pide ver al reo que el día anterior había sido arrestado robando en su casa. Un policía le pregunta: “¿Y para qué lo quiere ver?” Y el hombre responde: “Para preguntarle cómo entró a mi casa a las 2 de la mañana sin despertar a mi mujer.”
Servir. Si alguien te busca, sintiendo frío, es porque tienes una frazada; Con alegría, es porque tienes una sonrisa; Con lágrimas, es porque tienes un pañuelo a mano; Con dolor de cabeza, es porque tienes una aspirina; Con hambre, es porque tienes alimento; Con duda, porque sabes el camino; Con confianza, porque tienes seguridad; Con miedo, porque tienes tranquilidad. Nadie llega por casualidad hasta ti. Tienes el privilegio de vivir para servir a otros.