Cristianos en Marcha

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mundo. Hombres y mujeres que se atrevan a decir que sí al Señor. Pablo llegó a Atenas, Grecia y su espíritu se enardecía (preocupaba), viendo a la ciudad entregada a la idolatría. Tuve la oportunidad de ir a Grecia en uno de los viajes para oficiales del Ejército de Salvación del Territorio Este de Estados Unidos. Allí vi templos gigantescos, bien elaborados, en el tope de las montañas; monumentos, imágenes de animales con cabezas de hombre o mujer, cuerpo de animal o viceversa. Cuando vi todo eso me quedé boquiabierta. Había visto algo así en libros pero, una cosa es verlos y leer sobre ellos en los libros, y otra es verlos con mis propios ojos. A cada una de esas bestias o animales, lo que fuera, le tenían un altar. Me imagino que el apóstol Pablo se quedó boquiabierto también cuando vio todo aquello. Pero Pablo aprovechaba cualquier oportunidad para compartir el Evangelio (1 Corintios 1:17). Además, los filósofos que encontró allí tenían una filosofía de vida terrible (versículo 18). Unos decían que lo más importante era gozar de la vida, disfrutar los placeres mundanos. Decían: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. Es semejante a la profecía que encontramos sobre el valle de la visión en Isaías 22:13, donde los buscadores de placer decían esa misma frase: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. En otras palabras, según ellos, “después de la muerte, no hay nada más”. Nosotros los cristianos sabemos que hay una esperanza de vida eterna, pues Cristo lo prometió. Nuestro cuerpo va a la tierra, pero

nuestro espíritu va a Dios. Sabemos que también hay condenación eterna para los que no han creído en Jesús (Mateo 25:46, Juan 5:29). Aquellos hombres eran buscadores de una vida de placer. Sabemos que el placer mundano trae pobreza, seguridad falsa, muerte espiritual. Proverbios 21:17 dice: “Hombre necesitado será el que ama el deleite; y el que ama el vino no se enriquecerá”. Gracias a Dios que el apóstol Pablo fue obediente al llamado de Dios, y fue y compartió con ellos el plan de salvación. Fue la primera vez que aquellos hombres atenienses y los extranjeros residentes allí escucharon algo así (Hechos 17:19-21). Pablo aprovechó la oportunidad para compartir el mensaje (vv. 22-30). En el versículo 27 Pablo dice: “Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros”. Tal vez te preguntes: “¿Cómo puedo palpar a Dios?” Hay ciertas maneras de palpar a Dios. Por ejemplo: • Cuando ves un corazón necesitado y le ayudas. • Cuando amas a tu prójimo como a ti mismo. • Cuando alguien te ofende y lo perdonas. • Cuando amas a Dios y te relacionas con Él. Ese Dios “no conocido” del apóstol Pablo, es el mismo que nosotros, en este siglo, también predicamos. Para que el que no lo conoce le conozca. CRISTIANOS EN MARCHA 23


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