Tras las bardas

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Tras las bardas… Fuentes: El Universal, Michel y Sasha Sokol. Redacción: Las Voces del Agua.

DORMITABA entre los aires de Francia, Brasil y México encontrando la belleza en el más mínimo detalle. Era una mujer que enseñó a apreciar la belleza hasta en un simple trozo de madera. Un borroso pasaje infantil la unió al concepto de Axel Munthe quien se hizo famoso por su frase: "Sólo se vive una ves" así, con falta de ortografía, ya que él pensaba que si sólo se vive una vez, es inexorable cometer errores. Ella también llevó a Cuernavaca el sólo se vive una ves metafórico, acomodándolo entre plantas, enredaderas, alcatraces y adoquines, con una sutil falta de ortografía que incorporaba la aceptación del error humano. No sólo era jardinera, diseñadora, escritora, periodista, poeta, maestra o madre de familia; pudo haber recibido la profesión de “todóloga” si existiera el término en el diccionario, pues no había cosa que Doña Magdalena no hiciera posible. Permanentemente enamorada de la vida, halagadora de lo bello, hacedora del arte en su máximo esplendor, tras sus bardas había una infinita calidez que rondaba por sus esculturas, sus joyas, sus poemas, recetarios o


manuales de jardinería. Nació para ser artista, para vivir entre artistas y hacer artistas. Vivió casada con el arte; un arte que compartió al igual con empresarios que con campesinos u orfebres. Tuvo tres hijos, y los tres heredaron un tanto de ella: Michel, Sasha y Ximena. Tenía un refugio en Cuernavaca, otro en el corazón de sus amigos y otro más en la escritura donde fue recibida gran parte de su vida. Ahora, vive en el recuerdo de los que la conocieron, pero también en el de los que, a través de las historias que de ella cuentan, fuimos tocados por su magia. Tenía un sentido del humor espléndido, grandes expectativas, un humanismo inconcebible y una belleza extraordinaria. El cigarro y la copa siempre la acompañaban al igual que su altruismo y su elegancia; lo mismo organizaba subastas de obras de arte que colectas a beneficio de los indígenas. Cuenta Michel, de igual manera, que lo mismo sirvió como cinturón de paz para Ramona que para hacer deliciosas tortillas en Brasil. Su misterio se encargó de que sus descendientes y amigos comprendieran su modo de ser hasta haberlo admirado por completo. Hacia el final de su vida, vivió refugiada en Cuernavaca; abrazada al Salto de San Antón, arropada por la samba del Brasil y admirando la vida. Dio asilo a "Pietro" -un muñeco de dos metros con quien viajó por el mundo- y se disfrazó de variados


personajes para recrear a diario los sucesos de la vida y fundirlos con las peripecias de "Los Trasrealistas", grupo artístico del que fue socia y fundadora. Un 6 de octubre de 1997 los que la conocieron levantaron sus copas festejando un "Sólo se vive una ves" a su salud. Dejó enseñanzas en el camino de quienes la siguieron; sus hijos, quienes recuerdan lo extraño y bello que fue vivir con ella, se enorgullecen de María Magdalena que descansa hoy bajo la sombra de las jacarandas de Cuernavaca; ahí, entre siluetas ancestrales. Heredera de un poco de Francia y Brasil y un mucho de México, tras sus bardas retumba el color sutil de su mensaje. Así, mientras "Botero" recibe su diario cubito de hielo y Petra lleva el jugo de naranja al segundo piso, Magdalena Cuillery nos permite ver tras las bardas de lo convencional y acercar una copa a la ventana efímera que es la vida, mientras decimos: "¡Sólo se vive una ves!" Dedicado a Sasha con nuestra admiración, respeto y cariño. 6 de octubre 2010.


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