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Los Oráculos Fragmentos y comentarios Primera Parte El principio supremo -En los fragmentos aún existentes de los Oráculos Caldeos el Principio Supremo es llamado simplemente el Padre, la Mente, la Mente del Padre o el Fuego. Sin embargo, en su comentario, Psello sostiene que los Oráculos alaban lo Uno idéntico al Bien como el Origen de todo;3 prácticamente no hay duda de que en el círculo de este poeta la Deidad se consideraba « Uno y Todo» -de acuerdo con la gran fórmula de Heráclito- o el Inefable, según algunos gnósticos de esa época. Heráclito, que tuvo su auge alrededor del 500 a. J.C., de alguna manera ya había elaborado una filosofía a partir de las instituciones y símbolos de la tradición mágica caldea. Cory, en su colección de fragmentos de oráculos4 incluye una definición del Supremo que Eusebio atribuyó al persa Zoroastro. Es posible que esto haya derivado de algunos documentos helénicos influenciados por Los Libros de los Caldeos o por Los Libros de los Medos, y puede por lo tanto, considerarse de acuerdo con la doctrina básica de estos Oráculos. Aunque Kroll omita, justamente, esta definición, la transcribimos a modo ilustrativo: Él es el Primero, indestructible, eterno, ingenerabIe, impartible, completamente distinto de cualquier otra cosa, depósito de toda belleza, insobornable, de todo lo bueno el Mejor, de todo lo sabio el Más Sabio; Él es también el Padre de la buena regla y de la rectitud, autodidacta y natural, perfecto y sabio, el único Descubridor de la naturaleza sagrada de la Tradición. LA FINALIDAD DEL CONOCIMIENTO Si bien no existe ningún extracto que hable directamente del Summum Mysterium, tenemos una prueba más que suficiente que avala la teoría de que el término fue concebido en los Oráculos como una expresión de algo que está más allá de las palabras. Dicha prueba es un fragmento de once líneas que explica el supremo fin de la contemplación como sigue: Sí, existe Eso que es la Finalidad del Conocimiento, Eso que debéis entender con la flor de la mente. Porque no debéis voIver vuestra mente hacia dentro de Eso y comprenderlo como «algo» comprensible, pues así no lo conoceríais. Pues hay un poder de la flor de la mente que brilla en todas las direcciones iluminando con rayos intelectuales [lit., sectores] . En realidad, no deberíais [afanaros] con vehemencia por comprender la Finalidad del Conocimiento, ni siquiera con la llama extendida de la mente extendida que mide todas las cosas, excepto la Finalidad del Conocimiento [solamente] . En efecto, no hay necesidad de presiones para comprender Esto; pero debierais tener la visión del alma en estado puro, apartada de cualquier otra cosa, de manera de dejar la mente vacía [de todas las otras cosas], atentos a ese Fin, para que podáis aprehender la Finalidad del Conocimiento; pues Esta subsiste más allá de la mente. «Eso que es la Finalidad del Conocimiento», en general, se traduce como el Inteligible. Pero to noêtón, (b) para los gnósticos de esta tradición, significa la Mente que se crea a Sí Misma, que crea su propio conocimiento. Es ambos a la vez, comienzo y final, causa y efecto de sí mismo; y, por ende, el fin o meta de todo conocimiento. Por lo tanto, es menester distinguirlo de todas las formas convencionales de intelecto; la mente normal, condicionada por los opuestos, sujeto y objeto, no lo 5


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