Bailey_Alice___Del_intelecto_a_la_intuicion

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Los hombres, quizás ahora, estén preparados para penetrar bajo la superficie y llevar su búsqueda dentro de la forma externa de la naturaleza, hasta alcanzar su causa misma. Quizá tendamos demasiado a confundir el espíritu religioso con la búsqueda mística. Todo pensamiento claro acerca de la vida y de las grandes leyes de la naturaleza, si se lleva adelante con persistencia y firmeza, conduce finalmente al mundo místico, y esto lo empiezan a comprender los científicos más destacados de nuestra época. La religión empieza con la hipótesis aceptada de lo invisible y de lo místico, pero la ciencia llega al mismo punto, trabajando de lo visible a lo invisible y de lo objetivo a lo subjetivo. Como ya se ha expuesto, por el proceso de investigación y de pasar internamente de una forma a otra, el místico llega finalmente a la gloria del yo develado. Parece ser una verdad indiscutible que todos los senderos conducen a Dios, considerando a Dios como la meta final, lo cual simboliza la búsqueda de la realidad por el hombre. Ya no es un signo de superstición creer en una dimensión más elevada y en otro mundo del Ser. Aún la palabra sobrenatural ha llegado a ser profundamente respetable, y posiblemente algún día nuestros sistemas educativos consideren la preparación del individuo para trascender sus limitaciones naturales, como parte legítima de sus asuntos. Es interesante lo que el Dr. C. Lloyd Morgan11 dijo acerca de la palabra sobrenatural en las conferencias de Gifford de 1923 y en el Prefacio de su libro: "Acepto que existe un sentido inteligible del cual puede decirse que en la jerarquía ascendente de las etapas de progreso, consideradas como manifestaciones del propósito divino, cada etapa superior es, a su vez, sobrenatural para la precedente. En este sentido la vida es sobrenatural para lo inorgánico; la comprensión reflexiva es sobrenatural para la mera percepción irreflexiva; la actitud religiosa, que acepta el propósito divino, es sobrenatural para la actitud ética en los asuntos sociales. Para quienes alcanzan esta etapa más elevada, según se la considera, la actitud religiosa ofrece el ejemplar supremo de lo sobrenatural. Es lo que distingue al hombre espiritual". Y añade muy bellamente, en lo que a nuestro tema concierne: "El esfuerzo es hacia una nueva actitud, porque creo que es lo que emerge. De allí que se hable de una nueva 'visión', de un nuevo 'corazón' capaz de sentir una forma de gozo más elevada e intensa".12 En su notable obra el Dr. Hocking 13 observa que la educación tiene dos funciones. Ante todo establece el tipo y luego proporciona el desarrollo más allá de dicho tipo. La educación está destinada a que el hombre sea verdaderamente humano, a completar y perfeccionar su naturaleza y revelar y posibilitar las más profundas potencialidades hacia las cuales tiende toda la humanidad. A la evocación de la voluntad de saber y luego de la voluntad de ser, debe seguir un proceso natural de desarrollo. A este respecto el método de la meditación será considerado parte de la técnica de la educación superior, que la nueva era verá desarrollada; se hallará por este medio que el ser humano íntegro puede ser desarrollado algo más y conducido a un nuevo reino de la naturaleza. La meditación es primordialmente un proceso educativo autoiniciado que demanda todos los poderes de la voluntad, basado en las actuales facultades, produciendo finalmente un nuevo tipo, el tipo egoico, con su propio mecanismo interno, conteniendo en sí la simiente de un desenvolvimiento aún mayor. De algo impuesto desde afuera, el nuevo proceso educativo se convierte en algo que surge desde adentro, y constituye esa disciplina mental autoimpuesta que describimos con las tan mal interpretadas palabras: concentración, meditación y contemplación. De un proceso de entrenamiento de la memoria y el desarrollo de un rápido método para manejar el mecanismo de respuesta que nos pone en contacto con el mundo externo, la técnica educativa se convierte en un sistema de control de la mente, que conduce eventualmente a la percepción interna de un nuevo estado del ser. Tal técnica produce a la larga, una rápida reacción y respuesta a un mundo intangible e invisible, a una nueva serie de conocimientos instintivos que tienen su ubicación en un mecanismo de respuesta más sutil. El tipo egoico, se impone al tipo humano como el humano al animal, y así como el humano es producto del entrenamiento y del instinto masivo y se ha desarrollado extraordinariamente gracias a nuestros sistemas educativos modernos, el tipo egoico es el producto de un nuevo método de entrenamiento mental, impuesto al individuo por su alma y exigido por la urgencia de la búsqueda y por un acto de su

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