Cuando la bicicleta se normaliza, cuando las calles se llenan de bicis, cuando es un elemento más en la ciudad, se demuestra que también la brecha de género baja. La idea es clara. Cuantas más personas van en bici, más mujeres van en bici. Cuando hay una masa crítica potente es cuando se logra que la accidentalidad en la ciudad baje. En países como Holanda donde la bicicleta es un elemento prioritario en sus políticas de movilidad urbana, más del 50 por ciento de los usuarios de la bici son mujeres. Para mí, Sevilla no es una postal de la Giralda, es una postal de una ciudad que ha logrado que 70.000 personas vayan en bici, muchas de ellas mujeres.