Certamen Microrrelatos MicroRock 2017

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DEPÓSITO LEGAL SA 745 – 2017

Cuando leemos una historia la habitamos

En otoño del 2012 en el seno de la Asociación San Rock-e se comenzó a gestar una pequeña idea que, cinco años después se ha hecho realidad, consolidando al Certamen de Microrrelatos Micro Rock como uno de los concursos literarios habituales en el universo de los certámenes literarios en español. Tras cinco ediciones consecutivas, podemos decir, que aquella pequeña idea se ha convertido en ese amigo con el que todos tenemos una cita fija cada año.

Este lustro nos ha servido para conocer y recibir a miles de amigos a nuestro lado leyendo, sintiendo y, sobre todo, habitando sus historias.

Cinco años después, seguimos agradeciendo el apoyo de patrocinadores, colaboradores, miembros del jurado y miembros del prejurado, a la familia que formamos la Asociación San Rock-e y, por encima de todas las cosas, a todos esos genios que confían en nuestro criterio para cedernos su talento.

Gracias familia y nos vemos en los libros.

Primer Clasificado

CENICIENTA

Una ráfaga de viento lleva hasta ti los primeros acordes, y te escapas de mi mano y aceleras el paso en dirección al lugar del que procede la música. El primer día me asusté, quise retenerte, pero algo en tu mirada, un gesto, una expresión ya olvidada en mi memoria, me pidió que te dejara ir.

Dentro del local de rock me siento a observarte, como un espectador que no se cansa de asistir a una repetida obra de teatro, mientras vas y vienes de la mesa a la pista de baile, y entre sorbo y sorbo de tu refresco, reclamas una canción de Queen, luego una de Bon Jovi, más tarde aque lla de U2, y sientes como la música se extiende por tus venas como un suero salino que poten cia la conexión entre tus neuronas.

Pero el reloj avanza, y termina la sesión de rock de los ochenta y, con el cambio de estilo, el fantasma del alzhéimer te arranca de cuajo tus zapatos de cristal. Perdida, sin saber qué haces allí, aceptas de nuevo mi mano y volvemos a casa, con la esperanza de que al día siguiente vuelva a soplar el viento.

A LCALÁ

I GNACIO
R OSALES B AENA - C ÓRDOBA 4

Segundo Clasificado

GAJES DEL OFICIO

Yo ya no puedo con lo de ser estrella del rock. Destrozar habitaciones de hotel es muy cansado. Las puertas son de madera maciza, y si me cargo las almohadas, al día siguiente me levanto con dolor de cuello. A veces, estoy tan a gusto en mi casa con el pijama y la bata, tomándome un chocolate con churros, y llaman al portero porque vienen a hacerme una entrevista. Y tengo que vestirme de estrella del rock a toda velocidad. Y no puedes invitarle a churros, claro. A drogas y alcohol sí, pero en casa no tengo. Normalmente dicen que no, pero el otro día le ofrecí cocaína a un periodista de Rolling Stone y aceptó. Tuve que hacerle unas rayas de talco. “Qué suave”, dijo. “Yo sólo compro lo mejor”, dije yo. Por no hablar de los conciertos de dos o tres horas. Para aguantar, cada mañana tengo que salir a hacer running. Y yo no puedo ir con mallas y chubasquero, como todos los runners. Yo tengo que ir vestido de rockero. Y el cuero da un calor terrible. Todos me dicen que soy un privilegiado, pero lo que yo sufro, nadie lo sabe

V ILLANUEVA
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Tercer Clasificado

LOS BESOS QUE NO DI

Apagó, de mala gana, otro cigarro en el suelo. Lo pisó con el pie derecho. —Aplastado, como los recuerdos—dijo para sí. Mientras anotaba una última frase en su libreta vieja. Estaba escribiendo la letra de una canción. Al menos las derrotas—lo que él entendía por derrota—atraían a las musas. Las meigas revolvían mucho su cabeza aquella noche. Recordaba el concierto en la Sala Raven. Lo repetía en su cabeza en bucle, como un flashback, canción tras canción. Sin tener que cerrar los ojos, lo veía todo de nuevo:

La luz tenue, las miradas entrelazadas, sus caras acercándose, el salto... y el silencio de después.

Ella se apartó cuando él fue a besarla. Un disparo que le agujereó el alma. No volvieron a verse. Volcó todo el dolor en las letras de sus canciones. Sigue paseándolas, con gracia, por los escenarios. Ella va a verlo en secreto, y se esconde en la última fila. Pero canta como si estuviera en la primera. Cada vez que lo escucha, se le sueltan todos los puntos de sutura. Cada vez tarda más en curar. Una voz aguda interrumpe sus pensamientos. —Mamá, ¿qué te duele?

—Los besos que no he dado.

A
L OS C ORRALES D E B UELNA – C ANTABRIA7

Cuarto Clasificado PLEASED TO MEET YOU

En aquel tiempo mi padre ya no era mi padre. La enfermedad lo había ido devorando lenta mente hasta convertirlo en una vaga sombra de lo que fue. Apenas hablaba, por eso me sobresaltó tanto su voz. -Qué buenos son, los condenados - dijo. Estábamos sentados en su viejo sofá. En la radio sonaba “Sympathy for the devil”. -Si apruebas todo te llevaré a verlos al Calderón. Jagger despertó en él un recuerdo antiguo. Habían pasado ya dos décadas de aquel concierto que jamás olvidaré: las colas interminables, la lluvia sobre nosotros, el silencio estremecido en el regreso.

La canción se fundió con la publicidad de la emisora y mi padre volvió a apagarse. Desde entonces, cada tarde le ponía sus discos favoritos. Algunas veces el truco surtía efecto, el pasado se aclaraba, y podíamos charlar durante unos minutos. Cuando la música también dejó de funcionar supe que el final estaba cerca.

Durante años esquivé a los Rolling, pero hoy, por fin, he reunido el valor suficiente para enfren tarme a “Beggars Banquet”. Al depositar la aguja sobre el vinilo he cerrado los ojos y, en sólo unos segundos, no he tenido más remedio que susurrar: -Sí, qué buenos son, los condenados.

R AÚL C LAVERO B LÁZQUEZ (B ABALUSKA M ADRID8

Quinto Clasificado

MI CANCIÓN

Las luces descienden sobre el público, cegándome de adrenalina. Son los familiares acordes del piano acariciando mi espalda, los que desvelan la llegada de nuestra primera canción, mi favorita. Los conocidos nervios me muerden la piel, mientras enfoco la vista en algún punto más allá del auditorio, comenzando a cantar instintivamente. Las primeras palabras brotan sin pensar, sonando seguras mientras las pronuncio. Se me escapa una sonrisa cargada de recuerdos, haciendo que el público comience a vibrar, y yo con ellos. Entonces la música me inunda, toma cada nervio de mi cuerpo luchando por salir, por expresar los sentimientos que se esconden detrás de esos poco más de tres minutos. Rítmicamente, los bajos comienzan a sonar con fuerza a cada lado, mientras yo alzo la voz en el estribillo rompiendo en los agudos. Por un momento no veo nada ni a nadie, sólo siento la presión de los pulmones y los latidos del corazón, soltando cada soplo de aire en esa nota. El volumen disminuye y el público enmudece, mientras cargo en un susurro las últimas palabras. Me invade el ensordecedor sonido de los aplausos, hasta que me quito los cascos, mirando risueño a través de la ventana del autobús.

C ARBAJOSA G

M IGUEL
ASCO P ONFERRADA – L EÓN9

Sexto Clasificado EL ADIÓS SOSTENIDO

Al poco de que llegase a tu vida, tatuaste tu nombre en mi espalda. Tus manos, al principio inexpertas, aprendieron a acariciarme a base de noches insomnes eternas como océanos y llagas en los dedos. Siempre supiste que lo nuestro era una historia escrita para ser sentida en los alaridos de furia, en la intensidad de los acordes precisos, en las baladas llenas de dolor cicatrizado, en las melenas danzantes y acompasadas. Nuestro rollo era el rock. Conversaciones en un idioma ancestral pero con un acento que sólo nosotros conocíamos. Me prestaste a tus amigos, unidos por la fortaleza que da el compartir algo tan estremecedor y vital. Pero al volver a tus brazos, ambos sabíamos que mis curvas solo se adaptaban con matemática precisión a los ángulos de tus escuálidos codos. Cómo imaginar que la rabia que te unió a mí sería la que nos acabaría separando. Ahora yazco hecha pedazos a los pies de este escenario, viéndote jadear exultante, arropada por el calor del público, que ya no es el mío. Quizá después de la euforia, mirarás mis cuerdas esparcidas y te arrepentirás de haber destrozado a esta antigua compañera de canciones, tu fiel y vieja guitarra.

A LICANTE10

ROCK DE LAS ERAS

Séptimo Clasificado

El bardo llegó corriendo hasta ellos.

— ¡Llevadme, dadme de comer, dadme un lugar donde reposar mi cabeza!

Los soldados detuvieron su marcha, le miraron su aspecto desastrado, su boca desdentada, los dedos horriblemente delgados sosteniendo su laúd apañado.

— ¡La leva ha sido cumplida, no necesitamos más brazos famélicos!

— ¡¡Necios!! Os he dado poesía, os he dado canto para vuestras estúpidas juergas… He dibujado en vuestros rostros grises inestimables sonrisas, ahora, dadme de comer, dadme albergue, dadme…

El hombre no completó su oración, se abalanzaron sobre él y recibió formidable paliza. Le dejaron machacado e inmóvil a la vereda del camino, y continuaron su marcha. Dos pajarillos se deslizaron por encima, alegres trinaban y giraban en planeos rápidos y atrevidos. Se posaron en la copa de un árbol de ramas desnudas que había dejado un lecho de hojas muertas a su sombra. El bardo se puso en pie, se enjugó el hilo de sangre que manaba de su boca. Se acercó al árbol, rasgó con sus sarmentosos dedos las cuerdas del viejo laúd, el dulce acorde resonó en la campiña, cortejó el jolgorio de las avecillas.

ABLO A NDRÉS B EDOYA

- C OLOMBIA

P
D OSQUEBRADAS
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Octavo Clasificado

REMINISCENCIAS DE UN PASADO. EL VIEJO ROCKERO

Lentamente abrí los ojos. Los parpados me pesaban demasiado. Una vez más había perdido la noción del tiempo. Logré ponerme en pié. Me miré al espejo y dije: “Otra vez te ha vuelto a ocurrir”. Eché un vistazo al habitáculo donde me encontraba. Me percaté que había una mancha viscosa de comida en el suelo. Los viejos roqueros somos seres perezosos, así que decidí no moverme y seguir pensando en lo que había sucedido. “La noche anterior después del concierto fuimos al bar de Joe. La gente me felicitó por los solos que había hecho. Ignorantes. Mis dedos ya no se mueven con la misma agilidad. Acto seguido me invitaron a una ronda y luego a otra, otra más...”

Me dolía demasiado el corazón para recordar, así que decidí echarme a la calle. Siempre que camino llevo gafas de sol, recuerdo de un pasado más grato, donde todo el mundo me paraba para hacerse fotos conmigo y pedirme autógrafos. La fama es un invento del que hoy no queda nada. -Perdona

Me giré con el bolígrafo ya fuera. -Se le ha caído el mechero. Reminiscencias de un pasado, pensé. -Quédatelo chaval. Seguí caminando sin rumbo.

M ADRID12

Noveno Clasificado

MÚSICA EN EL CUERPO

Zachary Brown se había convertido en el cantante de moda. Sus canciones sonaban en las emisoras de todo el país y aparecía en todas las cadenas de televisión. Afirmaba que la música le salía de las tripas y que el ritmo corría por sus venas mezclado con la sangre. “Mi corazón es un tambor y mis huesos las baquetas”, bromeaba siempre. Todo era éxito en la vida de Zack. Hasta que Roy Parker se cruzó en su camino. Roy Parker era un acérrimo admirador... pero también un hombre profundamente perturbado. Cierta noche condujo su furgoneta hasta la casa de Zack y esperó. Cuando el cantante salió le descerrajó siete tiros –uno por cada nota musical–, luego introdujo el cadáver en su vehículo y se marchó. Roy vivía en las montañas, en una cabaña escondida entre una densa arboleda. En uno de aquellos árboles colgó al difunto Brown y lo dejó descomponerse hasta que asomó el esqueleto. El silbido del viento entre sus huesos producía armoniosas melodías y Roy supo entonces que Zack no mentía: llevaba la música dentro. Compuso varias canciones utilizando aquellas melodías y las presentó a un productor musical. Ahora Roy es la nueva estrella del pop.

V ALENCIA13

Décimo Clasificado POÉTICA

—Viejo, me piro. Me agobia aquí dentro el aire que respiro. Dicho esto, mi hijo abre la puerta y se marcha sin despedirse de la abuela, que con tanto cariño nos había preparado la comida del domingo. Se lleva con él esos pareados improvi sados, ese ritmo cansino, esos dedos retorcidos en gestos que no entiendo, esos pantalones caídos que dejan ver sus calzoncillos de colores y esa gorra que quién sabe por qué defecto de fabricación siempre lleva al revés y no logra encajar por completo en su cabeza. —Rapero, rapero tenía que ser —digo mientras me vuelvo hacia mi madre—. ¿Qué cojones voy a hacer con este crío? Ella me mira de arriba abajo. Mira mis botas de cuero negro, mis pantalones vaqueros ajus tados, mi camiseta de Iron Maiden, mi pelo enmarañado y cubierto de canas recogido en una coleta.

—Lo mismo que yo, cariño, lo mismo que yo —me responde, y me dedica una sonrisa de las suyas, burlona, igualita a la que exhibe Eddie en mi camiseta—. Joderte y aguantarte.

M ADRID14

ES ROCK AND ROLL

Undécimo Clasificado

Mi padre era una persona muy, muy seria. Decía lo que tenía que decir cuando tenía que decirlo, y punto. La primera vez que me llevó al instituto en su coche puso un disco de AC/DC tan fuerte que casi temblaban los asientos. Miró mi cara de asombro, sonrió –creo que era la primera vez que lo veía sonreír– y dijo “es rock and roll”. Durante ese curso, en nuestros viajes al instituto mi padre me enseñó a los grandes: Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, los Rolling… mientras yo le confesaba –casi a gritos– mis éxitos, fracasos y dudas de adolescente. Yo nunca eché en falta una canción que me animase tras un suspenso o una decepción amorosa, y él nunca me echó una bronca ni trató de darme consejos. Solo sonreía de vez en cuando. Nadie más supo de ese secreto entre los dos porque, fuera del coche, mi padre seguía siendo serio. En verano, una maldita enfermedad vascular se lo llevó de mi vida. Hoy soy adulto y tengo hijos. Les pongo a los grandes cuando vamos en coche y les pregunto “¿qué es esto, chicos?” para verles responder con una sonrisa “¡es rock and roll, papá!”.

A NTONIO A RTEAGA P ÉREZ

T OLEDO15

Duodécimo Clasificado

EL PIANO

El 18 de febrero de 1856, Henry Steinway construyó su piano número 13. El anillo lo hizo con la madera de un arce crecido al margen de los dólmenes en el Torcal de Antequeres; la tabla armónica con abeto de Sitka; los recubrimientos con bronce de Nihama. No pudo volver a hacer uno igual. Desesperado convocó fuerzas primigenias. El Diablo lo tentó con un trato. Negociaron siglos en una noche y Henry dio su alma a cambio de la gloria eterna de ese único instrumento. En él, bajo un sótano de Londres, McCartney compuso dos de sus más famosas canciones. En él, Steve Wonder cambió el rumbo de su vida al variar un Do durante 16 minutos. Keith Richards compuso Sympathy for the Devil sin saberlo mientras escuchaba una grabación de improvisaciones de Lennon en ese piano. Johnas Aleppe, pianista de Elvis detrás de escena, tocó sobre el Steinway Unchained melody aquella famosa noche de 1977, mientras Presley hacia playback. Del minuto 1:24 al 2:53 de Bohe mian Rapsody, Mercury usó ese piano porque el suyo estaba desafinando. Hace décadas que el piano desapareció. El rock no ha vuelto a ser el mismo. A algo o a alguien espera.

AMIRO J AVIER Q UIROGA F AUNA

ENDOZA – A RGENTINA

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M
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Decimotercer Clasificado

CORAZÓN ROQUERO

En la radio del coche sonaba una canción de Platero cuando el camión nos arrolló. Enseguida me percaté de que Claudia no reaccionaba e intenté reanimarla, pero el golpe en la cabeza había sido letal. Vencido, me dispuse a irme con ella. Entonces llegaron las sirenas, las cami llas y los tubos. En el hospital, tras toda una vida juntos compartiendo el ritmo de las guitarras, se consumó nuestra separación. Ella se quedó en aquel frío quirófano. A mí me llevaron hacia una nueva vida. Ahora comparto destino con Andrés, que me tortura con reguetón y bachatas. Yo no me resigno y, cada vez que a sus oídos llegan unos acordes metálicos, pongo a trabajar mis ventrículos para acelerar su pulso. Él no sabe que le ocurre, pero, desde el trasplante, siente una creciente emoción en su pecho al escuchar música rock.

A LBERTO R ODRÍGUEZ G UERRERO

ANTOÑA - C ANTABRIA

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Decimocuarto Clasificado

POR EL TÚNEL

“Regreso al tiempo en que te conocí, cuando el mundo acababa en tu jardín… ¿Recuerdas, Carolina, aquellos conciertos de los años 80 en Madrid? Eran una buena excusa para vernos, para saltar y cantar juntos, para rozarnos a la mínima oportunidad. Siempre tuvimos debilidad por Los Secretos y nos reíamos cuando comentábamos que no habían escrito una canción optimista en su vida. Con sus canciones nos enamoramos y con ellas también nos dijimos adiós. …luego volaste, alguien me contó que has hecho del amor tu profesión… Hoy hemos quedado para asistir al concierto de despedida de Los Secretos, en Las Ventas. Voy para allá. Estoy nervioso, seguro que igual que tú. Me apetece mucho verte, a pesar del implacable paso del tiempo, a pesar de mi barriga y de tus arrugas, de mi escepticismo y de tu amargura. Durante dos horas olvidaremos mi naufragio interior y el viejo oficio al que te dedicas para poder comer. Viajo sentado en el metro, escuchando con los cascos una de sus canciones, que resulta muy apropiada. Tiene ese inconfundible tono melancólico-nostálgico-perdedor, que resume bien nuestra historia: …por el túnel que lleva adonde crece la más oscura flor de la ciudad”.

C ARLOS D E L A C ALLE M ARTÍN E L C ASAR – G UADALAJARA18

LOS CHICOS DEL CORO

Decimoquinto Clasificado

Dicen que los viejos rockeros nunca mueren, pero tú, colega, te pasaste de la raya. Abres los ojos. Vas flotando suavemente entre las nubes. Tienes que reconocerlo. Dada la vida que has llevado, esperabas algo más caluroso. Una especie de Papá Noel vestido de romano aparece dando voces a lo lejos. –¡Vamos, corre! –acercándose rápidamente. Hay una baja de última hora, te explica. Elvis ha sido ascendido a ángel de la guarda y falta una guitarra para completar la banda. –¿No me oyes? –cogiéndote de la manga–. A Mr. Hendrix no le gusta esperar demasiado. ¿Mr. Hendrix? Te relames de gusto sólo de pensar en un dueto de guitarras con el gran Jimi Hendrix. –Esto… abuelo. No sé si será por la muerte, pero ando un pelín seco. Si hubiera por ahí alguna birrita… o un calimocho… –¡Ay, hijo! Todos decís lo mismo. Pero es que aquí sólo bebemos agua bendita, y un dedito de pipermín las fiestas de guardar. ¿Agua bendita?, ¿un dedito de piper... qué? ¡Vamos, hombre!, ¿en serio? Mientras el viejo te lleva por los aires cogido de la oreja, caes en la cuenta de que, efectivamen te, estás en el infierno.

D OMINGO A LBERTO M ARTÍNEZ M ARTÍN

T UDELA – N AVARRA

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EL JURADO DEL MICRO ROCK 2017 HAN SIDO:

- KOLDO AZPITARTE

GUIONISTA DE CÓMICS

- PURIFICACIÓN G. IBEAS ESCRITORA Y ASESORA LITERARIA

- MALENKA RAMOS ESCRITORA

- ÍÑIGO ANSOLA GUIONISTA/DIBUJANTE DE CÓMICS

- LUIS SÁNCHEZ GUIONISTA/DIRECTOR TEATRO

- RUSSELL SIMONI LOCUTORA MUSICAL

- CRISTINA RGUEZ. TRUEBA ESCRITORA

- DANIEL HIGIÉNICO ESCRITOR Y MÚSICO

- LENKE MÚSICO

- REGINO MATEO PARDO POETA

- ANA RGUEZ. DE ALMEIDA ESCRITORA

- JESÚS SAN EMETERIO CONCEJAL CULTURA AYTO. LAREDO

- JUAN PABLO PELLÓN FILÓLOGO

NOS VEMOS EN LOS LIBROS…

Colaboran: Diseño y maquetación:

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