Padres de brazos abiertos

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Padres de brazos abiertos

Padres de brazos abiertos. Homenaje a los padres en su día Preparado por el Equipo Editorial SAN PABLO © Editorial SAN PABLO Paraguay, 2019. De difusión gratuita. Montevideo 761, e/Humaitá y Haedo, Asunción. [2]


Padres de brazos abiertos

Breve introducción A modo de homenaje, queremos hacer una reflexión en torno a la figura de un padre. Sí, un padre que, así como es descrito, es capaz de todo por amor a sus hijos y no se reserva la ternura, la compasión y la alegría de su vocación paternal. En tiempos en los que muchas de nuestras figuras referenciales están puestas en duda, o han perdido su valor y necesidad, es justo y necesario volver a las fuentes y servirnos de testimonios que nos motiven a seguir creyendo en la humanidad, una humanidad que también necesita de la figura paterna, tanto como de la materna, aunque en muchas ocasiones no se ha dado así. Para ti padre de familia, abuelo, padrino, futuro papá, o para ti que haces las veces de papá, esta pequeña reflexión te alcance, te anime, te motive a seguir dándolo todo. Que la intercesión de san José te acompañe en esta grave y tierna responsabilidad. El Equipo de Redacción

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En muchos lugares del mundo, el tercer domingo de junio, se celebra el Día del Padre. Ese día, muchos lo vivirán con sus padres, vivos aun; otros, lo vivirán con nostalgia y hasta con tristeza; algunos otros, lo vivirán con indiferencia… Ser padre es una misión tan importante, imprescindible, como la de ser madre. Ambas vienen de la misma raíz: el amor. Por esta razón, es bueno reflexionar sobre el papel del padre, que es visto como un ser extraño, poco dado al afecto y, sobre todo, duro, porque debe ejercer autoridad. Como un marco de referencia, tomaremos el texto de Lucas, la parábola del padre misericordioso (Lc 15, 11-32).

1. Un padre “extraño” Todo comienza un día cualquiera, no hace falta saberlo. Un hombre, padre de dos hijos, recibe un reclamo del hijo más joven: desea la parte de la herencia que le corresponde. Cualquier padre “normal” le diría las desventajas de repartir la herencia familiar, estando el padre aún con vida… pero, lejos de eso, el padre accede, y reparte la herencia como corresponde. No sabemos qué parte le había de corresponder, pero, por lo que la parábola nos cuenta, fue bastante, como para que el joven llevara una vida disoluta. Pero, como dice el dicho, lo que fácil viene, fácil se va. Y en un momento dado, el dinero se acaba.

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Desesperado, el muchacho oculta su vergüenza en lo más escondido de su ser, y se rebaja al punto de pedir trabajo… cuidando cerdos. Él, que un día estaba nadando en la abundancia, ahora debe pedir un empleo para sobrevivir… y le es difícil afrontar la realidad. Y ahí se acuerda de su padre, de su casa, de la manera en que vivía… y se decide a volver, aun cuando le asalta el miedo de ser rechazado. ¿Qué anécdotas lindas podemos recordar de nuestros padres o de quienes han cumplido ese rol?

2. Un padre “que espera” Lo interesante de la parábola lucana es la espera del padre, que mira hacia el sendero que, tiempo atrás, llevó a su hijo más joven lejos de su presencia. Preocupado, no puede sino pensar dónde ha de estar… una actitud que poco se asocia a un padre “normal”, y más en una cultura machista, donde el padre debe ser duro, impasible, con autoridad, al que nada debe cuestionársele… Pero, vemos aquí a un hombre, preocupado por su hijo, al no saber su paradero. ¿Cómo va mi capacidad de espera? ¿Soy paciente con mis hijos? ¿Soy consciente de que todos hacemos un proceso y que nada es de la noche a la mañana?

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3. Un padre “que siente y perdona” Volvemos al hijo más joven. Resuelve retornar a su casa, con el miedo de ser rechazado por su padre, pues básicamente le deseó la muerte, al pedirle su parte de la herencia familiar. Completamente cambiado de aspecto, emprende el camino de regreso. En el horizonte, su padre reconoce una silueta conocida… su hijo. Sin demora, va a su encuentro. Le demuestra su afecto, su tristeza cambia en alegría… Y, sin más demora, prepara una fiesta de bienvenida. ¿Me reservo el cariño que tengo para con mis hijos/mi familia? ¿Me dejo llevar por el orgullo? ¿Cómo te imaginas al Padre de la Parábola?

4. Un padre “que comprende y ama” Todo el discurso que el muchacho había preparado no pudo decirse: el padre lo interrumpe y lo colma de atenciones: la mejor ropa, el mejor calzado, la mejor comida, en fin, la mejor fiesta, reservada para cosas importantes. Para este padre, esa cosa importante está ocurriendo: recuperar a su hijo vivo. Ha comprendido el alcance del verbo amar, y lo pone en práctica. Recordemos: este padre tiene otro hijo, el mayor, que no puede adherirse a la alegría del padre. Este hijo se llena de ira al

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ver todo el ruido producido por la vuelta del hermano, al que no se le exige nada… Su reclamo es, en cierto modo, justificado: ¡cuántas veces no hemos aplicado el mismo criterio! Pero, he aquí que la parábola trata sobre el padre, que demuestra su misericordia: con el hijo joven, recibiéndolo; con el hijo mayor, escuchándolo con amor. ¿Soy de dar(me) nuevas oportunidades tras los errores? Anímate a recordar todo lo que el Señor te ha perdonado. 5. Un padre “que integra” Y salta a la vista otra característica de este padre “extraño”: invita a su hijo mayor a vivir la alegría de haber recuperado a su pequeño, sin explicaciones, sin reclamos, sin deuda de honor… Un padre que se coloca en el lugar del alejado, y siente su dolor; un padre que sabe de grandeza, al recibir a su pequeño con mucho amor… y que ahora, sabe también el dolor de su hijo mayor, al no entender su alegría, al llenarse de amargura y, por qué no decirlo, de celos. Te invitamos a rezar y decir simplemente: ¡Gracias, Señor por mi familia! Porque hoy están conmigo, porque estamos juntos (o deseo que pronto lo estemos).

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Y ahí termina la parábola ¿Cómo podemos entender a este padre? La única respuesta es desde la lógica del amor. Quien ama, perdona, comprende, integra, se alegra, y muchas otras cosas más… Por eso, hagamos lo propio: pongámonos en el lugar de nuestros padres, y veamos si podemos soportar aquellos dardos que les lanzamos; ahí, nos daremos cuenta que, a veces, el lugar nos quedará grande. Así que, comportémonos como dignos hijos de nuestro Padre, que hace maravillas, y nos regala un don precioso: la vida que vivimos, para realizar lo propio con nuestro entorno: construir puentes, en vez de muros; integrar, más que discriminar; comprender, más que juzgar; perdonar, más que reclamar; en resumen, amar,"…así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos." (Mt 5, 45). ¿Me podría identificar con el padre de la parábola? ¿Y si nos animamos a imitar su ejemplo? Que en tu día y siempre recibas también el abrazo del Padre, y que este mismo abrazo te dé la capacidad de abrazar a otros, en las buenas y en las malas.

¡Feliz día, papá! [8]


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Para mi papá En tu sillón favorito, siéntate otra vez, cuéntame las historias que me hacían soñar, han pasado los años, sin embargo, quiero oírte de nuevo, querido papá. Ya no pelearemos por el diario, cambié las historietas por los deportes, papá; juguemos con la pelota como en antaño, ¿Cuántos goles quisieras hoy anotar? Quizá no llegues a tiempo, ¡Sé que pronto nos encontraremos! Prepararé el café, mientras tanto, para hablar de todo lo que recorrimos. Y cuando al espejo, vuelvo a sonreír, veo un poco de tu mirada en mí; gracias por tanto, por estar a mi lado, el Señor te bendiga tanto amor entregado. (PdM)

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Para difusiรณn por medio de formato E-Book

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