Dedicatoria: A Santa Mónica y a San Agustín, como un homenaje de mi gratitud y devoción, por despertar en mí la gracia de la conversión. Reconozco la dureza de mi corazón para convertirme, sin embargo seguiré intentándolo una y otra vez, y las veces que sea necesario, con la seguridad de que Santa Mónica y San Agustín intercederán por mi hasta el fin de mi existencia.
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