LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

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Jesús Hernández

Todo lo que debe saber sobre la Primera Guerra Mundial

Estos soldados franceses aprovechan un alto en el camino para reponer fuerzas. Comidas campestres como esta no serían muy habituales para los que se encontraban en primera línea. La humedad no era el único adversario ante el que nada podían hacer. Muchos soldados recordarían que, al llegar al frente, su toma de contacto con las trincheras se vio marcada por la repentina invasión de piojos que sufrieron ya en la primera noche. Al día siguiente, decidían darle la vuelta a sus ropas, pero al poco tiempo volvían a sentir la presencia de este mortificante insecto en su piel. Sin duda, el mayor placer para un soldado era matar con sus propias uñas a uno de estos pequeños enemigos. Pero enseguida comprendieron que era una batalla perdida, al igual que la que mantenían con las ratas. Durante la noche era habitual advertir la presencia de algún roedor bajo la manta, lo que al principio era acogido con horror pero más tarde con indiferencia o, si el animal resultaba demasiado insistente, le hacía merecedor de un certero disparo de revólver. En una ocasión, una compañía alemana llevó a cabo una caza masiva de ratas; unos días más tarde, expusieron los cadáveres de cientos de estos roedores con un cartel que demostraba que no habían perdido el sentido del humor: «Aquí no nos falta la carne».

Impresionante imagen que capta el momento en el que un soldado alemán salta por la onda expansiva producida por un obús. A todas estas penalidades se unía, por tanto, la ausencia no solo de carne, sino de alimentos 84


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