SANDRICUENTOS 2013

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Microtextos 2013


SANDRA BURMEISTER, bloguera chilena. Su afición por escribir microtextos surgió en el año 2011, algo que impulsó la creación de este blog para público juvenil y adulto. Los microtextos están ordenados con números de identificación. Bajo licencia Creative/Commons http://sandri-cuentos.blogspot.com/

SANDRICUENTOS Todos los derechos reservados, prohibida su reproducción y venta. Registro de textos en la Propiedad Intelectual N°: 241698 Ilustraciones por BURGAR (Burmeister, S.)

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DICIEMBRE 2013 Vino desnuda y se va de blanco. Vino sonriente y se va silenciosa. Llegó con el amanecer y se marcha con las estrellas. Llenó el vacío de ideas y ahora se las lleva. Ella, la serpiente de agua (Sandricuentos 225). Fue durante el amanecer, que arrojó su semilla al sol. Solitario y calladito esperó para cruzar el portal. El nuevo año estaba frente a sus primeros

pasos. Le llamarían (Sandricuentos 224).

Enero

Ni siquiera los planetas lo detuvieron. Tomó la decisión en la noche anterior. Con su mochila en la espalda salió a la calle. Caminó dos cuadras y se devolvió (Sandricuentos 223). Pese al frío de la tarde, el hada Candelaria hizo su trabajo. _ ¡Pies de arlequín con vida!_ ella cantó.

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Constancia era su segundo nombre (Sandricuentos 222). El pata de plomo aceleró sus pasos. Su mano, atrevida, casi alcanza la nube _Sal de mi camino!_ dijo. Ni sol, ni luna. Ni noche, ni día. "De cinco en cinco, se fue brincando, oculta _ ¿Cinco por cinco, treinta y cinco?_ sintió vergüenza. Cinco vueltas, cinco sueños, cinco saltos, cinco cantos, cinco cintas. Natividad era su nombre (Sandricuentos 220) P.d.: 5X5=25.

Su oído era agudo al canto de las plumas en el viento. La nieve de las montañas no detendría sus pasos. "Chiquita Agua Dorada" tenía el don en sus manos (Sandricuentos 219). Antes del amanecer, galoparon por montes y cielos. Testigos del campo en flor, sin detenerse por ninguna razón. _ ¡Vida de berenjenas!_ gritaron. El caballo era su timón (Sandricuentos 218).

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No pudo decirle lo que pensaba de ella. Tampoco la pudo mirar. Su mano temblaba. Frío. Hielo. Ella; la elegante Creciente, se asomó en la capital (Sandricuentos 217).

la noche más larga de su vida. Tal belleza era abrumadora. Quedó impávido. Fin del cuadro (Sandricuentos 215).

La ronda comenzó a media tarde. Rosa, Lila y Violeta zapatearon hasta los callos. No había música, sólo el eco púrpura del éter. Pronto nacería un niño (Sandricuentos 216).

Gota de luna que caes en el horizonte. Dejó su sueño prendido en la montaña. _A ti nadie te engaña_ Blanca cabellera tejida de plata. Fue así, como la señora noche se levantó (Sandricuentos 214).

Había llevado una vela para iluminar sus pinceles. Sin embargo, aquella fue

La nube de pensamientos, la tenía exhausta. Luz y sombra, sucumbían Página 4 de 47


en el perfume de rosas. Fragmentos mentales disueltos por la corriente curativa. Ella se sanó (Sandricuentos 213). ¿Sería ésta la buena nueva tan anunciada? Miraban al cielo regocijándose mientras el polvo estelar se hacía entender en el espacio. La noche era clara y los corazones también (Sandricuentos 212).

Suspiro noctámbulo entre cuentos de hadas. ¿Qué fue del exilio en esta batalla? ¿Quién canta de noche pequeña Alborada? Venga la luz. Vigilia nocturna, pensaba y pensaba (Sandricuentos 211). Fue así como el Pegaso marino la llevó entre nubes del desierto. No era importante creerlo, sino vivirlo. Ella, la aurora del día, se hizo cielo (Sandricuentos 210).

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¡Bola de nieve? ¡No! ¿Luna de bola? ¡Sí!_ El hada Natividad estaba helada de Navidad. Decidió emigrar al Hemisferio Sur (Sandricuentos 209).

¿Supo la taza que el derrame de teína, se hacía larva al volar? ¿Supo la taza que el desagüe de hierbas, podía, tan sólo, aletear? Y la porcelana no se quebró (Sandricuentos 207).

Hijas de la misma constelación, pero de cuerpos, celestes, diferentes. La luz atravesó las sedas delicadas. Ella; lucero de la noche y faro de sus ojos (Sandricuentos 208).

La noche había llegado y apenas veía el cuero que afirmaba la mantilla. Al fondo, el ronquido de un niño la mantenía despierta. _Es por él, es por él_ dijo. El desvelo se hizo día (Sandricuentos 206).

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Sólo el hada zafiro, sabía de vuelos en la cabeza. Dividida en colores del lejano horizonte, revolvía sus recuerdos en distintos matices. Llegó el tiempo de iniciar su pintura (Sandricuentos 205). Tanto amaba el caracol a la flor que no sabía si besarla o comerla. Optó por las dos (Sandricuentos 204).

NOVIEMBRE 2013 Nunca, los ángeles sintieron tanta soledad como en este tiempo. La sombra de los árboles era la testigo ocular del desamparo celestial. _Los mortales se olvidaron de ellos; ahora cuando más se necesitan, no los llaman_ dijo el roble (Sandricuentos 203). Arañazo sin uñas era su cariño predilecto. La paciencia emanaba desde sus poros, cada mañana y cada Página 7 de 47


noche; mientras se aguantaba el estornudo alérgico. Ya no podía vivir sin él (Sandricuentos 202). Medio kilo de zapallo para solucionar. Un kilo de uvas para reflexionar. El hombre, cabeza de frutera, tenía la coctelera convertida en ponche para celebrar (Sandricuentos 201). Nada más incómodo que caminar sobre "cumbres borrascosas" después de haber hecho el amor. Pensó el solitario varón, ante la carga

energética del cielo (Sandricuentos 200). Triste fue la nube, de seda, que cubrió a la Rosa de rosas. Un paso adelante, y dos para atrás. El pájaro detuvo su vuelo, al final de la nota musical (Sandricuentos 199). Sólo un micro segundo para darse cuenta que las flores emergían desde sus cicatrices. El negro aleteo de amapolas se cristalizó en el tiempo (Sandricuentos 198). Página 8 de 47


¿Qué sabes tú del viento que se desvanece en el cielo? ¿Qué sabes tú del orgón que se neutraliza en alto Santo? Se preguntaba la fémina de la Cordillera de la Costa, mientras reciclaba peajes (Sandricuentos 197). ¿Supo, ella, que el arco iris, pertenecía a los electrones solares, o fue el viento que la llevó a sus propios orígenes de la paleta? El clima no entendió nada porque era artificial (Sandricuentos 196).

Abrió sus alas, nómadas, sobre el tejido de sus anhelos. Con desvelo, la dualidad Lakota se expresó en la danza del Pow Wow (Sandricuentos 195). _Flor, flor, flor ¿Cómo puedes sostener a esta criatura?_ Le preguntó el sol (Sandricuentos 194). Nada más rápido que el deseo pegado en la cola de la estrella. El astro

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nocturno dibujó un manto de esperanza en el cielo. Incluso el gato se inspiró (Sandricuentos 193).

convirtieran en tinta, de las otras, decidió escapar del editor (Sandricuentos 191).

Jamás hubo tanto balanceo en la ciudad. Las olas se columpiaban con cada salto de espuma. El tsunami, humano, llegó hasta las urnas (Sandricuentos 192).

El silencio de los inocentes, en versión 2013, después de cachar el mote, cerrar los ojos y comer manzanas (Sandricuentos 190).

El árbol se echó a correr desde las raíces _ ¡Mucho papel desde la ciudad!_ le dijo al escritor. Antes que las nervaduras de sus hojas se

Aceptó el desafío de la vida con las manos abiertas ¡Cuentas rojas, flores de carmín! Pequeña niña, corazón de querubín (Sandricuentos 189).

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Nació amarillo y quería ser magenta. Nació pollo y quería ser pato. La luna, en tanto, le dijo: _Pedí que nacieras pollito y amarillo, porque pronto seré feliz con tu canto (Sandricuentos 188).

hormiguean entre las raíces. ¡Cerezos sin flor! Un día más y será experta en geología (Sandricuentos 186).

La polinización la dejó exhausta. Los pétalos eran tan suaves en el balanceo del aire que la siesta fue inminente (Sandricuentos 187).

El bote de la vida sueña con la rosa del Nilo. Deja atrás aquello que ya no brota, no surge, no crece. Avanza entre el fango florido. Se desplaza con fuerza. Flota en cada hundimiento falso. Renace al sol (Sandricuentos 185).

Desde entonces, que la tierra le habla de música. Sus oídos musicales

_Luna, lunita, tráeme más lanita_ Envió su deseo al cielo desde lo alto Página 11 de 47


del tejado, el gato enamorado estaba en celo y alborotado (Sandricuentos 184).

pastel de pétalos (Sandricuentos 182).

Aunque su carrera de bailarina, había finalizado, el sol jamás dejó de conducir sus pies. Yoga y pas de bourrée (Sandricuentos 183).

Fueron tantos sus pensamientos de hombre, que lo único que le faltaba era abrazarla. Sometida al otoño y al frío, la mujer respiraba soledad (Sandricuentos 181).

Esperó y esperó... Su mirada perdida en el reloj de la cocina, evocaba los aromas más exquisitos, que podría saborear su paladar. En el horno,

de

rosas

Cada noche se encargaba de contaminar su inocencia. La sombra ambicionaba la conquista del espacio.

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El niño sonreía con las nubes (Sandricuentos 180). ¡¡¡Vuelve aquí, por favor!!! _ ¡Volveré cuando respetes mis colmillos! _ ¡Los respeto, los respeto! _ ¿Seguro? Entonces nada como nado yo, pues ni mi peso me vencerá (Sandricuentos 179). De pronto, se fundieron los espíritus de sus amigos, con él de ella. _

¡Pachamama! ¡Pachamama! He regresado_ pensó. La virtuosa mujer agradeció por su estadía en la tierra, elevándose como el águila (Sandricuentos 178). Hizo del amor su mejor posición en yoga. No pudo dejar de observarlo en la playa (Sandricuentos 177). La idea de participar en un cuento era algo fenomenal. La confusión lingüística ocurrió cuando la niña

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quería ser la gata, la gata quería ser la burrita, y la burra quería ser la niña de la historia. Finalmente, todas posaron para el ilustrador (Sandricuentos 176). OCTUBRE 2013 ¡Pobre de aquel tontón! Y no diré otra cosa que me desplume, porque le daré un picotón. Dijo el pichón... ¡Perdón!, dijo la paloma de la paz (Sandricuentos 175).

Esta fue la primera vez que vieron sus reflejos en el agua. Para su sorpresa, eran cuatro. El impacto fue tal, que sus antenas telescópicas quedaron turnias (Sandricuentos 174). Fue así que maduró. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Alas de esperma, hojas bigotudas. El pequeño lector funcional, convertido en lector cultural (Sandricuentos 173).

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Hizo de la palabra una poesía hablante, permanente y consecuente. Compartió las tradiciones, los ritos y las canciones. Cada historia se hizo concordante y resonante con el oyente. Así, la narración oral se hizo presente (Sandricuentos 172). Cuántos cuentos cayeron, desventurados, en la anti-cultura. Cuantos cuentos nacieron de boca en boca y en la escritura. Tradiciones y

ritos, narradores (Sandricuentos 171).

benditos

El masaje babosiento produjo incertidumbre en las patas traseras. Sin embargo, las antenas _cachitos al sol_ fueron las parabólicas del siguiente salto (Sandricuentos 170). De salto en salto corrió por los campos. Logró subirse a la espiga. El pájaro de rapiña se alejó sin verlo (Sandricuentos 169).

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Entonces dijo: _¿Hippie? No. ¿Dios? No. Soy el ayudante y eterno viajero, deportista, ecológico y sin tiempo que organiza el Universo. ¡A partir, de ahora, la clase de astronomía será obligatoria! (Sandricuentos 168). _ ¡Abre tus manos!¡Abre tus manos!_ La hojalata le decía, mientras, abría su espalda al mundo (Sandricuentos 167). Tanto la extrañaba el poeta que sin poder dormir, decidió ir a buscarla al

cielo. Cuando la tuvo al lado, tampoco pudo dormir, su brillo era incandescente (Sandricuentos 166). El árbol de la montaña dejó de creer en los 'saberes' arrogantes de algunos médicos. El árbol de la montaña es sabio, es parte de la Tierra que crea, brota y siempre germina. Como la mujer, su semilla del conocimiento pronto será reconocida (Sandricuentos 165).

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Se alejó creyendo que el fin no justificaba los medios. Creía en el proceso de aprendizaje vivido. Más; el final de su camino era todo lo recordado y aprendido. A esta vivencia, la llamó Cultura (Sandricuentos 164). ¡Pelo enmarañado, nariz voladora! ¿Qué haces muchacha sin tu aspiradora? Boca de azucena, turnia mariposa, del jardinero serás la esposa (Sandricuentos 163).

Tomó sus secretos y tesoros escondidos, con la idea de enseñar, a otros, sus experiencias. Así fue como el viento, sin lluvia, la llevó a nuevos destinos, para dejar por siempre su presencia (Sandricuentos 162). Al margen de toda acción física, fue su mente la que puso en juego el movimiento terrestre. El revoloteo de granizos de barro, simulaba la siembra de lentejas al viento (Sandricuentos 161).

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Qué pena sintió el niño de las estrellas al constatar que otros similares a él se burlaban de sus ideas que al fin y al cabo eran dones del Creador, para ser compartidos por un bien común (Sandricuentos 160).

Las luciérnagas le contaron el gran secreto, de cómo podría iluminar sus días cuando fuera adulta: _ ¡Encuentra Luz en tu Corazón y tu lámpara brillará mucho más, que, en la, que nos tienes prisioneras, ahora! (Sandricuentos 158).

Tan grande era el deseo de dormir acurrucado, que cayó en sus brazos, sin más, ni más, pensando que estaba en el cielo (Sandricuentos 159).

De pronto la encontré, entre las flores de mi jardinera. No supe qué decirle, pero ella sí a mí: ¿Sabías que también fuiste una como yo?_ Quedé perpleja,

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quería saber más, pero pronto, ella voló (Sandricuentos 157). No necesitaba crear la magia, puesto que la magia viajaba con ella. No lo supo, hasta que un día se confundió entre las hojas del árbol que la hizo, cada día, más luminosa. A partir de ese momento pudo abrir sus alas (Sandricuentos 156). _Por favor, tienes que salir..._ _No quiero, no quiero, no quiero..._ _Es que ya llega el Año Nuevo...

_ ¿Y qué? ¿Acaso eso significa que tendré nuevas sardinas? _No...Quiero decir ¡Sí! En realidad, quiero darte un abrazo (Sandricuentos 155). Deseaba algo más de las personas. Se sentó a esperar, disfrazando su tristeza de paciencia, en la soledad (Sandricuentos 154). Sucedió de esta manera, como "Galena" llegó al desierto. Ni tan Página 19 de 47


seco, ni tan florido; ni en FM, ni en AM. Fue la onda corta la que sacudió el entorno, con voces lejanas (Sandricuentos 153). Fue así como dejó reminiscencias de ambos. La ondina de queratina; la sierva del viento y del sol sabía el secreto de la tierra. Un día más cantó sobre el cenote (Sandricuentos 152). La hechicera decidió abandonar su escoba. Perdió el temor a las alturas,

y sorprendida de su valentía, se elevó por los aires, cual pájaro encantado, por la tormenta del Invierno. ¡Ahora sus pies eran livianos!...Tan livianos eran sus pies, que podía viajar por el espacio, sin tiempo." (Sandricuentos 151) _ ¡Hola (ñau)! _Hola... _Oye ¿Cuándo sea grande seré como tú? _Parecido. Página 20 de 47


_ ¿Tendré tus bigotes? _Similares. _¿Tendré tu melena? _Más o menos. _ ¿Tendré tus dientes? _ ¡JA, JA, JÁ! No. Sinceramente, NO. Pero, podrás conocer la vida en la ciudad, y te harán mucho cariño. Algo que yo jamás podré tener, porque tú eres un gato y yo un león (Sandricuentos 150).

Pasó algún tiempo durmiendo dentro de su cascarón. Todo lo que había en su sueño, profundo, eran casitas de pájaros, en las cuales vivir. El árbol caracoleaba (Sandricuentos 149). Jamás se supo si la elevación conjunta y dinámica de alas de pájaro, con alas de mariposa, fue la causante de su deserción. Es más, el arte dramático los absorbió (Sandricuentos 148).

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_Vengo en paz a decirte que este planeta es mío. _Shhh...¿Desde cuándo? _Desde... _ ¡Saque, inmediatamente, su bandera de este planeta y su cohete que acaba de aplastar mi rosa! ¿Qué no ve, que ella se está quejando, debajo, de tanta chatarra inútil? _Pero, si nos envió Antoine… _ ¿De dónde? ¿Desde el más allá? Para que usted sepa, Antoine se fue en 1944 y me dejó, a mí, encargado

de este lugar. Además, el abandonó a los Aliados, porque le vino la borrachera con tanta lesera. _’Okey dokey’ (Sandricuentos 147). ¿En serio que está de moda en fb? _ ¡Claro! ¡Ponte en onda!_ Le respondió. _ Ahhh, entonces comparto mi arroz con huevo (Sandricuentos 146). Tan celoso se puso que abrió sus fauces, ante aquel intruso. Página 22 de 47


Aleteando, bajo la profundidad del mar entre algas y corales, se alejó sin poder amar (Sandricuentos 145).

estaba en su corazón. Ella: la mujer de la hora del té, aprendió a caminar con cada sorbo (Sandricuentos 143).

Esperaba el amanecer en su refugio de viento. -¡Lo intento, lo intento!_ Les decía mientras dibujaba. Era su secreto, y soñaba con ella (Sandricuentos 144).

_ ¡Alto!_ dijo la señora creatividad. _ ¡La Tierra canta, la Tierra brilla, pero esta ciudad apesta!_ añadió; elevando sus brazos para lograr el equilibrio de la inspiración humana (Sandricuentos 142).

Su destino estaba frente a sus pies. La materia prima la tenía sobre su cabeza. Pero la fuente energética

La muy traviesa bajó por comida, mientras los otros volaban. Ni las Página 23 de 47


clases de pilates le sirvieron para enderezarse frente a su obsesión (Sandricuentos 141). Supo la usura convertirse en libro. Enajenado con su legado enciclopédico, olvidó redactar su testamento (Sandricuentos 140). Apagó la televisión y lavó su cerebro en un instante. El detergente era de larga duración y muy espumoso en ideas (Sandricuentos 139).

_ ¡Casco de astronauta!_ exclamó. Las nuevas energías mueven su cabeza de acuario.Los pensamientos nadan, la caminata vuela, la memoria pasea ida y vuelta. Su retirada a dormir de pie fue inminente (Sandricuentos 138). Una gota de agua hizo que sus corazones se unieran, inmediatamente, luego del desastre. La naturaleza sabia, les enseñó que la división humana, era la causante del

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desequilibrio en (Sandricuentos 137).

el

planeta

La señora del invierno abandonó el verano. Por supuesto. Trayendo, consigo, semillas, entre sus faldas, y el fuego encendido para el hogar que la esperaba (Sandricuentos 136). _ ¿Crees que pase la estrella fugaz? _Sí, lo creo. (Miau) _ ¿Crees que alguien nos baje de aquí?

_No, lo creo. (Miau) _ ¿Crees en la amistad? _ Sí, lo creo. (Miau) _Entonces seremos amigos siempre." _ ¡MIAU! (Sí) (Sandricuentos 135).

por

_Soñar no cuesta nada_ Se elevó optimista entre las flores. Y el ave comentó: _ Para enojo de algunos, y, alegría de otros, tus deseos, más

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profundos, pronto se harán realidad (Sandricuentos 134).

el olvido. Es lista, (Sandricuentos 132).

es

linda

-¡Té verde! ¡Té con limón! ¡Hilos de colores en carretes de acordeón!_ Feliz, bebía la costurera, mientras soñaba con una talla menor (Sandricuentos 133).

Su identificación fue clara, en el crepúsculo. Era agosto y gatunamente, dijeron: "Luna, lunita, tráenos sardinita" (Sandricuentos 131).

Jacinta se sintió como un Jacinto, entre el jardín de sus sueños. Jacinta, lo decidió a su pinta. No deja nada en

Colgado sobre la rama, de golpe le vino la gana. _ ¡Seré sapo, en vez, de rana!¡Seré sapo, en vez, de rana!

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_gritó a sus amigos, que quedaron perplejos (Sandricuentos 130). _Nunca pude entender las matemáticas, pero, sí, sé del sol y de tender la ropa. Todo me cuadra de manera circular ¡Lógico! Es el espíritu del infinito y de la escritura también (Sandricuentos 129).

SEPTIEMBRE 2013 Y llegó el momento de convertirse en santo. Dejó a los ratones y a los zorzales en paz. A partir, de ese día fue coronado vegetariano. Su primer plato: lombriz solitaria en las tripas (Sandricuentos 128). Desde pequeña le gustaron los canastos. ¡Canasto de mimbre! ¡Canasto de Pandora! ¿Me regalas un

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mandala que me haga encantadora? (Sandricuentos 127). Lentamente, haría su aparición frente al ser que la inspiraba. ¿Está vivo, está muerto? Da lo mismo. Cada día más corazón (Sandricuentos 126). _Quiero que vuelvas aquí y ahora. _ ¡No lo haré, no lo haré; porque te pillé! _ ¿En qué?

_Me cortaste pelo de la cola, para hacerte un bisoñé (Sandricuentos 125). Casa de luz. Simple nostalgia. Ambas siluetas avanzan. Casa de luz es luz. Templanza. Avanzan sin retroceder (Sandricuentos 124). Es mariposa y vuela con ellas_ ¡Cielo azul! ¡Huele a violeta, huele a lila, huele a calceta! ¡Soy la muchacha

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llamada Enriqueta! (Sandricuentos 123). Llegó al lugar perfecto. Sabe que el fruto es rojo. Entre el otoño y la primavera, nada le asombra. Todo está en orden. Palpita su esencia. Complacencia, ha dicho. Claro, ese es un nombre (Sandricuentos 122). Una ventana abierta. Con mirada infantil sostiene la tierra. Liviana como el mundo. Sabe quitar el velo.

Es dueña del globo terráqueo (Sandricuentos 121). No ha podido la tetera con ella. Silva y se estremece en la cocina. Duerme. Es la siesta de la tarde. Ahora, el ovillo de lana se convierte en un enredo de pies a cabeza. El gato la lleva (Sandricuentos 120). Dejó de pensar estupideces. Descriptiva y atenta. Toma la iniciativa. Es dueña de la llave, que la hará cantar (Sandricuentos 119). Página 29 de 47


El tiempo no es lineal, sino cíclico. Espera en cautiverio. Es falso, no te preocupes. Falta el último grano de arena. El vidrio romperá las cadenas (Sandricuentos 118). Abandona los apegos físicos. Se desviste de escamas, de pulgas y de llanto. La piel retorcida en el suelo es basura. Ahora es libre (Sandricuentos 117).

Se eleva con novelas de amor. Todos los personajes le gustan. Escoge alguno. Su marido. No. El marido del libro. Lo espera, se excita y canta en soledad. Tocan la puerta. Es él (Sandricuentos 116). _ ¡Qué maravilla!_ exclamó. Es el regalo de la luna. ¡Sé fuerte! le dice. La brisa nocturna lo envuelve (Sandricuentos 115).

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Volvió a su primera niñez. Se sumerge en los cuentos de piratas. La espuma inunda el baño. La mamá no sabe nada. El gato lo observa y bosteza sobre el libro. Por cierto, la profesora de lenguaje es su primer amor (Sandricuentos 114). La furia del beso es un fantasma. Se lo dijo desde el más allá. La abraza y le cree (Sandricuentos 113).

Se trata de un escape planeado. Es el destino. Es la fuerza. Permite la crudeza del cuerpo. El es destierro de los errantes (Sandricuentos 112). ¡¡¡Chupete de globo!!!_ gritó, entre colores inflados. De pronto, perdió la orientación. Entonces, esperó por una mano. El zeppelín de la amistad. Está ciego de oxígeno (Sandricuentos 111).

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Arrastra sus pies. Le pesa el tiempo. El camino es corto. Tanto farol y sin destino. Sólo un reloj marca las horas. La muerte (Sandricuentos 110). ¡Santa idea fija en la cabezota! Hacer sopa de calabaza. ¡Sin pasas, sin pasas! Ríe entre dientes el cuervo. Agita la cola de la escoba y se va: _ ¡Jajajajajajajajaá! (Sandricuentos 109).

Cada noche siembra luces. Parece luciérnaga, pero es hada. Los brotes florecen como estrellas. Esparce su cabellera de oro y de plata. El bastón tiene el poder (Sandricuentos 108). Decidió dormir por un rato. Jamás retrocede. Sin oídos para críticas maliciosas. Sin dejarse intimidar. Tiene la llave de Sol, para darle vida a los instrumentos (Sandricuentos 107).

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Ellas lo saben todo. Lo han visto todo. Pobres de aquéllos que hayan despreciado sus talentos. Las musas son fantásticas. Los humanos no tanto (Sandricuentos 106). Es capaz de morir por sus libros. Peces de color salmón nadan. Son de la buena suerte. Pero, no es china. Es el océano donde encalló el barco. Su pelo nada sobre su rostro azulado (Sandricuentos 105).

Escondida detrás del árbol, divisó su manzana. _ ¡Pobre de mí, apenas le di un mordisco! _pensó. Un paso más y las púas vuelan. El puercoespín es astuto, la toma y se la lleva. El perro se ríe de ella (Sandricuentos 104). ¡Niña cabeza de cuervo! ¿Qué haces que vuelas de noche? De día escapas del mundo. Tu tristeza, te sigue. Forrada en riqueza. Vacía de alma. Tu rostro frío, es espejo de todos. Te llaman codicia (Sandricuentos 103). Página 33 de 47


Tranquilo frente a la puerta, comprendió que era innecesario llevarle rosas. Sin embargo, los pétalos desprendidos de toda identidad física volaron, declarando, su perfume, hasta el otro lado del océano, para acercarla, aún, más (27 de marzo 2013).

¡Rosas a tus pies, rosas a tus pies! _Sonaba el violín (Sandricuentos 101). Ya que nadie lo escuchaba, en su casa, se fue al parque. Su audiencia, más atenta que lo que piensa, llenó de honor su oculto talento (Sandricuentos 100).

El llamado a la perseverancia, paciencia y constancia. Ella y su efecto por la música, viajó hacia mundos paralelos, de su existencia. _ Página 34 de 47


JUEVES 10 DE OCTUBRE La pequeña soñaba, cada vez que se columpiaba. La luna, dulcemente, dijo: Mi niña soñadora, un día verás la aurora, el atardecer y la madrugada. Para entonces, enamorada, iluminaré tus noches pues ya estarás acompañada (Sandricuentos 99).

Bajo el fondo marino ocurrió esta conversación: _A ver... ¡Sóplame este ojo! _No puedo. Tu ojo es muy grande y mi aliento se transformaría en burbuja. _Tienes razón. Entonces, cuando yo esté llorando tú tampoco podrás ver mis lágrimas, puesto que se confundirán con el océano (Sandricuentos 97).

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8 DE OCTUBRE 2013 Jamás comprendió cómo un mamífero tan pequeño sentía tanto amor por él. Seguramente, su corazón duplicaba su tamaño (Sandricuentos 96). Boca de luna. Loro ñuñoíno. Suspiraba la escarlata, sin beber vino (Sandricuentos 95).

El señor Universo y la señora Conciencia, decidieron mover un poco, más, a la Tierra. Entonces, ella dijo: _ ¡Chilenos despierten! ¡Ya basta de ñoñerías! ¡Sismos fueron, sismos son, sismos serán! Esto es así y punto (Sandricuentos 94). Él abandonó su mente jaula. Pese al frío que lo estremeció por dentro, con coraje voló bajo el arcoíris en dirección hacia un nuevo amanecer (Sandricuentos 93). Página 36 de 47


La escalera era demasiado corta, para crear Conciencia en la ciudad, sin embargo, no se detuvo, limpiando su propia ventana (Sandricuentos 92). Labios de pájaro, gato volador. Así nació la primavera en su mata de pelo. ¡Pequeña Dulcinea, bajo los huevos de codorniz! ¡Qué vuelo tan esperado! ¡Qué vuelo tan feliz! (Sandricuentos 91).

¡Pollera colorada, en zapatos de charol! ¡Calcetas de columpio, que rayas algodón! Miraba la niña con sus ojos de farol (Sandricuentos 90). Los libros llenaron su cafetera. Horas de desvelo, letras con aroma. Noche sin fin ¿Por qué me devoras? (Sandricuentos 89).

Entre humos de sahumerio ella, siempre, lo intentaba. ¡Soñar no Página 37 de 47


cuesta nada! Le gritaron. A lo que respondió: Mientras ustedes duermen y sueñan en pasivo, al menos yo quemo incienso, restaurando mi motivo (Sandricuentos 88). _Se llamaba Esmeralda y convertía el papel en mariposa_ comentó el viento en el ocaso. La incrédula flor suspiró por un momento y le dijo: No. Fue la infancia, de la niña, que la vio (Sandricuentos 87).

_ ¡Tengo hambre! _ ¡Y yo tengo sed! _ ¡Acércate, te enseñaré a volar! _ ¡Tus alas son cortas, las mías me elevan! _Pero soy el patito feo, del cuento... _Y yo soy la mosca, en la canción de la sopa, que tú te quieres comer (Sandricuentos 86).

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Y llegó ella; la mujer madera... ¡Papiloma de serpiente envenenada, te liberas! ¿Sabes qué, mujer? ¡Un árbol, santo, has hecho crecer! ¡Curvas claras, puedo ver! ¡Manto dorado de resina! Ve a curar el hambre y la sed por doquier (Sandricuentos 85). 5 DE OCTUBRE 2013 Matorral de pelo, colorín, amarillento. ¿Quién te encerró en la torre, corazón sediento? ¡Príncipe de

hierro, ven a su encuentro! ¡Pegaso blanco con mechón al viento (Sandricuentos 84). Mi querido Leonardo, te lo iba a contar...no pude aguantar vivir esta experiencia. Despojarme de toda "tranca" del pasado, ha sido lo mejor que me pudo pasar, dijo la tan lisa, de mona, detrás de los árboles (Sandricuentos 83).

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El niño, burbuja de vapor, soñó con subirse a estribor. Su padre, pez, viajaba en tierras lejanas. _ ¡Proa, popa, proa!_ lo llamaba. El niño, burbuja de vapor, soñó con el mar y un barco de papel. La imaginación lo condujo hasta él (Sandricuentos 82). La "danzarina" fue capaz de equilibrarse sobre la cuerda floja de la vida. Entonces, ella respiró, libre, diciendo: Ahora, el Tíbet está bajo mis pies (Sandricuentos 81).

Cada corazón era la luz que conducía sus días. Cada corazón era la esperanza que albergaba sus noches. Y así fue que el árbol brilló cuantas veces ella quiso (Sandricuentos 80). La trampa del arlequín cayó en sus propias manos. Tanto evitó la tormenta de fuego, que derrotado en amor-manzana, abrazó a su propio corsario (Sandricuentos 79).

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La levedad del ser se manifestó, a través, del perfume de la flores que él le trajo, y que ella valoraba con liviana anticipación (Sandricuentos 78). Ese fue el día en que ambos encontraron similitudes. Algo los hacía cómplices: el cariño y el respeto mutuo (Sandricuentos 77). Los dos llegaron con un regalo. Presentaron sus nuevos hogares. El

viaje sobre ruedas finalizó en un mismo destino." (Sandricuentos 76) "¡Pasas y calabazas! ¡Canción de niña; constructora de casas! Tus dones son gracia, tus dones son gracia... (Sandricuentos 75). Él, que todo lo sabía, la miró con compasión. Luego le exclamó: _ ¡Aférrate a mis rayos!_ Ella, sin titubear, lo hizo y de pronto, su gélida mano comenzó a brillar (Sandricuentos 74).

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Jamás dudó en lo que deseaba hacer. Viajó como vuela el viento, entre nubes abultadas _ ¡Pelo volador, dame valor!_ Avanzaba, sobre el hilo conductor (Sandricuentos 73). El deseo de echar raíces era tan grande, que tuvo que convertirse en hombre, para ir en busca del agua (Sandricuentos 72). Cada mordisco desintegrarla,

terminó excepto

por su

autoestima, la que estaba intacta (Sandricuentos 70). La lluvia de envidia, crítica y desaprobación, terminó por convertirse en cristales de diamantes, los que la vistieron tan radiante; como a una verdadera reina (Sandricuentos 69). Confió en los seres humanos de la gran ciudad, y por eso no emigró a nuevas tierras (Sandricuentos 68).

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Todo indicaba que se cumpliría la profecía. Las noticias políticas no decían nada fuera de lo común, sin embargo, se esperaba un mega sismo, con réplicas de Norte a Sur y desde luego enjambres _no de abejas_ sino telúricos. Su café olía a voto (Sandricuentos 67). ¡Caracol, caracol de cabeza! ¡Cual Principito cuidando su rosa! _Caracol valiente, caracol soñador ¿Me

permites sentir tu sabor? Dijo la flor (Sandricuentos 66). Brisa del tiempo... Encantamiento. Apresurada voy a tu aposento. Se acaba el lamento. Zapatos de tacones; llevándome a tu encuentro (Sandricuentos 65). Le dio la espalda a todas las palabras ofensivas y siguió su camino en bicicleta. Una vida llena de gozo comenzaba ese día (Sandricuentos 64). Página 43 de 47


La muchacha sabía que el árbol había depositado palabras para ella, en las hojas de su libro. Lo que ella no sabía, era que las palabras debían volver al árbol; esta vez, convertidas en hojas (Sandricuentos 63).

¡Viento de Otoño, viento de rosas!, ¡alza las alas, mi nueva esposa! ¿Dónde vienes blanca mariposa? Aquí te espero y haré de ti, la más hermosa (Sandricuentos 61).

Entonces, fue que prefirió convertirse en parte del Universo estrellado. Cansada de la estupidez humana, tomó a la Tierra entre sus manos (Sandricuentos 62).

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