Infierno Entre Los Bosques

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el sofá y sus respaldares, Campbell se sentaba con María en los últimos escalones del segundo piso. Campbell le colocó una canción, y le dio uno de sus audífonos, para ayudar a pasar más el rato. Savage things wash over me A crime that leaves a heated greed Oh machine, machine I washed it for you Machine, machine - ¿Crees… que saldremos de aquí? – preguntó María, jugando con sus dedos de las manos - No lo sé… - dijo Campbell, honestamente –. Quizá sí, quizá no… ¿Y qué dices tú? ¿Podremos salir? - Yo… creo que sí… sí… saldremos de aquí... Campbell la rodeó con su brazo, y sintió sus brazos alrededor de su torso. Le dio un beso en el cabello, y se quedaron así juntos, sin importarles sin alguien los veía o no. Siempre había alguna voz que rompía el ambiente, una tos a lo lejos, que se perdía en el silencio. La oscuridad se desvanecía por un momento, por la luz de la luna, y las estrellas Campbell vio en su celular. Ningún mensaje de Jim o de George. De hecho, revisó en su teléfono, no había señal de nuevo. Ya iban a ser las tres y media, y ninguna señal de que podrían escapar. No quedaba más que esperar a la mañana y ver qué hacer. Pero Campbell sabía que llegando la mañana, nada podría cambiar. Los zombies quizá no se irían solo porque sería de día. Quizá seguirían ahí, y aunque no podían verlos, ni olerlos, sabrían que algo dentro de la cabaña podría salir en cualquier momento, y ellos se abalanzarían sobre comida recién salida que trata de escapar de sus fauces, como lobos. Una respiración muy fuerte y acelerada se escuchaba entre los que estaban presentes. Escuchaba gruñidos de dolor, de movimiento. ‘Slasher’ Adams se recostaba solo, en el sillón, lejos de muchos, mientras trataba de respirar lo más que podía. Los vendajes hace tiempo ya estaban mojados y llenos de pura sangre y sudor, y ya no sentía casi su brazo. Campbell no lo podía ver desde aquí, pero Trevor les contaba cómo seguía él. ‘Slasher’ era alguien que no quería rendirse, ni siquiera que le faltaran los cuatro miembros. Solo diría algo como ‘es solo una cortada’, y seguiría peleando hasta el último aliento. ¿Miedo? ¿Temor a irse sin dar pelea? ¿O solo temor a morir? Campbell solo podía preguntarse una cosa, curiosa y mórbidamente. ¿Cómo se sentiría convertirse en uno? La mordida, obviamente, dolería. ¿Solo dejabas de respirar, y morías, y luego revivías? En algún lado, hace tiempo, leyó que uno sentía una fiebre muy fuerte, delirios y alucinaciones, deshidratación bestial, hasta que el corazón se detenía, y te vas. Sería algo interesante de experimentar, pensaba Campbell. Se río para sí mismo, ¿de verdad estaba pensando en eso, en estos momentos, ya cuando lo único que hay que hacer es esperar y salir de ahí? - Trev… Trevor… - decía una voz, entre jadeos y gruñidos – Trevor… no… no me siento… siento… - ‘Slash’, hermano… - le contestaba Trevor – ¿la herida? ¿Pero… qué podemos…? - No… no creo… no voy a llegar… tienen que… tienen que ma… - No, ni lo pienses, hermano, ni lo digas… no podría… no podría… - Tienes que hacerlo, Trev… si no lo haces… si no… entonces yo… todo estarán en... peli... peligro... y no… Campbell no podía ver lo que pasaba, solo una silueta inclinándose cerca del sillón. De pronto, algo comenzó a sonar débilmente en el salón. Era el tono de un celular. Dejó de sonar. Luego, de nuevo comenzó. Y ahora otro por ahí. - Shhh, apaguen esas cosas, que no ayudan – dijo Trevor, con un sentido de estrés en su voz De pronto, otros tres celulares comenzaron a sonar a la vez. Y otro más. Un quinto, de un tono especialmente fuerte comenzó a sonar terriblemente, con una canción electrónica.

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