Energías Vivas - Viktor Schauberger

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materia base de estiércol de vaca. Se entierran en bloque a unos 60 cm. en el otoño, cuando las energías geosféricas de la Tierra se hunden en el suelo al acercarse el reposo invernal. Debido a la forma tipo vórtice, que potencia vórtices, de los cuernos de vaca, las emana ciones del suelo, transformadoras y fructigénicas, que se propagan horizontalmente, se concentran en el contenido de estiércol bruto y, en el frescor del suelo a lo largo del invierno, se transmutan bajo los procesos de fermentación fría. Al principio de la primavera, cuando los campos precisan fertilización, se desentierran los cuernos, su contenido se habrá transformado en una sustancia de aroma dulce altamente activa como consecuencia de su permanencia en esta zona, impregnada de energías geosféricas. Este material transformado se utiliza después en la producción del fertilizante natural conocido como “mezcla 500”. Gracias a los ininterrumpidos esfuerzos de Alex de Podolinsky en Victoria7 y otros como Terry Forman en Nueva Gales del Sur, ha aumentado ampliamente su utilización como fertilizante desde 1947. Hasta la fecha 1 1/4 millones de acres se fertilizan en Australia utilizando este sistema y, visto desde el aire, las propiedades en las que se aplica destacan claramente por encima de las granjas vecinas, debido a la gran abundancia de pasto verde. De hecho, la hierba de la granja de Alex de Podolinsky era tan exuberante y sana que varias vacas de su vecino atravesaron el cercado para comerla. Al descubrirlo unas cuatro horas más tarde aproximadamente, fueron acorraladas y devueltas a su prado. Se comprobó que no comieron durante dos o tres días, debido a la alta calidad de la hierba que habían comido en la granja biodinámica. El propio fertilizante “500” se produce con un movimiento pulsante similar al proceso homeopático de sucesión, en el que el estado de energía u orden aumenta progresivamente mediante la sucesiva creación y recreación de orden y caos. Se añade al agua una pequeña cantidad del estiércol de la vaca y se mezcla de manera que se formen vórtices que rotan alrededor del eje vertical del recipiente de la mezcla. Entonces se remueve el líquido en un sentido hasta que se forme el vórtice. Se cambia el sentido de la mezcla hasta crear otro vórtice. Este proceso de cambio de sentido repetido no sólo imbuye el líquido de las cargas opuestas que salen de las diferentes direcciones de rotación, sino que también atrae O 2 que lo insemina mientras acumula y estructura gradualmente las energías internas de los líquidos en un proceso que está mejor explicado en el arte de la fabricación de espadas. Aparte de las distintas aleaciones utilizadas en el arte japonés de la fabricación de espadas, el material base se pone primero al rojo vivo y después se bate o se “construye” con un martillo conforme va enfriando. Posteriormente se calienta hasta la incandescencia, se dobla sobre sí mismo, se funde y se bate nuevamente. Aquí el recalentamiento representa el aspecto caótico, mientras que batirlo es el aspecto constructor. Poco a poco, con la repetición continuada de los dos procesos que abarcan la creación del orden y el caos, aumenta la estructura de la hoja y disminuye el nivel de caos, produciendo finalmente una hoja afiladísima cuya estructura es laminar y flexible. De manera parecida ocurre con el fertilizante, al formar y destruir los vórtices alternativamente, el nivel de energía sube y el grado de caos desciende hasta que, después de aproximadamente una hora, el producto está preparado para ser utilizado. Éste se aplica rociando los campos hacia el atardecer durante las dos o tres horas posteriores a su preparación y antes de que se dispersen las energías acumuladas. En muchos aparatos de mezcla, siempre que la mezcla no se realice manualmente, se crean los vórtices mediante unas palas rotatorias motorizadas, que primero rotan en un sentido y después en otro. Muchos de los recipientes de mezcla son cilíndricos pero obviamente sería preferible que fuesen ovalados (como se comentó anteriormente). Además, en vez de palas para generar vórtices, un sencillo impulsor de una sola hoja como la cabeza de un palo de golf montado en el fondo de una vasija ovalada (como se muestra en la Fig. 19.11 8) obtendría los mismos resultados con una mayor economía de fuerza motriz. El aparato que mencionamos aquí es del tipo que usaba Walter Schauberger para introducir permanentemente dióxido de carbono en el agua bajo un vacío parcial. En vez de acero o hierro galvanizado, la vasija debería ser de arcilla cocida, madera o cobre, y la mezcla debería realizarse 210


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