César Augusto Dávila recinto, haciendo un adiós de mano a mi antiguo verdugo. Si pues -recuerda mi amigo-, todas las horas, tienen su hora y como ese mal hombre se fue de este mundo sabiendo yo, fiel a un código de conducta que aprendí en mi lejana juventud, ni siquiera bajo tortura he delatado jamás… ni a mis enemigos. Si pues. Cada ser humano es un universo y es sorprendente lo que mucha gente tiene que contar, cuando comparte un trago con un viejo compañero de olvidados sueños.
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