Interruptor Fanzine - Corriente Urbana - #1

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Leche negra Dicen que hay corrientes por debajo que respiran piedras ásperas brillantes. Son la caca de las máquinas fundidas enquistándose en lo huecos del espacio y estancando el esófago de adormidera. No es la luz sin pelos la que avisa, ni el calor, el ruido, nada; sólo el peso que detiene las palabras: “Has bebido el concreto del que se compone tu destino”. Lucas Andino


Interruptor fanzine es una publicaci贸n que busca provocar a la gente curiosa y creativa dando temas y juegos de palabras en que inspirarse.


En orden de aparici贸n Luis Fernando Auz (Dementholic)

(Aut贸mata) (Aut贸mata)




























SOLO

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Damiรกn Vรกsquez/www.disaikner.com/Riobamba - Ecuador




Ilustrado por Huesos - www.huesosnegros.com


El debut de Fulton Guamán. Por: Shirlo Actas

COMIENZO Fulton Guamán miraba el teléfono sin pestañar. «Timbra, timbra, timbra, dalef, timbra, yaf, dale pues, no ves que ya estoy aburrido. Debo concentrarme más, eso…» Fulton cerró los ojos, se puso las manos en la cabeza y pensó. «Teléfono, teléfono, teléfono, suena, dale, suena teléfono ya, vahora..» Cuando los abrió de nuevo, todo seguía igual, entonces Fulton perdió la paciencia otra vez. -Futa, mierda, ya pues teléfono ¡suena!, ya pues, chas que estoy cansadof ya, cinco años y nada vos- refunfuñó en voz alta aquel joven pequeño con ancha espalda. Mientras Fulton Guamán contaba sus visiones de como el aparato negro iba a fracasar en la vida por feo y viejo, la rejilla de la comida se abrió y un extraño olor se le metió por las velludas fosas nasales. En ese momento olvidó el estresante silencio del teléfono. La caja- parecida a una de zapatos- bajó del techo sujetada por un cable. Sabía que nadie le iba a quitar, pero Fulton se lanzó sobre ella y la comida se regó sobre el piso. Sin importarle, empezó a indagarla con sus manos. Buscaba algún gramo de novedad, sin embargo, se encontró con la misma carne-cartón y el mismo arroz con cebollas flácidas subterráneas. Entonces Fulton Guamán perdió la ilusión.


Se acostó entre los arroces y clavó la mirada al techo. « ¿Cuándo iré a salir de aquí? ahí sí poder verle otra vez a la Marisa, qué buenota era esa man. Si estuviera afuera, de guante me la conquistaría. Ese día de la peña de la Erica que rica que estaba, así sabor, sabor. De gana no le dije nada, es que cierto, ese huevón del Lucho justo se me adelantó. Ahí perdí el chance pues, y ahora ando más solano que la fiera de la Hortens sin poder hacer nadas. ¿Qué será de esa Hortens no?, ¿dónde andará metida?, buena nota era la chama, pero eso sí, ¡más fea! ¿Por qué será que las feas son buenas gentes no?, futa porque cuando toca una ricota como la Marisa, se vuelven más gatas que qué. ¡Hay! Diosito, si le hubiera dicho algo, pero nada le dijiste no Fulton, por bruto, eso, por bruto, encima más me dejo encerrar sin saber por qué. Ya cinco años y nada sé. Futa ya estoy cansado de esto, disque iba aprender a ser electricista y nada, chamadre de gana es que me meto en estas cosas yo, y ahora por eso no sé nada, ni siquiera si llueve, o si los bodis siguen echando ecua los domingos ¿Qué será del gordo? ¿Del lobito? ¿Del concha? ¿Dónde andarán metidos esos manes? Futa si eran mis panelas los manes, esos ecuas que nos sabíamos mandar eran bestiales, ni las aguas nos frenaban. Y las chelitas. Y las tripitas, qué delfructas que era, hasta los puñetes con los carevergas de los michusos extraño. Qué rabia, ojalá pudiera salirme de esta huevada de lugar, pero nadie me escucha los gritos, nadie. Ando más flaco que el chivo, mis piernas creo que ya ni sirven, a duras penas hay como caminar cinco pasos en este cuartucho y yo pensé que me iban a dar clases o algo así y nada, ni me avisaron que me iban a encerrar así de feo ¿Será que me voy a morir? O sea, yo si calculo que estoy unos cinco años aquí dentro, si ha de ser. Aunque claro no, por suerte me dejaron quedarme con el reloj, sino marcaba calavera, si me lo barajaban ahí si me jodía. Y los otros, ¿será que siguen encerrados igual que yo? ¿Tendrán reloj? ¿Y si no? ¡Chusas, se jodieron, seguro se volvieron locos! »


En ese momento, una macabra sonrisa se dibujó en la cara de Fulton Guamán. Comenzó a reír teneborsamente. Se revolcaba por el piso del cuarto de un lado a otro mientras se ensuciaba todo el cuerpo con carne, arroz y cebolla. Pero a Fulton no le importaba y reía más. Y tomaba aire por la nariz como hacen los cerdos. «Seguro que se volvieron locos. Imagínate ahí los pobres sin saber qué hora es, ni dónde están. Y yo al lado con un reloj. » Y Fulton reía con más fuerza. «Con un reloj, tic tac, yo si sé qué hora es» Y le salieron lágrimas de la risa. Y la cara le cambió de color. Se atoró con su propia saliva. Y empezó a toser sin control hasta que de pronto calló… - ¿Y si yo me estoy volviendo loco?- murmuró para sí mismo. « Futa no, ahí sí que miedo, ¿Cómo será eso de volverse loco, no? ¿Será que por tanto imaginarse cosas uno se raya la teja? ¿Será? ¿Seeerá? ¿Seré? ¿Seeeré? Serénate, flaco» Y otra vez sonrió. « Aunque si es medio chistoso eso de imaginarse cosas no. Si no lo haría deley me aburriría más de lo que ya me aburro aquí, así como el padre Almeida ¿Hasta cuándo sobreviviría, padre? ¿Hasta cuándo, padre Almeida? Habla padrecito, responde a la sutileza del tomad y bebed. Eso, así, hasta la vuelta, mister. Hasta la vuelta del locrito con papa, con mote y chicharrón, sí señor. Sí, mi señora. Marcelita Quiñones ven a mí, saborcito verde. Rojo, azul, negra como este cuarto, pero ventef mi loca, mi locro, mi loco, así como el que nos


amaba, ese sí que hacía gozar, buen bodi, pero más choro el hijueputa …Un momentito Fulton, un momentito, por favor, es que de tanto imaginarme cosas enserio voy a volver rayitas. ¿futa, y si me convierto en un loco feliz? Ahí sí nadie ha decir nada. Delfructas sería, es que si es chistoso esto de dejarse llevar no… ¿pero y si solo es un engaño y después me pongo triste, y siento que todos me miran o me quieren matar, así como le pasaba al Gera? todo ha de tener su precio, simón. Ahí si no ha de valer imaginar tanto. Así, como esas gallinas gordas de ayer, con voces de lombrices que se pegaban, una para un lado y la otra encima, y caía y la una voz le decía a la otra, espera gallina bruta, espera. O sea, yo no quería pensar en eso pero no había como frenarles a las gallinas, estaban fuera de control, si me dio miedo, no pude frenar hasta hoy cuando me desperté, porque hasta soñé con las gordas. Unas sobre otras, ojos violentos. Antes de entrar acá también me pasó algo parecido con perros, pero. Yo si me iba a veces en mis historias y ni me preocupaba. ¡Eso, tal vez me vuelvo rayitas cada vez que me preocupo, tal vez, debería dejar de pensar tanto y…! Ya, ya mejor me dejo de tonteras y voy a ver otra vez la caja urbana.» Fulton se sacudió la comida de la espalda y de los brazos, y gateó hasta la esquina más oscura del cuarto, donde se encontraba la caja de madera. «Sería delfrutas que un día abriera y aparecieran unas chelitas no. O una hembrita. Chusa mejor sería que aparecerían las llaves de salida. A ver, a ver cerremos los ojos y veamos si aparece algo cuando abra. Una, dos, tres…chas que huevada estos manes que no hacen divertir. Siempre lo mismo, nada cambia. Todo sigue en el mismo sitio, el mismo destornillador, el mismo cinturón, los mismos guantes, y esta caja rara que para qué también servirá. ¿Será que se abre? A ver, a ver… » Fulton utilizó todas sus fuerzas de los dedos para abrir la caja. La aplastó hasta que se rompió.


«Puta ayayay ya me pinché. Si duelef. Ayayau.» Mientras el joven entraba en cólera por haberse lastimado, se metió el pulgar en la boca y absorbió su sangre. Solo cinco minutos después se dio cuenta que la caja se había abierto por primera vez en los cinco años desde a que Fulton Guamán lo encerraron ahí. «!Oye ve, pero se abrió la cosa! ¿Qué es eso? A ver, a ver, cables, números, un indicador, ¿Qué medirá? ¿Será que tiene instrucciones o algo? No, nada. Na de na. Pura sangre. Sabe rica la sangrecita. Oh sí, mi sangrecita, mi sangrecita con sabor a miel... Vesa cosa, ahí han habido unas letras. A ver, qué dice. Me, mmmmeeeeeeddddiiiidor. Eso, medidor deeeee cooooorrrrrr, corrrrrriiiiiiie, corriennnnnteeeeee. Medidor de corriente. Claro mushpa, que bruto que soy ha sido un medidor de corriente, cinco años y recién me doy cuenta, cómo servirá esta cosa ¿Dónde habrá cómo probarle?» Fulton Guamán paseó la mirada por el cuarto sin encontrar nada que le pudiera servir. Miró debajo de la cama, en las cuatro paredes, en el techo; hasta que se rindió y cayó sentado al pie del colchón. Inclinó la espalda y se apoyó en la almohada desintegrada por dentro. Cerró los ojos y empezaba a quedarse dormido cuando se levantó de un saltó y miró a su derecha. -La lámpara ¿De dónde llegara la corriente de la lámpara?- preguntó. Gateó hacia el objeto, cogió el cable y lo siguió hasta que llegó a un agujero en la pared por donde se perdía. Jaló sin ningún resultado. Jaló otra vez pero el cable seguía ahí, sin moverse del agujero. Fulton Guamán se desesperó y empezó gruñir. «Nada me sale bien, nada. ¿Por qué todo me pasa a mí? No me puedo ni divertirme un rato no. »


Fulton miró otra vez el cuarto, esta vez lo hizo con desprecio. Luego observó el cable y lo siguió con la mirada hasta que desapareció en la lámpara. El aparato luminoso no tenía nada especial. Un tubo de plástico duro sostenía la pantalla de aluminio, y adentro brillaba el foco igual que una nueva idea que parió en ese instante el cerebro de Fulton. Fabricaría una puya para cavar en la pared hasta encontrar la fuente de energía de la lámpara. «Está vez yo gano, señores.» «Fuera tubo.» Y Fulton partió el tubo en dos con la rodilla. «Fuera foco.» Y Fulton lanzó la pantalla al suelo. El foco explotó, el cuarto quedó en tinieblas, pero Fulton Guamán no se preocupó. «Ahora solo debo encontrar un buen vidrio para después amarrarle con un pedazo de tela y listo. A, ver, ¿dónde te metiste, foquito? ¿Dónde estás? Yo sé que caíste por aqu…. ¡Ayayau, chugcha tu madre, ya me cogí la corriente, mierda, puta! » El joven aprendiz de electricista aun se lamentaba por la herida en el pulgar, pero el cimbrón que le recorrió por brazos y piernas hizo que su paciencia rebosara del todo. -¡Hijos de la grandísima puta- gritó-, sáquenme de aquí que me voy morir electrocutado! - Ya no quiero ser electricista, caras de la verga. - Me vale verga la electricidad, ¿me escucharon?, me vale verga- insistió una vez más.



« Ya no más, enserio, ya no puedo más estar así. Quiero salir, pero ¿qué hago ahora que no puedo ni moverme porque me electrocuto? De gana hice huevadas, al menos antes tenía luz. Soy un bructo, animal, zonzo, ni siquiera logré usar el medidor de corriente...» «CORRIENTE» El joven saboreó lentamente cada sílaba de la palabra, como si algo se escondiera detrás. CO-RRIEN-TE, CO-RRI-EN-TE. Entonces abrió los ojos con exageración. « Yo gano, cabrones.» Visualizó el cuarto en su mente. Caminó con precaución hasta el lugar donde recordaba que podía estar el agujero por donde se perdía el cable. Lo encontró y lo agarró con su mano, entonces comenzó a recogerlo hasta que tuvo en sus manos lo que sobraba de la lámpara. Sujetó con una mano el cable y con la otra el tubo que sostenía el foco y jaló lo más duro que pudo. El cable se rompió. Deslizó su mano hasta el extremo y cuando sintió la corriente en sus venas por segunda vez en ese día, lo soltó y sonrió. Los latigazos de electricidad no impidieron que lograra unir los cables del medidor con los de la lámpara. La luz verde se prendió detrás de los números, y la aguja naranja comenzó a moverse de izquierda a derecha hasta que llegó al final. El teléfono timbró. « ¿Qué? ¿El teléfono? No puede ser, no puede ser...» El corazón de Fulton Guamán se transformó en ametralladora. Soltó el medidor de corriente sin darse cuenta y clavó los ojos en donde suponía que debía estar el teléfono.


Sonó otra vez. «Jue madre bendita, por la grandísima virgen de los divinos cielos, está sonando el teléfono. ¿Y ahora? ¿Y ahora qué hago? ¿qué hago? » - ¡Halo!- trató de pronunciar el muchacho, pero no se le entendió. Se aclaró la garganta pero una sensual voz de mujer mecánica se le adelantó. - Fulton Guamán- dijo- ingresado en la academia para electricistas de método aplicado de corriente urbana en 2008. Se le informa que a las 15:20 de este día con fecha once de noviembre de 2009, usted ha superado la prueba- única y final- del establecimiento para poder ser electricista, dominar mediante improvisación el tipo de corriente que podrá hallar en las zonas urbanas. Ha logrado descifrar el misterio del medidor y la caja. Desde este momento, usted saldrá del centro de capacitación a realizar sus primeras reparaciones bajo la supervisión del ingeniero Lauro Ladrillo. Antes, sin embargo, deberá escuchar las indicaciones. Primero, el ingeniero Ladrillo le manda sus más sinceras felicitaciones por ser el primero de los cincuenta aprendices en graduarse. Segundo, en Quito no llueve desde hace un año. Los parques están amarillos, las montañas negras por las cenizas de los incendios, la gente huele mal, los pájaros se han ido, las personas no salen de sus casas y los que sí lo hacen usan trajes especiales por temor al cáncer y a las ampollas. Los trajes se los vende en los supermercados, pero nosotros le proveeremos uno sin ningún costo. El gobierno ha pedido auxilio a otros países pero nadie responde. Por Paute caminan vacas y cerdos, se ha convertido en un simple charco. Hay miles de cortocircuitos diarios con tantos intentos fallidos por recuperar la energía. Repito, hay miles de cortocircuitos diarios. Hasta el gobierno la pasa mal. Además, la situación se ha tornado más grave después de que el volcán Cotopaxi hizo erupción hace un mes. Latacunga ha desaparecido al igual que su madre,




sus hermanos, y Los Chillos. No se asuste, Fulton, lo último que ha escuchado era broma. Tercero, tiene cinco minutos para arreglar su maleta, traer el cinturón con los destornilladores, los guantes, el medidor de corriente, y subir a la Planta Baja. Cuarto, la puerta de salida es la de vidrio no la de madera. Quinto, el ingeniero Ladrillo le espera en la Eloy Alfaro y República. Eso es todo y gracias por habernos preferido. Y Fulton Guamán no supo qué pensar. FIN


Auspician:

guรกpulo - mariscal



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