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INTRODUCCIÓN
La Asociación de Amigos de los Árboles Viejos nació en Pamplona en el año 2005 y desde entonces trabaja para promover la conservación y protección de los árboles viejos y singulares de Navarra, difundir sus valores y profundizar en el estudio de estos y toda la biodiversidad asociada a ellos. Durante estos años la Asociación ha trabajado sin descanso en la catalogación de los árboles de diferentes especies, en los bosques de Navarra. En octubre de 2005 organizó las primeras Jornadas Técnicas sobre Árboles viejos, Bosques maduros y su Biodiversidad en el Señorío de Bértiz y posteriormente ha organizado exposiciones y concursos de fotos, jornadas de voluntariado ambiental, charlas divulgativas y excursiones abiertas al público a diferentes bosques de Navarra para catalogar árboles. Actualmente se centra en el estudio y análisis de la biodiversidad en el bosque de Artikutza. En esta ocasión nuestro amor e interés por estas leyendas vivas nos lleva a Pamplona, ciudad privilegiada que actualmente cuenta con aproximadamente 500 hectáreas de zonas verdes y una gran variedad de arbolado con 144.000 árboles censados, distribuidos en calles, plazas, parques y jardines. El Ayuntamiento de Pamplona, a través de la Agenda 21 y dentro del proyecto “Biodiversidad Urbana de Pamplona”, nos propuso la realización de este libro. La Asociación aceptó con entusiasmo este reto que nos ha llevado por todos los rincones de Pamplona para encontrarnos y disfrutar de estos seres mágicos: “Los Árboles Viejos y Árboles Singulares de Pamplona”. Al acercarnos a ellos hemos visto su grandeza y hemos tratado de sentir la energía que trasmiten perdiéndonos entre sus ramas, sus hojas o en los detalles de sus bellas formas. Testigos del paso del tiempo, cada árbol nos ha contado una historia diferente, la historia del lugar donde puso sus raíces, de sus gentes y de sus costumbres. En este recorrido nos hemos encontrado, entre otros, con el cedro del Líbano que acompaña silencioso a las huertas milenarias de Arantzadi; con los plataneros generosos del Puente de la Rochapea que protegían del sol a las mujeres cuando lavaban la ropa a la orilla del Arga; con el castaño de Indias o “Árbol de San José” del Bosquecillo que verdea varios días antes que sus hermanos de especie; con el tejo y castaño de Indias que bailan al son de la música del conservatorio en Teresianas; con la secuoya de Diputación, gigante espectacular en el mismo corazón de Pamplona; con el sauce de la Ciudadela, elegido por los recién casados para hacer sus fotos de boda; o con el tejo del Hotel de los Tres Reyes superviviente nato frente al avance del asfalto. Abies pinsapo de las Piscinas de Arantzadi. 9