REVISTA POETICA AZAHAR A veces ante la expresión corporal, las palabras se dispersan en su temporalidad. Acaso no es la palabra una saeta, la cual busca en el silencio la inmortalidad de su eco. A tientas sigue el rastro del viento. A solas se amortajan las palabras con las sombras del silencio. Apuñalan y desangran el crepúsculo a la orilla de los ríos. Zarpan ordenadas una a una las palabras dentro de la balsa de la poesía. sobre los espejos de agua. Zurzo sus caracteres cual si fueran una jauría de perros ferales. Zarpazos y dentelladas hacen de la poesía su alimento diario. Zumo y esencia es sin duda de sublimes sentimientos, los cuales ameritan ser escuchados desde la óptica del silencio. Anuda en un abrazo fraterno y solidario la locura con la razón, ya que son hermanos bastardos de diferente padre. ¡Aina!... la poesía es espuma sobre el agua a la deriva. Anegadizo el pecho se desborda con frecuencia de caracteres e inmediatamente deleznan mi alma de papel. Hondo e insondable puede llegar a ser el sentimiento que acuña en el centro del corazón, y nos induce tanto a permanecer como a valorar la libertad. Hecho ineludible y muy común en los togados (o magistrados) al sellar las paz con sus providencias llenas de verdadera honestidad. A fondo sabemos que la alexia también es causa de la ceguera espiritual. Razón suficiente, mediante la cual repetimos el error de negarnos ante todo la obligación de rectificar. Resarcimos a sí mismos, con el fin de construir a través de los caracteres, el anagrama de un lenguaje propio que nos articule con palabras de verdad. JOSÉ AGUSTÍN PACANCHIQUE RAMÍREZ -Colombia-
SOLO TOMO SU ARMA Él solo tomó su arma y se fue a donde lo mandaron le dieron uniforme y misión y nada le preguntaron.
gente que moría de hambre y niños sin un familiar. Él solo tomó su arma y nadie le supo explicar porque con solo 15 años Lo obligaban a matar.
Él solo tomó su arma y ni siquiera sabía usarla era tan sólo un chiquillo que apenas podía cargarla.
Él solo tomó su arma y al oír la orden disparó. Su mundo cambió de repente y su niñez se evaporó.
Él solo tomó su arma y vio muerte en su caminar JUAN MANUEL LÓPEZ HERNÁNDEZ -México-
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