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SALUD

Quienes tenemos la fortuna de ver un lindo atardecer, compartir una película, poder leer un libro o simplemente poder ver a los ojos a quienes amamos, casi nunca nos detenemos a pensar cómo sería la vida si esto nos faltara, pero el día que lo hacemos, se nos genera una gran angustia y empezamos a comprender el verdadero valor de contar con salud visual y cómo esta hace parte de nuestro desarrollo como seres humanos, de nuestro bienestar y calidad de vida.

La necesidad imperiosa de mantener la salud visual en la población implica la implementación de muchas estrategias inmersas dentro una política global de prevención y autocuidado.

Dentro de estas estrategias, la principal es el cuidado primario en salud visual, que se fundamenta en tres pilares claves: una adecuada y completa valoración visual, una intervención las afecciones conciencia del autocuidado visual.

La primera valoración de la salud visual, es realizada generalmente al nacimiento por un profesional en pediatría, oftalmología u optometría, a partir simplemente de la evaluación de reflejos y fondo de ojo en el neonato, ya empieza a aportar información valiosa sobre las enfermedades oculares congénitas o recién instauradas como infecciones, que pueden requerir manejo inmediato o remisión oportuna al especialista oftalmólogo pediatra.

De ahí en adelante, las siguientes valoraciones de la salud visual la realiza el profesional médico en optometría, quien ya sobre los dos años, puede hacer una evaluación tanto objetiva como subjetiva de la visión, lo que le permite encontrar alteraciones como la ambliopía o déficit de refracción como miopía, astigmatismo o hipermetropía, que manejadas a tiempo y en forma constante van a ser susceptibles de mejoría gracias a la plasticidad cerebral en ese momento de la vida.

En la edad escolar es muy importante la observación por parte del círculo familiar o de su entorno académico como profesores o cuidadores, quienes pueden encontrar signos que denoten alguna alteración visual y direccionar al menor la valoración de salud visual por el optómetra a través de su sistema de salud, estos signos son por ejemplo la necesidad del menor de acercarse para ver mejor, la manifestación de cansancio con la lectura y limitación de la comprensión de lo leído, la queja contante de dolor de cabeza, etc.

Así mismo, en programas preventivos de crecimiento y desarrollo, y de manejo de pacientes crónicos se pueden encontrar por parte de los profesionales de la salud, alteraciones en la función visual que obligan al direccionamiento oportuno para la valoración y descartar patologías crónicas como catarata, glaucoma o afectaciones en retina.

En términos generales se considera prudente, que esta valoración de la salud visual por optometría se haga por lo menos una vez al año en los niños y cada dos años en los adultos.

A partir de lo encontrado por el optómetra en su valoración, este toma una conducta que puede ir desde definir que un paciente está sano y brindarle educación para la conservación de su visión, hasta la remisión a un oftalmólogo general u oftalmólogo supra especialista, para el manejo de una patología médica ocular específica, pasando por el manejo de infecciones oculares del segmento anterior del ojo o la prescripción y actualización de fórmulas optométricas para mejora de la agudeza visual en pacientes con déficit refractivo.

Es muy importante que la intervención en salud visual sea oportuna para lograr el mejor efecto, así mismo en nuestro sistema de salud, toda conducta del optómetra que implica una remisión se hace dentro de una Red Integrada de Atención en Salud Visual (RIAS), que garantiza el seguimiento del paciente y permite verificar que su manejo esté instaurado adecuadamente y el resultado que el tratamiento está haciendo sobre la visión del paciente.

Para el cuidado primario en salud visual es fundamental tener una conciencia de autocuidado.

Sabemos que el ser humano está cada vez más expuesto a múltiples factores de riesgo tanto ambientales o no, que están afectando su salud visual, entre otros la contaminación ambiental, el exceso de uso de pantallas, una mala alimentación, en ocasiones las dificultades de acceso a su sistema de salud y frente a estos factores, el ser humano debe ser educado en apropiar acciones de autocuidado en pro de conservar su función visual a largo plazo.

Dentro de las actividades para el autocuidado de la salud visual son de especial relevancia contemplar las siguientes:

  • Descanso ocular frente a largas jornadas de labores con enfoque cercano, con la regla del 20-20-20 que es simplemente que cada 20 minutos se enfoque a más de 20 pies (6 metros) por lo menos durante 20 segundos, esto disminuye la fatiga visual.

  • Un ambiente adecuadamente iluminado.

  • Dieta rica en vitaminas A, C, E y en Zinc.

  • Actividades al aire libre con buena calidad del aire.

  • Mantener un entorno visual saludable, claro, ergonómico, confortable.

  • Disminución de tiempo frente a pantallas.

  • Consulta y reconsulta oportuna a la valoración de salud visual, así como enfatizar sobre la educación en el mantenimiento de la misma.

Todas estas acciones contribuyen a la conservación de una buena función visual, por último el saber cuándo acudir a urgencias por signos de alarma como pérdida súbita de la visión o aparición de visión doble o el dolor intenso ocular van a permitir que una evaluación e intervención oportuna, disminuya la afectación visual de alguna patología que se pueda estar instaurando.

Dr. Jose Vicente Bello R. Coordinador médico UNIVER

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