SHANGAI BABY

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—Mira lo que estás haciendo. —Lo miré a él vestido de traje impecable y luego me miré a mí, descalza con unas pantuflas, con una bata de dormir completamente arrugada por su culpa, no pude más que reír a carcajadas moviéndome de adelante hacia atrás. Él también rió pero muy rápido dejó de reír: —Cocó, te diré una mala noticia, regreso a Alemania. Acaricié los súbitamente rígidos músculos de mi cara: —¿Qué? —Lo miré fijamente un largo rato, él también sin decir una sola palabra me miraba. —Al parecer no son rumores —susurré—, mi prima me había mencionado que te iban a transferir a las oficinas centrales. Estiró los brazos y me abrazó: —Quiero estar contigo. —Imposible —gritaba mi corazón, pero de mis labios no salió ni una palabra. Sólo usé mis labios, mi lengua y mis dientes para recibir el torrente salvaje que venía de él, era lo único que podía hacer, aunque hubiera usado mis puños para detener su pecho, aunque con destreza hubiera extraído en secreto todo su dinero, sus tarjetas de crédito, sus documentos, no hubiera podido detener este hecho: mi amante alemán, este occidental que me ha proporcionado más placer que varios hombres juntos, finalmente me iba a dejar, y no podía ser de otra manera. Lo empujé: —Bien, y ¿cuándo te vas? —A más tardar a fines del mes que viene, quiero pasar a tu lado cada minuto y cada segundo. —Agachó la cabeza, la metió en mi pecho. Mis pezones, al contacto con sus cabellos a través de mi delgado camisón, se irguieron como una flor desesperada ante la inminencia de la noche. El auto corría rápido y suave, los colores de nuestros sueños se oscurecían, los bordes del sueño poco a poco se plegaban, como los valles profundos y los negros acantilados del lado oscuro de la Luna. Las noches de Shangai están llenas de un aliento emocionante y desgarrador. Volábamos por las calles lisas, entre las luces de neón y de polvo dorado, por los parlantes sonaba Iggy Pop: "Somos sólo huéspedes de paso, visitantes apresurados, mira el cielo lleno de estrellas, esperando que desaparezcan juntos ". Se puede hacer el amor hasta el agotamiento, entristecerse hasta más no poder, construir verdades, apagar los sueños, cualquier cosa vale, pero lo único que nadie entiende es por qué derramamos lágrimas, tantas como Dios ha puesto estrellas en la noche. Durante un instante pensé que esa noche iba a ocurrir algo extraordinario, por ejemplo el auto podría chocar con algo y nosotros morir en un accidente fortuito e inexplicable. Pero no hubo tal accidente, el auto llegó al Parque Central de Pudong, estaba cerrado e hicimos el amor a la sombra de unos árboles fuera de la valla que rodeaba el parque. Los asientos reclinables de cuero exudaban olor a frivolidad. Sentí un calambre en el tobillo pero no dije nada, permití que esa sensación incómoda creciera hasta que los jugos de nuestros sueños llenaron mi entrepierna. Cuando en la madrugada desperté en su departamento, pensé que todo había sido un sueño, el sexo crece y se desborda fácilmente, como la tinta negra en las pinturas chinas, pero el sexo no puede cambiar nada, especialmente cuando los rayos del sol entran en la habitación y ves en el espejo las ojeras bajo tus ojos. Cada historia llega a su fin después de pagar el precio justo. Cuando un cuerpo extiende sus tentáculos para unirse estrechamente con otro cuerpo, es sólo el preludio de una separación ineluctable. Mark me informó que desde ese día hasta fines del mes siguiente tendría vacaciones de despedida. Ya no necesitaba ponerse la corbata e ir a diario a las diez menos cuarto de la mañana a la oficina. Había decidido disfrutar plenamente cada día. Me suplicaba pasar más tiempo con él. Mi novio pintaba a Modigliani en las paredes del restaurante de su madre, a mi novela sólo le faltaban las últimas hojas, y después de algunos días tal vez jamás volvería a ver a este hombre. ¡Qué vida, qué mundo!, sólo sentía que la cabeza me dolía como si estuviera partida. Él bajó el volumen de la balada de Suzhou y me trajo unas aspirinas del botiquín, me dio un masaje en la


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