"Nuestro Hogar"

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paz y encantamiento. Luego, Clarencio tomó de nuevo la palabra: –Hermanos –dijo–, enviemos ahora a Ricardo nuestro mensaje de amor. Observé entonces con sorpresa que las hijas y la nieta de la señora Laura, acompañadas de Lisias, abandonaron el estrado, tomando posición junto a los instrumentos musicales. Judith, Yolanda y Lisias se encargaron respectivamente, del piano, del arpa y de la cítara, al lado de Teresa y Eloísa, que integraban el gracioso coro familiar. Las cuerdas afinadas casaron los ecos de suave melodía y la música se elevó, acariciadora y divina, semejante a un gorjeo celeste. Me sentía arrebatado a esferas sublimes del pensamiento, cuando voces argentinas embelesaron el interior. Lisias y las hermanas cantaban maravillosa canción, compuesta por ellos mismos. Será muy difícil frasear humanamente las significativas estrofas, llenas de espiritualidad y belleza, pero intentaré hacerlo para demostrar la riqueza de los afectos en los planos de la vida que se extienden más allá de la muerte: Padre querido, mientras la noche Trae la bendición del reposo, Recibe, padre cariñoso, ¡Nuestro afecto y devoción!… Mientras las estrellas cantan En la luz que las empalidece, Ven a unir a nuestras preces La voz de tu corazón. No te turbes en la senda De sombras del olvido, No te duela el sufrimiento, 242

Nuestro Hogar


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