pascual, efusión del Espíritu. Dios es Trinidad, descubierto en el misterio de la Encarnación. Y de ahí Dios es experiencia de Trinidad; éste es el misterio en quien creemos y al que cantamos. Mi Dios es donación, eterna entrega, fecundidad y júbilo en el Hijo, y amor que en el Espíritu es el beso, amor donado, amor correspondido. Él es revelación de su misterio, mi Dios es transparencia de sí mismo, que en gracia se nos da y es vocación, abriéndonos el alma a lo infinito. Mi Dios es cielo y tierra emparentados; Él es encarnación, que es su destino: su vida entera es vida derramada, y ser Dios es estar a mi servicio. Mi Dios es amistad que deifica, mi Dios es el Espíritu sentido, la eterna novedad que se transciende intimidad y aquí, mi sello íntimo. Dios es adoración, silencio aroma, y amor que al ser tocado, es excesivo, Dios es la Trinidad, la suya y nuestra, y, al ser cual es, lo es porque Él lo quiso. ¡Te adoramos, amor amante, amado, oh Dios de los deseos y suspiros, y acógenos, oh Padre, Hijo, Espíritu, amados por los siglos de los siglos! Amén. De modo especial dedico estos versos a los Seminaristas que me dieron ayer noche la bienvenida, que habían quedado en el Seminario para el servicio de la primera tanda de Sacerdotes ejercitantes: Efrén Martínez Reynoso (2° Teol.) - José Juan Vázquez Rincón (4° Teol.) - Ignacio Bastida González (3° Fil.) Fabián Eduardo Gómez Mancilla (3° Teol) - Juan Antonio Castillo Aguilera (3° Fil.) – Gracias, amables amigos. Aguascalientes, Ags., 20 junio 2011.
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