200876627 elementos nº 63 dcha izda

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Elementos Derecha-Izquierda ________________________________________________________________________________________________

hombres, no sólo me parece comprensible sino que también es moralmente sana. Porque sano es, y creo yo que razonable, volver de vez en cuando el discurso dominante del revés, para mostrar a los instalados en ese mismo discurso sus incongruencias, eso es moralmente sano. Pues, ¿cómo llamar de izquierdas, ni por un momento, a esta constante, abierta y declarada, apología del terrorismo de estado a la estamos asistiendo? Yo creo que eso hay que decirlo, que por debajo de eso está el que surja en otros ambientes, sin decirlo, y a veces dicho el predominio de las viejas categorías del amigo y el enemigo por encima o por debajo de otras consideraciones.

Derecha e izquierda: claves del debate Francisco Fernández Buey Coincido con Bobbio en que la distinción entre derecha e izquierda en el plano de las ideas políticas sigue teniendo sentido hoy en día, y creo además que es sano decir con claridad y públicamente que sigue habiendo izquierda y derecha en estos tiempos que corren de mucha confusión con respecto a las ideas políticas. Se ha dicho que los intelectuales oscilan entre la perplejidad y la confusión y me parece que hay bastante verdad en eso. Hay motivos serios para considerar borrosos los perfiles y los límites de lo que fueron derecha e izquierda en la política europea de los años sesenta. El lenguaje y los actos de la derecha de entonces han cambiado, se han modernizado formalmente, también una parte de la izquierda de entonces se parece muchísimo a lo que se consideraba política y cultura de derechas entonces.

Quien entiende la política como ética de lo colectivo ha de seguir pensando y no quedarse en declaraciones como esas, y por eso hay que repetir que tiene razón Bobbio al menos en este punto, que las palabras derecha e izquierda están ahí y siguen diciendo algo importante para la mayoría de la gente, no sólo en los momentos electorales sino más cotidianamente, cuando discutimos los problemas más importantes de la economía, de la política, de la sociedad y de la cultura. Es entonces cuando sale a la luz el lado oscuro de eso que se ha llamado, y que Bobbio trata también en su libro, transversalismo, y se observa una curiosa y en parte desagradable coincidencia entre la derecha de hecho, que niega, o que dice negar, la distinción, y algunos de los exponentes de los nuevos movimientos sociales que vuelven a decir que no son de derechas ni de izquierdas sino todo lo contrario, sin saber en este caso que también esa expresión, la de no ser de derechas ni de izquierdas sino todo lo contrario estaba ya dicha y que sobre ella se construyó una línea borrosa entre dos extremos que se tocaron históricamente sin saberlo y que es la línea que discurre entre Sorel, Gramsci y Mussolini; también Bobbio lo recuerda y vale la pena que lo tengamos en cuenta.

Al observar esta gran perturbación que estamos vivienda en España, y no sólo en España, hay que comprender que mucha gente joven y no tan joven, piense que la vieja distinción entre las palabras derecha e izquierda ha perdido el sentido que tuvo en el pasado. Y no estoy pensando ahora en la antigua cantinela de aquellos que dicen no ser de izquierdas ni de derechas sino todo lo contrario, ni tampoco pienso en el apoliticismo calunquista, muchas veces inducido por los conservadores que no lo son, sino los conservadores que lo son sólo de las relaciones de producción y no de la cultura o del patrimonio. Uno comprende la negativa a aceptar la vieja distinción al pensar en las personas jóvenes, con espíritu cívico, a veces políticamente activas y casi siempre solidarias, que sencillamente se han hartado del cinismo.

Esta es una buena razón para seguir usando las palabras como las usa la mayoría, pero también me gustaría añadir que conviene entender los conceptos como la minoría, porque las palabras, por el uso y el sobreabuso, sobre todo cuando son grandes

Esta actitud de rechazo que está muy extendida entre los jóvenes ecologistas y entre los insumisos, y también, diría yo, entre personas, en general, sensibles a la contradicción entre el decir y el hacer de los 81


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