Por que le pasan cosas malas a la gente buena

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la gracia de sanar los resentimientos, las heridas, las tristezas y todo pecado que nos cueste dejar. Aprovechemos y hablemos con Él ya que está dentro de nosotros, de hijo a papá, de amigo a amigo. También hagamos las oraciones que la Iglesia nos recomienda. Ir a Misa y no comulgar es como trabajar en una empresa sin recibir sueldo en la quincena o a fin de mes, o como ir a un banquete y rechazar el plato fuerte. Guardando las proporciones. Francisco era un joven español de familia muy solvente que un día, por la gracia de Dios, tomó con valentía la decisión de irse de misionero a evangelizar en Japón, logrando así convertir a miles y miles para Dios. Ese misionero comulgaba o recibía la Eucaristía con tanta fe en que era el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que al morir y abrirle su cuerpo, los médicos encontraron regados pedacitos y pedacitos circulares de carne, que representaban las eucaristías que había recibido con tanta fe durante toda su vida. Hoy en día ese hombre es un Santo de nuestra Iglesia católica, San Francisco Javier. Entre tantos testimonios sobre el poder de la Sagrada Eucaristía11, encontramos también la historia de la mujer francesa Marta Roban, quien fundó los Foyers de Charité y duró alrededor de cincuenta años reducida en una cama en estado de parálisis sin comer y sin dormir, ya que en un principio todo lo que comía lo devolvía, hasta el agua. Lo único de lo cual se alimentó durante todo ese tiempo fue de la Eucaristía. Santa Faustina Kowalska, a quien se le manifestó el Señor de la Misericordia, fue otra de las personas que se alimentó tan sólo de la Eucaristía durante los años que estuvo postrada en cama. Conviene que esperemos con calma hasta el final de la Misa la bendición del Sacerdote; recordemos que esta bendición contiene el signo de nuestra fe, la Santa Cruz, que no es un gesto cualquiera hecho por cumplir, sino que es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo acompañándonos con su Gracia para que podamos ir en paz. Por lo mismo, tiene muchísimo poder. Cada una de las oraciones que sugiero se pueden reforzar con oraciones espontáneas, que broten en fe del corazón, recordando que es un diálogo de hijo con Dios Padre. Por todos estos regalos, jamás debemos salir con excusas y justificaciones cuando nos invitan a la Misa. Cuando vayamos, así sea por obligación, no digamos como yo de pequeño: “Qué pereza, la misa la va a hacer ese padrecito que lo hace bostezar y dormir a uno o que regaña tanto”. Debemos entender que, independientemente del Sacerdote que celebre, la bendición es la misma. De nosotros depende enriquecer la oración para alcanzar las gracias y bendiciones que Dios nos quiere conceder en su misericordia para hacer de la Eucaristía una verdadera fiesta de fe, esperanza y sanación. Para que conozcan y le saquen muchísimo más provecho a los regalos que nos ofrece la Santa Misa, les recomiendo la lectura de libros como Sanación a través de la misa y Presencia real de Jesús Eucaristía, del Padre de Grandis. ¿Por qué me cuesta tanto creer que Jesús está presente en el Santísimo Sacramento? La actitud de apertura en la oración, de entrega, de confianza y de vivir una experiencia de fe viva que exige la Misa deberíamos cultivarla para todos nuestros actos de piedad. Por ejemplo, en las visitas al Santísimo, usted puede hacer una oración similar a esta: “Señor, ilumíname con tus rayos eucarísticos; regálame el don de la fe, sáname, libérame, transfórmame, conviérteme, lléname de la luz de tu sabiduría”. Esos rayos de luz no los vemos en forma material, pero son como la electricidad y el aire, que tampoco


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