Por que le pasan cosas malas a la gente buena

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agua, acosarnos con manoseos, actos obscenos y morbosos, o de abusos sexuales de intento o de hecho. En este último caso, pueden generarse traumas tan tenaces como las equivocadas inclinaciones sexuales, las cuales en su mayoría son fruto de estas amargas experiencias. Otras vías de escape bien sutiles son el trabajo, el estudio en exceso y la privación de necesidades vitales con sus respectivos desórdenes, tales como los orgánico–alimenticios que dan origen a la anorexia: “Quiero ser flaca a costa de lo que sea como la modelo de la televisión, porque así es que le gusta a la gente”. Nos autoflagelamos porque no nos quieren como somos, como diciendo “Usted no me quiso, pues ahora yo no me quiero”. Las personas que fueron víctimas de alguna de estas formas de crianza y que muchas veces están buscando ser aprobadas, aparentemente son muy entradoras, llenas de energía, exitosas, charladoras o extrovertidas, pero cuando alguien se burla de ellas o las rechaza se les acaba la chispa. Algunos defectos físicos pueden ser superados de muchas maneras (cirugías, tratamientos, terapias), pero un corazón resentido por la burla requiere de un proceso de sanación en Dios para perdonar esos desprecios. Cuando recibimos un estímulo tosco (palabras o actos) nuestro cerebro puede llegar incluso a sufrir taras y manías, como la tartamudez y los tics nerviosos. Las personas podemos heredar de nuestros antepasados tanto lo bueno como lo malo Así como se pueden heredar de nuestros padres y antepasados los buenos ejemplos, los valores y las riquezas materiales, entre otros, también cuántos miembros de una misma familia cargan con patrones de comportamiento y tragedias que se repiten por generaciones, tales como la miseria económica, el desempleo, los matrimonios que no funcionan, los divorcios, las enfermedades, las muertes violentas, los suicidios, los intentos de suicidio, los abortos, la soltería, las depresiones, las histerias y los miedos irracionales, entre otros, desconociendo que todo ello es producto de palabras crueles o maldiciones que por lo menos uno de nuestros antepasados pronunció en contra de nuestros padres, de nosotros o de alguien cercano, en medio de una rabia, una angustia o un desespero que les produjo el sentirse desobedecidos o irrespetados. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en la forma prevenida como nuestras abuelitas decían “Yo sé que usted nunca va a ser feliz con ningún hombre”, “usted al paso que va no va a servir para nada”, “con esa forma de ser suya no va a conseguir nada en esta vida”, “usted qué va a poder, usted es un pobre desgraciado”, “usted nunca va a salir de pobre”, “usted sí es lo más lento que hay”, “usted no da la talla, usted es un imperfecto ahí”, “ah lágrimas de sangre que irá a llorar”, “se la va a llevar el diablo”. Sin que seamos conscientes de ello, terminamos repitiendo los parámetros de conflicto y de dolor de generaciones anteriores, especialmente a la hora de entablar relaciones afectivas o sentimentales, cuando emprendemos un negocio, un proyecto, o cuando decidimos conformar una familia. Es por ello que también les comparto este libro, con un fin muy hermoso, para que le pidamos a Papá Dios que muestre la raíz de los traumas, ataduras heredadas y a la vez nos sane de sus secuelas, para que nuestra generación y las siguientes podamos vencer la inclinación a repetir los errores de nuestros antepasados. Igualmente, gran parte de estos lastres, situaciones sin salida y desgracias, se


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