Soy gerente y ahora que francisco lehman

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EL PUNTO DE PARTIDA: ¿NEGOCIO O EMPRESARIALIDAD?

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tina de lácteos. Nos saludamos con afecto y charlamos un buen rato. Le mostré mis apuntes y aproveché para preguntarle si me había perdido de algo importante al principio de la conferencia. Constaté que no, mientras regresábamos a nuestros asientos. Ahí acordamos encontrarnos más tarde para almorzar en la zona. Desde alguna consola en la sala de conferencias, quien controlaba el sistema de iluminación, fue haciéndonos “desaparecer” nuevamente en la oscuridad. Así nos transformó a todos los asistentes en ordenadas siluetas de cabezas recortadas contra el único haz blanco que enmarcaba a Sampler allá arriba sobre el escenario. Desde ahí, sonriente, mientras nos disolvían a todos en esa noche ficticia, él disfrutaba del espectáculo que le brindamos con nuestro regreso.

El principio del cambio Cuando el silencio dio paso al primer acceso de tos entre el público, Sampler, con total dominio del escenario, dio comienzo a la segunda parte de su exposición. Retomó la esencia de su relato inicial subrayando el éxito conseguido con su empresa a pesar de las dificultades que permanentemente lo habían acosado: La pinza que significaba la política económica del gobierno de entonces se hacía sentir sobre la empresa. La rentabilidad se resentía ante altísimos y renovados impuestos mientras los salarios, impulsados por sindicalistas inconscientes, crecían por sobre la galopante inflación de la época. No eran tiempos fáciles. Se estaba instalando un clima enmarañado para cualquier actividad económica inserta en una sociedad industrial moderna.

Silencio. Sampler tomó el vaso que se encontraba sobre la mesita a su lado y con un calculado sorbo de agua mineral, amplificado por el micrófono corbatero, produjo el impasse necesario para continuar diciendo con voz grave: La mayoría de las empresas estaban, en ese momento, asfixiadas por las circunstancias económicas que se les imponían. Cargaban sobre sus espaldas el estigma de ser mostradas como las responsables de atesorar riquezas y no compartirlas con sus trabajadores. Y así muchas de ellas comenzaron a venderse; otras, a cerrar sus puertas. Ahí estábamos nosotros, también afectados por el contexto. ¿Qué es lo que yo debía hacer? Mi experiencia me señalaba que las cosas en el país habían tomado un rumbo que hacía que la empresa se me escapara de las manos. Por primera vez sentí que perdía el control de la situación.

Ese fue el instante en que todos los presentes percibimos lo que vendría. Efectivamente, Sampler continuó: “No podía ignorar la lectura que hacía de la realidad y tam-


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