Rock Salta Nº16

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de las bandas de rock salteñas que estuvieron y siguen trabajando en grupos de folclore (sean “serios” o de esos que sólo buscan clonar a Los Nocheros). Ocurre que el circuito festivalero le da al músico las posibilidades laborales que la movida del rock no brinda. Pero ahora sí, cuando mencionamos a Gustavo Leguizamón, el asunto cambia y demasiado. No son pocos los músicos que lo ponen al Cuchi si no como una influencia, al menos como una importante referencia al hablar de música salteña. Más que folclorista, el Cuchi era un músico que buscaba canalizar sus inquietudes a partir de un repertorio de tipo folclórico. Pero más allá de las opiniones, explicita e implícitamente hay un importante repertorio de rock salteño que se mete con el folclore. Una de las primeras manifestaciones en ese sentido fue el grupo de jazz rock La Región, que a fines de los noventa tocaba una chacarera jazzeada de Daniel Tinte llamada “Cuchicheando”, toda una declaración de principios. Y así, en tiempos más cercanos, el mismo Daniel hizo un cruce explícito más que interesante, al menos en dos de sus discos: Noroeste Piano y luego el de la Incayavi Aymara Rock Band. LaForma hace lo propio con parte de su repertorio y suele tener como invitados un ensamble andino (charango y vientos) en cuanta ocasión puede. “Aymara”, de CalmaNiño es una canción importante, y no sólo por el ritmo de

carnavalito que tiene sino por la letra, un gran inventario de signos identitarios de la región cultural.

Más que folclorista, el Cuchi era un músico que buscaba canalizar sus inquietudes a partir de un repertorio de tipo folclórico.

La lista de cruces e influencias podría seguir, desde “El Tinkxu” de El Barco del Abuelo a los coqueteos con la comparsa de Gauchos de Acero o Anguila Macabra. Pero hay que detenerse en una canción que es paradigmática: a principios de la década pasada, los hermanos Corimayo (Horace y Bacalao) tenían un grupo, Airbag, luego devenido en Siddhartha Gautama y quizás su canción más conocida fue “La danza de los vilcas”. Y la pausa obligada viene porque en esa canción se reconocen algunos elementos de cruce que están muy bien planteados: en el medio de la

canción hay un fragmento de bagualavidala, luego da paso a un fragmento de comparsa, y cierra con una parte de huayno, retomando luego la forma original de la canción. Toda esta parte referida se canta a dos voces, tomando armonizaciones vocales en contrapunto, a veces disonantes, al mejor estilo Dúo Salteño. Para aplaudir de pie. Una última imagen, en este caso es un recuerdo: en un festejo de cumpleaños, en la zona de la estación de trenes, hace más o menos diez años, Perro Ciego realizó el show más mestizo de su carrera. Los chicos invitaron al poeta Jesús Ramón Vera, junto a una comparsa y tocaron juntos un tema. Ver ese show, con los tambores y todo el plumaje en escena era escalofriante. En el mismo show, junto a Nelson Coronel (por esos tiempos en El Loco Tito), hicieron una versión que mezclaba “Stirt It Up”, de Bob Marley con “Doña Ubenza”, de Chacho Echenique (miembro del Dúo Salteño). Seguro que el tema no se agota en estas líneas, pero al menos puede servir para pensar un poco y plantear el debate. El rock en nuestra provincia no es ni va a ser nunca como en el centro del país. Ahí están su riqueza y sus posibilidades. Así es el hibridaje. * Nota publicada originalmente en la revista Rock Salta Nº 7, de noviembre de 2011

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