Rockaxis #172

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DAN AUERBACH E

Waiting on a Song EASY EYE SOUND

n su interesantísimo libro sobre rivalidades musicales, “Your Favorite Band Is Killing Me”, el crítico musical Steven Hyden plantea que Dan Auerbach y Jack White podrían ser mejores amigos si no fuese porque, pasada cierta edad y por culpa de los limitantes modelos de comportamiento masculino que imperan en el mundo, los hombres tienden a relacionarse compitiendo entre sí. El libro de Hyden salió el año pasado, pero ahora su ensayo respecto a la relación entre ambos revivalistas cobra nuevo vigor. Resulta que el nuevo disco en solitario de Auerbach, titulado “Waiting on a Song”, no hace más que darle la razón a la teoría de que la mitad de los Black Keys podría hasta tener un bromance con la mitad de los White Stripes. Hay demasiadas cosas en común entre ambos, partiendo por su inquebrantable ética de trabajo, rayando en lo obsesivo, y su interés en mantener vivas ciertas tradiciones musicales dedicando muchas horas de trabajo a su conservación. Esa labor continúa en “Waiting on a Song”, que, como gesto, aspira a preservar costumbres de antaño con el fin de evitar su obsolescencia y devolverlas a la palestra del cancionero popular. Sin embargo, como obra musical, plantea una serie de novedades para cualquiera que acuda al llamado de Dan Auerbach buscando un sucedáneo de los Black Keys, probablemente la mayoría de los que lleguen al disco. De hecho, “Waiting on a Song” no se parece ni siquiera a The Arcs, la otra banda de Auerbach, ni a su anterior placa -y debut- solista, “Keep It Hid” (2009). Si por buscar una continuidad con

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Black Keys, tal vez hay algo de la sensibilidad pop exhibida en “Turn Blue” (2014), pero ciertamente la personalidad del álbum es otra. El sonido vintage de Nashville, el centro de operaciones de Auerbach, es tributado una y otra vez en compañía de un elenco compuesto por personajes de renombre: el cantautor country John Prine, el mítico guitarrista Duane Eddy, el avezado productor David. R Ferguson y, coronando la lista, el mismísimo Mark Knopfler de Dire Straits, quien colabora en ‘Shine on Me’, seguramente la canción más pegajosa del ramillete. En su interior, “Waiting on a Song” contiene flashbacks a la idealizada versión del pasado de Auerbach. ‘Malibu Man’, dedicada a Rick Rubin, es playera, aunque las olas y el mar se ven en tonos sepias a través de su lente, así como en ‘Livin’ in Sin’ nos encontramos con el viejo rocanrol de gomina y chaqueta de cuero. Toda acción emprendida por Auerbach retrotrae. Incluso los intentos que hace en la segunda mitad del disco por actualizar y no sólo recrear acaban pareciéndose al indie pop otoñal de la década pasada, la escuela de Peter Bjorn and John, por ejemplo. A pesar de que llega a puertos predecibles, el viaje al que invita Auerbach en “Waiting on a Song” se disfruta de comienzo a fin por la exquisitez con la que el disco fue hecho. Las texturas retro que consigue, a ratos dignas de Glen Campbell (y que eso cuente como un gran halago) son, probablemente, mejores que las canciones en sí, pero la atmósfera es tan envolvente y bien lograda que dan ganas de quedarse a disfrutarla. Andrés Panes


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