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TONY SÁNCHEZ ARIÑO. LA LEYENDA

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Los safaris africanos. Ayer y hoy…

«Cuando se publiquen estas notas habré cumplido ya 91 años de edad, de los cuales pasé 62 en África como cazador profesional, habiendo cobrado elefantes en 23 países diferentes de dicho continente, lo que, espero, dé un crédito a mis palabras».

Lamentablemente aquellos días de los verdaderos y románticos safaris desaparecieron como humo en la nebulosa del tiempo, y esto lo digo con el corazón en un puño, pues, bajo el sol africano, pasé los mejores años de mi vida, cuando comencé a seguir ‘La senda de los elefantes’ a los 22 años de edad, retirándome de la caza activa a los 83 porque mi soñada África había dejado de existir… En ella pude cazar 1.277 elefantes, 340 leones y 2.092 búfalos, entre otras muchas especies más, cuando podíamos ir a más de mil kilómetros en la dirección que quisiéramos sin problemas, no como ahora que está todo limitado por las ‘concesiones de caza’ de las que no te puedes salir, lo que, para mí, miembro de la vieja escuela, ha sido la muerte del safari tradicional, en el que, de antemano, ya se sabe lo que se podrá encontrar y lo que no, con lo que se pierde el mayor atractivo, como lo es el encuentro con el gran trofeo de forma inesperada.

De todas formas, sería injusto pretender comparar con los parámetros de ayer las condiciones cinegéticas actuales, pues si algo ha cambiado de forma abismal ha sido la caza en África en los últimos treinta años debido a multitud de circunstancias, como lo es la terrible expansión demográfica, que todo lo invade al sur del Sahara.

Es un hecho que en el año 1960 se calculaba una población global africana de

258 millones de habitantes y en 2019 esta cifra alcanzara la cifra de 1.300 millones… aumentando sin parar año tras año y haciendo que lo único estable hoy en día en África sea la ‘inestabilidad’. Si a esto unimos el furtivismo en sus dos vertientes, una para comer y la otra para ganar dinero, el panorama no puede ser más siniestro. Esto ha hecho desaparecer miles de animales salvajes, por culpa del llamado bushmeat, que han terminado en los estómagos de los hambrientos habitantes locales, actividad super destructiva ya que toda la carne es buena, tanto de animales jóvenes o viejos, machos o hembras, etc… sin respetar especies por raras que sean.

Por otro lado, la dichosa caza ‘comercial’ ha extinguido prácticamente en su totalidad a los rinocerontes negros y a los elefantes con colmillos medianos o grandes, que alcanzan elevados precios en los mercados de Extremo Oriente, junto con los cuernos de los citados rinocerontes, tanto negros como blancos, un negocio en el que están implicados miembros de los gobiernos, ejércitos, policías y aduanas, con las ‘manos bien estiradas’ para recoger lo que les corresponda por sus oportunas y temporales cegueras…

Pero siempre hay un ‘pero’, para bien o para mal, y, en este caso, milagrosamente positivo y es que, tanto los cazadores deportivos como profesionales actuales, como no conocieron ‘aquello’, lo de hoy les parece magnífico y, si se olvidan de los elefantes con colmillos de cien libras (45 kilos), los rinocerontes negros y los leones con grandes melenas negras, todavía pueden disfrutar, pues África, en su inmensidad, aún puede ofrecer amplias oportunidades de conseguir trofeos deseados, muchos de ellos magníficos.

Como toda actividad en este mundo, también existen ‘francotiradores’ en el campo de los safaris, como son pseudo agentes y ‘auto’ pretendidos cazadores profesionales, que suelen ser unos intrusos soñadores, pero que le pueden amargar a uno su safari como se descuide. Se les puede clasificar en dos grupos: −El de «Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como», que a través de Internet cuenta maravillas de sus actividades y luego sale lo que sale… y desde luego no lo prometido. −El cazador profesional ‘parchis’, que mata una y cuenta veinte… con la mayor desvergüenza del mundo.

Afortunadamente en España hay muy buenos y honestos agentes de safaris y cazadores profesionales, con cuyas amistades me honro, que harán todo lo humanamente posible porque su safari sea un gran éxito sin la menor duda.

A título personal quisiera insistir en una cosa, y es que, si piensan hacer un safari, no lo demoren mucho pues, por desgracia, las cosas en África van de mal en peor en todos sus aspectos, manteniendo presente aquel viejo refrán de que «No hay situación mala que no pueda empeorar».

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