Menno Simons: Un Fundamento de Fe

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Simons, Menno Un Fundamento de Fe Primera Edición en español.- San Lorenzo: CETAP-COPAIMPY, 2013.212 p.: 16 x 21 cm. Título original: Dat fundament des christelyken leers doer Menno Simons op dat alder corste geschreuen.- Traducción: Carmen Epp ISBN: 978-99967-634-2-7 1. Religión I. Religión: Cristianismo y teología cristiana. CDD 230

© 2013 Centro de Estudios de Teología Anabautista y de la Paz (CETAP), y Convención de los Pastores de las Iglesias Mennonitas del Paraguay (COPAIMPY) Mayor Vera 355 c/San Felipe 2160 Casilla 22.007 Telefax: (+595 21) 582 844 / 584 421 E-mail: cetap@cemta.org.py San Lorenzo - Paraguay Primera edición en español Traducción: Carmen Epp Diseño de portada: Rodolfo Insaurralde Composición y armado de página: Rodolfo Insaurralde Impreso en Paraguay ISBN: 978-99967-634-2-7


Índice Introducción

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La conversión de Menno Simons y su salida de la Iglesia Romana

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Un informe sobre las persecuciones duras de Menno Simons junto con una descripción del lugar donde predicó el Evangelio por última vez y donde falleció y fue enterrado

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Un fundamento y una enseñanza sencilla de la doctrina salvadora de nuestro Señor Jesucristo

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Prefacio

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Del tiempo de gracia

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Del arrepentimiento sincero y verdadero

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De la fe

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Una exhortación a la autoridad

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Del bautismo

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Respuestas con sus justificaciones

69

Una exhortación a los despreciadores de la palabra del bautismo

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De la Santa Cena del Señor

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De la devastación de la Santa Cena

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De la huida de Babilonia

109

Acerca del envío de los predicadores

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De la enseñanza de los predicadores

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De la vida de los predicadores

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Respuestas de Babilonia y sus constructores junto con su responsabilidad

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Una exhortación caritativa y cristiana a todas las autoridades; también a los eruditos, al pueblo en general, a las sectas y a la novia de Cristo que se quema bastante por el calor del Sol en todos los lugares

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A los eruditos

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Al pueblo

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A las sectas corruptas

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La novia, el Reino, la ciudad, el cuerpo, la iglesia, la gracia y paz del Señor

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El final de este libro

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Notas de edición y traducción

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Índice temático

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Introducción Cuando Menno Simons nació en 1496, el Corpus Cristianum todavía estaba intacto. Cuando murió en 1561, todo había cambiado. ¿Cómo sobrevivía Menno en un tiempo de cambios radicales en el mundo religioso, social, político y económico? ¿Cuál fue el fundamento de su vida que le permitía encontrar sentido y propósito no solamente para su vida propia, sino también para la vida de miles de confundidos anabautistas en los Países Bajos, en Alemania del Norte y en Prusia? En este libro encontramos la respuesta sobre el fundamento de la doctrina cristiana. Menno escribió la primera versión del Fundamento de fe entre 1539 y 1540. Esta versión pronto llegó a ser reconocida como “guía de fe y vida” por la mayoría de los anabautistas en los Países Bajos, en Alemania del Norte y en Prusia. En esa edición de su libro llama a la mayoría de los anabautistas munsteritas: ovejas inocentes, seducidos por profetas y visionarios falsos. Se dirige a ellos como sus hermanos, que erraron un poco cuando usaron la espada en defensa de sus vidas. Dicha declaración de Menno les servía a los enemigos del anabautismo –como los luteranos, católicos, calvinistas y para los príncipes y reyes– como prueba de que él también pertenecía a los munsteritas. Por eso Menno se defiende constantemente contra esta sospecha; y dirigiéndose a los pastores, los educados, los teólogos y a los príncipes, los desafía para leer críticamente este su Fundamento. Si en alguna parte pueden probar que no es bíblico, entonces Menno está dispuesto a ser corregido. Cuando los ataques continuaron y miles de anabautistas fueron ejecutados, Menno, en 1558, publicó una versión revisada de su Fundamento de la doctrina cristiana. En esta versión las referencias comprometedoras a los munsteritas inocentes fueron eliminadas. Esta traducción, que presentamos al lector hispano, justamente se realizó de la segunda versión publicada en 1558.

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Menno Simons Nuevamente estamos viviendo en un mundo de cambios radicales en todas las áreas de la vida. En la iglesia, nuevos movimientos ocupan espacios, que en el mapa de las denominaciones tradicionales habían quedado vacíos. Originan nuevas alianzas que cruzan los límites clásicos y dividen las diferentes iglesias en estratos internos. Algunos responden a esta situación con intentos de reafirmar, fortalecer y defender la identidad de su denominación. Otros optan por dejar atrás todas las divisiones históricas, implementando nuevas separaciones. El desafío para nosotros hoy es similar a la época de la reforma: ¿Dónde encontramos un fundamento sólido para nuestras vidas, capaz de darnos seguridad, dirección, esperanza y valor para vivir en el presente y enfrentar el futuro? Cuando a este clásico de la reforma radical lo ofrecemos como respuesta, buscamos mucho más que solo asegurar nuestra identidad denominacional. Porque mucho de lo que hoy se califica como menonita no radica en las escrituras de Menno Simons, y mucho de lo que él propuso, hoy se ve tanto, o quizás más, en otras congregaciones, que en aquellas que llevan su nombre. Creemos que el Cristo resucitado, el Señor del Cielo y de la Tierra, todavía es el mismo, como en el tiempo de Menno Simons. Por lo tanto, 1 Cor 3:11 todavía es vigente: “Porque nadie puede poner otro fundamento, que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. El movimiento anabautista nació de las reuniones de estudios bíblicos. Cuando los reunidos bajo la guía del Espíritu Santo reconocieron la verdad divina, no solamente la aceptaron como revelación divina, sino también la vivían en la vida diaria. El anabautismo añadió al sola gratia, sola fide, sola escritura de Lutero la dimensión de la sola vita. En otras palabras, la salvación por fe y gracia tiene que realizarse en una vida nueva y restituida a la voluntad de Dios. A las visiones y nuevas revelaciones de los visionarios y falsos profetas de su tiempo, Menno responde con un biblicismo radical. La Biblia es y sigue siendo la única norma y guía para la fe y la vida. Entre los dones espirituales de 1 Cor 1 la enseñanza y el discernimiento de los espíritus son de suma importancia. Cuando todo el mundo podía abrir y leer la Biblia sin la preparación necesaria, o sin la dirección de maestros cualificados, las puertas estaban abiertas para toda clase de visiones y revelaciones nuevas, interpretaciones equivocadas y profetas falsos. La cruzada apocalíptica de los anabautistas del Reino de Münster era posible, según Menno, porque no tenían suficiente conocimiento bíblico y les faltaba el don del discernimiento de los espíritus.

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Un Fundamento de Fe Para dar la orientación necesaria a las ovejas perdidas, después de la tragedia de Münster, Menno escribió su Fundamento de fe. Las doctrinas básicas que desarrolla son: • Con la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el Reino de Dios, o la Nueva Jerusalén, ya descendió del Cielo y está entre nosotros. Este Reino se vuelve en realidad visible allí, donde seguimos a Jesucristo y hacemos la voluntad de Dios. • La teología de Menno es amilenialista, es decir que Cristo ya es el Señor del Cielo y de la Tierra. El Reino de Dios ya está entre nosotros. La segunda venida del Señor será para el juicio final y para la recreación del Cielo y de la Tierra para toda la eternidad. • Todavía vivimos en el tiempo de la gracia. • Hoy es el tiempo para arrepentirnos, para hacer penitencia, confesar nuestros pecados, pedir perdón y reconciliarnos con Dios por medio de Jesucristo, nacer de nuevo y ser restituidos a la semejanza de Dios. • La restitución es una regeneración radical de todo el ser humano a la condición prelapsaria de Adán y Eva. Por medio de la gracia y el amor de Dios somos liberados de la esclavitud de los poderes del mal de este mundo. Como hijos e hijas de Dios, y colaboradores de Jesucristo en su Reino, tenemos el poder, no solamente para vencer las tentaciones del mal, sino también para hacer el bien, o vivir según la voluntad de Dios. • Con base en nuestra confesión, el perdón de nuestros pecados y de nuestra fe en Dios y en Jesucristo somos bautizados. Con el bautismo entramos como hermanas y hermanos en la comunidad de los creyentes y públicamente nos identificamos como ciudadanos del Reino de Dios. • Desde este momento los valores y las normas del Reino de Dios sobrepasan todas las leyes y normas morales de los reinos de este mundo. Obedecemos más a Dios que a los hombres. • En la celebración de la Santa Cena los creyentes individuales son integrados como granos en el pan que representa el cuerpo de Cristo en este mundo. La transubstanciación no pasa en pan y vino, sino en cada creyente individual, que es integrado en la comunidad visible de los hijos y las hijas de Dios en este mundo. • La regeneración radical no solamente transforma al pecador individual. Transforma también a todas las relaciones básicas, como relaciones religiosas, sociales, emocionales, económicas y políticas de la vida humana.

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Menno Simons •

Como hijas e hijos de Dios y colaboradores de Jesucristo en el establecimiento del Reino de Dios, nos hacemos cargo de este mundo como creación de Dios. Distribuimos las riquezas y los frutos de esta tierra de tal manera que ninguna de las criaturas de Dios tiene que sufrir necesidad. Con el trabajo de nuestras manos, nuestra razón y nuestro amor para el prójimo, este mundo nuevamente se vuelve en un paraíso de abundancia de vida para toda la creación de Dios. Menno rechaza el comunismo institucional como lo fue practicado por los hutteritas y como fue impuesto por los anabautistas en Münster. Lo reemplaza por el amor más puro a Dios y al prójimo, que se expresa en la disposición de compartir todo lo que tenemos y lo que somos con el prójimo necesitado sin restricciones algunas. Por razón de esta práctica, Menno puede declarar que entre los anabautistas de su tiempo todos, los ancianos y huérfanos, las viudas y los enfermos, los desterrados y los fugitivos, tienen suficiente para vivir. Nadie entre ellos sufre necesidad de nada. Basado en esta fe y vida, Menno desafía a los perseguidores de los anabautistas, a arrepentirse, hacer penitencia, confesar sus pecados frente a Dios, recibir el perdón y ser regenerados a la imagen de Dios. Así también ellos pueden salir del cautiverio babilónico de los poderes del mal de este mundo y entrar como criaturas restituidas a la imagen de Dios en la Nueva Jerusalén, que ha descendido del Cielo y se está realizando ahora en las vidas de los hijos e hijas de Dios. Por esta razón confronta a los príncipes y poderosos de su tiempo. Han recibido su poder para proteger a los buenos y castigar a los malos. Deberían empezar el día con el estudio de los mandamientos de las Escrituras y practicar justicia según la voluntad de Dios. La fe cristiana no puede ser obligada. Cada individuo es libre de decidirse para seguir a Jesucristo, o seguir viviendo bajo la esclavitud de los poderes del mal de este mundo. Elegir la vida o seguir viviendo en la muerte. Seguir viviendo en Babilonia o entrar en Jerusalén.

Dr. Helmut Isaak. Mgrt. Robert Wiens.

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La conversión de Menno Simons y su salida de la Iglesia Romana Donde se relata en forma breve y clara, cómo y por qué se retiró del papado, y su vocación posterior como predicador del Evangelio. Escrito por él mismo, originalmente en idioma holandés, en 1554. A ¡Querido lector! Nuestros adversarios nos han acusado falsamente de profesar la doctrina de Münster acerca del Rey, de la espada, de la revuelta, de la defensa, de la poligamia y de otras atrocidades más. Pero, mis amables lectores, sepan que jamás adopté, en mi vida, cualquiera de las doctrinas precitadas. Por el contrario, por más de diecisiete años me opuse a las mismas con todas mis fuerzas, advirtiendo a la gente contra estos errores abominables. También, a través de la Palabra de Dios, llevé a algunos al camino correcto. Jamás en mi vida he visto Münster, ni he tenido tratos con aquella secta. Espero, por la gracia de Dios, que jamás comeré o beberé con tales personas (si éstas existen), conforme a las instrucciones de la Sagrada Escritura; a menos que confesaren su error de todo corazón, tuvieran frutos íntegros del arrepentimiento y obedecieran debidamente al Evangelio. Menno Simons. La a i a

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¡Mi lector! Te escribo la verdad en Cristo, y no miento. Sucedió en el año cuando tenía años, que entré en el oficio de sacerdote en la aldea de mi padre en Frisia, llamada Pinnigum. Ahí también había otros dos de la misma edad que estaban conmigo en el mismo servicio. Uno era mi pastor, docto en parte, y el segundo estaba a mi cargo. Estos dos

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Menno Simons habían leído la Escritura en parte. Pero yo no la había tocado jamás en mi vida. Pues temía que, si la leyera, sería engañado. ¡Miren! Semejante predicador ignorante fui yo por aproximadamente dos años. En el primer año después de esto, a veces, cuando empleaba el pan y el vino en la misa, me venía al pensamiento que estos no fueran el cuerpo y la sangre del Señor. Creía que el diablo me lo sugería para desviarme de mi fe. Lo confesaba de vez en cuando, gemía y rogaba, pero no podía liberarme de este pensamiento. Los dos jóvenes mencionados y yo pasamos nuestra vida diaria jugando, bebiendo y deleitando de diversiones frívolas, tal como ¡desgraciadamente! es la costumbre y la naturaleza de ese tipo de gente inútil. Y cuando teníamos que tratar algo de la Escritura, no podía hablar ni una palabra con ellos sin que se burlasen de mí. Pues no sabía nada de nada de lo que yo quería decir, tan sellada estaba la Palabra de Dios ante mis ojos. Al fin decidí estudiar el Nuevo Testamento con diligencia. Aún no había avanzado mucho antes de descubrir que habíamos sido engañados. Y en poco tiempo mi conciencia afligida, en cuanto al pan anteriormente mencionado, fue liberada de esta aflicción, incluso sin ninguna instrucción humana. Lutero me fue de alguna ayuda, porque a través de él supe que los mandamientos humanos no nos pueden atar a la muerte eterna. Mediante la iluminación y gracia del Señor, avancé con la exploración de la Escritura cada día más. Y en poco tiempo fui considerado por algunos (aunque equivocadamente) como predicador evangélico. Todo el mundo deseaba mi compañía, pues el mundo me amaba y yo amaba al mundo. No obstante, decían que yo predicaba la Palabra de Dios y era un hombre distinguido. Luego sucedió, antes que hubiese escuchado de los hermanos, que un hombre piadoso que temía a Dios, llamado Sicke Snyder, fue decapitadoI en Leeuwarden porque había renovado su bautismo. Me parecía muy extraño que se hablase de un segundo bautismo. Revisé la Escritura con diligencia y reflexioné seriamente en ella, pero no pude encontrar ningún relato de bautismo infantil. En vista de que me había enterado de esto, conversé con mi pastor sobre estas cosas. Después de muchas palabras conseguí que reconociera que el bautismo infantil no tenía ningún fundamento en la Escritura. No obstante, aún no podía confiar solo en mi juicio, por ello consulté con algunos autores. Éstos me enseñaron que “por medio del bautismo los niños tenían que ser lavados de su pecado original”. Comparé esto con la Escritura y descubrí que tal cosa era contra la sangre de Cristo.

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Un Fundamento de Fe Después me dirigí a Lutero queriendo saber el fundamento. Éste me enseñó que “los niños debían ser bautizados por su propia fe”. Como pude ver, esto tampoco correspondía con la Palabra de Dios. En tercer lugar consulté a Bucer. Éste me enseñó que debían ser bautizados “para que sean atendidos tanto más diligentemente y educados en el camino del Señor”. Vi que esto tampoco tenía ninguna base en la Escritura. Al final consulté también a Bullinger, quien aludió al pacto y a la circuncisión; pero encontré que eso no podía sostenerse según la Escritura. Ya que descubrí en todas partes que los autores divergieron tanto acerca del fundamento, y que cada uno seguía su propio razonamiento, me quedó claro que fuimos engañados en cuanto al bautismo infantil. Poco tiempo después me trasladé a una aldea llamada Witmarsum, donde había nacido. Allí me atrajeron la codicia y avidez de hacerme un gran nombre. Ahí hablé muchas cosas de la Palabra del Señor sin el Espíritu y sin amor, igual que otros hipócritas. Y de esta manera hice discípulos que me parecían jactanciosos, vanos, charlatanes imprudentes, quienes lamentablemente no tomaban estas cosas en serio, igual que yo. Aunque ya podía comprender mucho de la Escritura, desperdicié este conocimiento mediante los placeres de mi juventud en una vida carnal inmunda sin ningún fruto. Buscaba nada más que beneficio, comodidad, el favor de los hombres, esplendor, fama y gloria como suelen hacer todos los que viajan en un barco semejante. Vea, mi lector, así adquirí el conocimiento de ambos, del bautismo y de la Santa Cena. Mediante la iluminación del Espíritu Santo, con mucha lectura y reflexión de la Escritura. Por medio de la dádiva y el favor misericordioso de Dios. No mediante los medios y el servicio de sectas seductoras, como se dice de mí. Espero que lo que escriba sea la verdad y que no esté buscando ninguna gloria vana. Y si algunas personas me hayan sido provechosas en ello, entonces eternamente quiero dar las gracias al Señor por ello. Mientras tanto sucedió que, cuando había vivido allí por aproximadamente un año, unos cuantos sugirieron el bautismo. Pero de dónde vinieron los primeros neófitos, o dónde ellos vivían, o quiénes eran en realidad, aún no lo sé hasta esta hora. Ni tampoco nunca los he visto en toda mi vida. Poco después irrumpió la secta de Münster, a través de la cual muchos corazones piadosos, también en nuestro pueblo, fueron engañados. Mi alma se encontraba muy acongojada, pues reconocí que ellos tenían ahínco por cierto, pero erraban en la doctrina a pesar de todo. Con mi pequeño don me opuse a ello predicando y amonestando cuanto podía.

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Menno Simons Tuve dos conversaciones con uno de sus líderes, una vez en secreto, la otra en público. Pero mis amonestaciones no tuvieron ningún éxito porque yo mismo hacía lo que, según mi propia confesión, no era correcto. El rumor de que yo pudiera tapar la boca a esta gente se propagó lejos. Todos se apoyaron en mí, se refirieron a mí, quienesquiera que fueran. De manera que tenía que ver con mis propios ojos cómo era el vecino y defensor de los impenitentes, quienes todos se fiaban de mí. Eso me dio un golpe bastante fuerte en mi corazón, de manera que gemí y pedí: “¡Señor, ayúdame, para que no me haga culpable del pecado de otra gente! . Mi alma se inquietó y reflexionó acerca del fin. O sea, aunque ganase el mundo entero, viviera mil años, y sin embargo al fin tuviera que soportar la ira y mano castigadora de Dios, ¿qué es lo que entonces hubiera ganado? Más tarde las pobres ovejas descarriadas que, después de muchos edictos, después de mucho asesinar y matar, perdieron el camino porque no tenían a ningún pastor verdadero, se reunieron en un lugar llamado el Oude Klooster, cerca de mi lugar de residencia. Desgraciadamente inducidos por la doctrina impía de Münster, y en contra del Espíritu de Dios, de la Palabra y del ejemplo de Cristo, desenvainaron la espada que el Señor había ordenado a Pedro que envainara, para defenderse. Después de que eso haya sucedido, la sangre de las víctimas, aunque habían sido engañadas, me apenó tanto que no podía soportarlo, ni obtener serenidad en mi alma. Reflexioné sobre mi vida carnal e inmunda, mi doctrina hipócrita y la idolatría que cometía diariamente contra mi alma bajo la apariencia de devoción. Vi con mis ojos que estos hijos fervientes entregaron su cuerpo y sus bienes voluntariamente por su doctrina y su fe, aunque no era una doctrina saludable. Y yo era uno de los que en parte también habían descubierto algunas de sus abominaciones, y aún seguía con mi vida frívola y mis abominaciones conocidas. Sólo quería procurar la comodidad de mi carne y no estar bajo la cruz del Señor. Durante esta reflexión mi alma me dolió tanto que ya no podía soportarlo más. Pensé para mí: ¿Qué debo hacer yo, un hombre miserable? Si sigo de esta manera y no vivo según la Palabra de mi Señor que comprendí; si no castigo la hipocresía de los eruditos, y la vida carnal e impenitente, y su bautismo pervertido, la Santa Cena y el culto falso con la Palabra del Señor conforme a mi pequeño don; si no revelo el fundamento correcto de la verdad a causa del temor de mi carne. Si no hago todo lo que puedo para dirigir a las inocentes y engañadas ovejas que tanto quieren hacer lo correcto, si sólo supieran lo que es, el pasto verdadero de Cristo. ¡Ay, cómo se manifestará la sangre derramada, por más que fluyó

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Un Fundamento de Fe por equivocación, en el juicio del Dios Todopoderoso y grande contra ti y dictará sentencia sobre tu pobre y miserable alma ante tu Dios!”. Mi corazón se estremeció en mi cuerpo. Pedí a mi Dios con suspiros y lágrimas que me dé a mí, un acongojado pecador, la dádiva de su gracia. Que me otorgue un corazón puro. Que misericordiosamente me perdone mi conducta impura y vida frívola, por los méritos de la sangre roja de Cristo. Que me regale sabiduría, espíritu, franqueza y una valentía varonil, para que predicase Su nombre adorable y excelso y Su santa Palabra en forma genuina, no falsificada, y saque a luz Su verdad para Su alabanza. En el nombre del Señor empecé a enseñar públicamente desde el púlpito la palabra del arrepentimiento verdadero. Comencé a dirigir al pueblo por el camino estrecho. A castigar todo pecado e impiedad, además toda idolatría y culto incorrecto, con el poder de la Escritura. Empecé a presentar públicamente el culto verdadero, también el bautismo y la Santa Cena, de acuerdo al sentido y a la doctrina de Cristo conforme al grado de la gracia que había recibido de Dios en aquel tiempo. También advertí fielmente a todos contra las abominaciones de Münster con respecto al rey, a la poligamia, al reino, a la espada, etc. Hasta que el Señor, grande y misericordioso, después de un tiempo de aproximadamente nueve meses, me alcanzó con Su Espíritu paternal, Su ayuda, poder y mano. Entonces voluntariamente dejé mi buena fama, mi honor y reputación que tenía con los hombres, y todas mis abominaciones anticristianas, las misas, mi bautismo infantil y mi vida vana. Me expuse de buena voluntad a toda la miseria y pobreza bajo la cruz pesada de Cristo mi Señor. En mi debilidad temí a mi Dios. Busqué a personas que temían a Dios, y también encontré a algunas, aunque pocas, que tenían un buen fervor y buena doctrina. Hablé a los que estaban equivocados. Algunos, mediante la ayuda y el poder de Dios fueron rescatados de las cadenas de su perdición con la Palabra de Dios y ganados para Cristo. A los obstinados y endurecidos encomendé al Señor. – “Mire, mi lector, de este modo el Dios misericordioso, mediante el favor benigno de su gran gracia, que me concedió a mí, un miserable pecador, primero tocó mi corazón. Me dio una nueva mente. Me humilló en Su temor y me enseñó a reconocerme en parte a mí mismo. Me apartó del camino de la muerte y me llamó misericordiosamente al camino estrecho de la vida, a la comunión de Sus santos: A Él sea la alabanza para siempre, amén”. Aproximadamente un año después, cuando me ejercitaba en la Palabra el Señor leyéndola y escribiéndola en silencio, sucedió que seis, siete u ocho personas se me acercaron. Ellos estaban en armonía conmigo y cuya fe y vida, hasta donde alcanza el juicio humano, estaban irreprochables,

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Menno Simons

Mt 18:19-20

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se acercaron a mí. Conforme con el testimonio de la Escritura, se hallaban separados del mundo, sometidos a la cruz; tenían una repulsión profunda no solo contra la secta de Münster, sino también contra las maldiciones y abominaciones de todas las sectas del mundo. Ellos me suplicaron que tome a pecho el apuro grande y grave y la necesidad de las pobres almas oprimidas, pidiendo a favor de los que temían a Dios, que andaban en el mismo espíritu y en la misma mente con ellos y conmigo –ya que el hambre era grande, y había muy pocos administradores fieles–; y que emplee mis dones que había recibido del Señor inmerecidamente en beneficio de los mismos. Cuando escuché esto, mi corazón se inquietó mucho. Por todos lados había molestias y zozobra. Por un lado, vi mi escaso talento, mi gran ignorancia, mi naturaleza débil, la estupidez de mi carne, la tiranía, lo pervertido, la petulancia y maldad ilimitada de este mundo. Vi las sectas poderosas, la sutileza de muchos genios, la cruz muy pesada, tanto que, si yo empezara, me oprimiría bastante. Por el otro lado, era evidente para mí la necesidad, la carencia y la gran hambre deplorable de los niños devotos y piadosos, quienes andaban errantes igual a las ovejas inocentes y abandonadas que no tienen ningún pastor. Al final, después de mucho pedir, me rendí al Señor y a su iglesia bajo la condición de que juntos pediríamos seriamente al Señor por un tiempo. Si fuese su santa y agradable voluntad, que pudiera y debiera servirle por Su alabanza, que Su amor paternal me diera tal corazón y mente que me permitirían declarar con Pablo: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!”. Pero si no, que Él lo dispusiera de tal manera que no se realizara en ninguna parte, puesto que Cristo dice: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los Cielos, porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Vea, mi lector, por ende no soy de la secta de Münster, ni de cualquier otra de las sectas sediciosas, como equivocadamente se dice de mí. Sino que fui llamado a este ministerio inmerecidamente por un pueblo que estaba dispuesto a recibir a Cristo y Su Palabra. Que llevó una vida arrepentida en el temor de su Dios, sirvió a su prójimo en amor, llevó la cruz, buscó el bienestar y la salvación de todos los hombres. Amó la justicia y verdad, y retrocedió ante la injusticia y maldad. Esto da un testimonio potente y vivo de que ellos no son sectas tan falsas, como se les califica, sino que son cristianos auténticos, aunque desconocidos para el mundo; si se reconoce que la Palabra de Cristo es veraz y que Su vida santa e irreprensible y Su ejemplo son infalibles y rectos.


Un Fundamento de Fe De esta manera yo, un miserable y gran pecador, he sido iluminado por el Señor, convertido a una nueva mente, he huido de Babel, he ido a Jerusalén, y finalmente, aunque sin merecerlo, he llegado a este ministerio alto y difícil. Como los anteriormente mencionados no desistieron de su súplica, también mi propia conciencia –aunque en debilidad– me inquietó porque vi la gran hambre, la gran necesidad, a los que ya me había referido. Me entregué al Señor con cuerpo y alma, y me encomendé a Su mano de gracia. A consecuencia de eso empecé oportunamente y conforme al contenido de la santa Palabra a enseñar y bautizar. A trabajar en el campo del Señor con mi humilde don. A construir Su santa ciudad y templo. A insertar las piedras caídas otra vez en su lugar. Y el Dios grande y fuerte promovió la Palabra de un arrepentimiento sincero, la Palabra de Su gracia y poder con la asistencia del sano uso de Sus santos sacramentos. Mediante nuestro humilde servicio, nuestra enseñanza y nuestros escritos sencillos. Mediante la ayuda, el trabajo y el servicio diligente de nuestros fieles hermanos, en muchas ciudades y muchos países en una forma tan notoria y evidente. Hizo la conformación de sus iglesias tan magnífica, las dotó con un poder tan invencible, que también muchos corazones elevados y orgullosos no solo se volvieron humildes, impuros castos, ebrios sobrios, avaros benignos, feroces bondadosos, e impíos devotos; sino que ellos también, por el testimonio magnífico de Jesucristo, fielmente cedieron bienes y sangre, cuerpo y vida, tal como aun ahora se puede ver diariamente. Tales no son los frutos o los intereses de una doctrina falsa que no tiene la colaboración de Dios. Tampoco serían capaces de perseverar tanto tiempo bajo una cruz y miseria tan dura, si no estuviesen fundados en el poder y la Palabra del Altísimo. Sí, y es más, en sus pruebas fueron dotados con un tal grado de gracia y sabiduría que Cristo ha prometido a todos los suyos que todos los profesores eruditos seculares y celebérrimos, además de todos los obstinados tiranos culpables de sangre, quienes, ¡Dios mío!, también se jactan de ser cristianos, tienen que estar allí vencidos por estos campeones invencibles y testigos piadosos de Cristo y avergonzados. De manera que no les queda ningún otro medio o salida que desterrar, matar y asesinar, como fue la costumbre y el estilo de la vieja serpiente desde el principio, y como desgraciadamente aún se puede ver y sentir diariamente en muchos lugares en nuestros Países Bajos. Vean, esto es nuestro llamado, nuestra doctrina y son los frutos de nuestro ministerio, debido a la cual se nos difama tan duramente y se nos persigue tan hostilmente. Con mucho gusto dejamos que todos los

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Menno Simons piadosos juzguen si todos los profetas, apóstoles y fieles siervos de Dios no han soportado tales sufrimientos debido a su servicio fiel. Pero en cuanto a mi propia vida pobre y débil, confieso abiertamente que soy un pobre y miserable pecador. Concebido en pecado, y nacido pecaminoso de una simiente pecaminosa. Puedo decir con David que mi pecado está siempre ante mí. Mis pensamientos, palabras y obras me convencen. Me doy cuenta y veo con San Pablo, de que en mi carne no mora el bien. Aun así tengo que gloriarme de esto en mi debilidad, que, si este mundo malvado y cruel escuchase nuestra doctrina (no la nuestra, sino la del Señor Cristo) con paciencia y acatase la misma bien sumisamente en el temor puro de Dios, entonces sin duda existiría otra cristiandad, diferente a la que desgraciadamente ahora es. Doy gracias a mi Dios, que con San Pablo me ha hecho dispuesto a dejar lo malo y a buscar lo bueno. Quisiera salvar el mundo entero, hasta con mi sangre, de su naturaleza impía y malvada, y ganarlo para Cristo. Quiero temer, amar y servir a mi Dios de todo corazón, andar rectamente ante Él y ser un cristiano irreprochable y piadoso. También espero, mediante la misericordia del Señor, que nadie en todo el mundo pueda acusarme con verdad de una vida avara u opulenta. No tengo dinero ni días de buena vida, ni tampoco los codicio. Aunque algunos de un corazón pervertido desgraciadamente dicen, que yo he comido más comida frita que ellos comida cocida, y he tomado más vino que ellos cerveza. Mi Señor y Maestro Cristo Jesús también fue llamado un bebedor de vino y disipado por los pervertidos. Espero, por la gracia del Señor, que mi Dios me halle inocente y libre de eso. Él que me ha comprado con la sangre de su amor y, aunque no soy digno, me ha llamado a este ministerio, me conoce y sabe que no busco ni dinero, ni bienes, ni lujuria, ni comodidad en la Tierra, sino solo la alabanza de mi Señor, mi salvación y la salvación de las almas de muchas personas. Por tal razón yo y mi pobre esposa débil y los niños pequeños tuvimos que sobrellevar durante un tiempo de dieciocho años una desmesurada zozobra, opresión, aflicción, miseria y persecución. En todas partes tuve que vivir en peligro de muerte, mucho miedo y en gran estrechez. Sí, cuando los predicadores descansan sobre camas y almohadas blandas, nosotros usualmente tenemos que escondernos furtivamente en rincones apartados. Cuando ellos hacen gala en sus bodas y bautismos infantiles con pífanos, tambores y laúdes, tenemos que guardarnos cuando los perros ladran, por si los apresadores están allí. Mientras que todos les saludan como doctores, caballeros y maestros, tenemos que escuchar que nos llaman anabaptistas, predicadoresII, seductores y herejes y que nos saludan en el nombre del diablo. En fin,

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Un Fundamento de Fe mientras que ellos son magníficamente recompensados con grandes prebendas y días buenos, nuestra paga y parte son el fuego, la espada y la muerte. Vea, mi fiel lector, en tal miedo, pobreza, desgracia y peligro de muerte yo, un hombre miserable, he llevado a cabo el servicio de mi Señor como siempre hasta este momento. Espero, por su gracia, también perseverar en ello para Su alabanza mientras more en este cuerpo. Lo que yo y mis colaboradores fieles hemos buscado o pudiéramos haber buscado en este ministerio tan duro y peligroso, es algo que todos los bien intencionados podrán deducir de la obra y del fruto del mismo. Así pues con esto quiero suplicar al fiel lector, una vez más por amor a Jesús, en toda humildad, a aceptar con amor esta confesión de mi iluminación, conversión y llamado, y reflexionar sobre ello. La necesidad me obligó a ello para que el lector temeroso de Dios esté informado sobre estos puntos, porque los predicadores hablan mal de mí en todas partes y me acusan sin una pizca de verdad de que una secta engañadora y revoltosa me hubiese escogido y llamado a este servicio. Que el que teme a Dios lo lea y juzgue. Menno Simons.

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Un informe sobre las persecuciones duras de Menno Simons junto con una descripción del lugar donde predicó el Evangelio por última vez y donde falleció y fue enterradoIII “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. Estas palabras, tantas veces comprobadas por la maldad despiadada del mundo, se confirman en particular en el ejemplo de nuestro autor Menno Simons. Puesto que después de que sus adversarios le habían perseguido de distintas maneras y buscado en todas partes, los mismos, para lograr su propósito con más seguridad, emitieron una orden donde decía que si alguien albergase o de alguna manera escondiese a Menno Simons o a cualquiera de sus seguidores, sería condenado a la muerte. Esta orden se puso en vigor en el año de Nuestro Señor 1539 al llevar a Tjaert Reyndertz1, un compatriota que vivía cerca de Harlingen (provincia de Frisia, Países Bajos), porque había escondido a Menno Simons de su gran peligro y apuro, algunos días después a Leeuwarden (en la misma provincia), donde se le impuso el suplicio de la rueda como un criminal impío, aunque hasta sus enemigos admitieron que él era un hombre piadoso. Además se expidió otro decreto en el año de Nuestro Señor 1543 por toda Frisia Occidental, según el cual se aseguró perdón de los delitos, la clemencia del emperador, la libertad del país y además cien florines de Carlos a criminales, y hasta a asesinos, por entregar a Menno Simons en manos del verdugo. Y para alcanzar su objetivo tanto antes, fijaron una descripción de su persona, vestimenta y estatura con mención de 1

2 Ti 3:12

Ver Märtyrer-Spiegel (Espejo de los mártires) 2ª parte, p. 38.

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Menno Simons su nombre en las puertas de los templos, de forma que Menno no podía encontrar ni una choza de paja donde él, su esposa y sus hijos pequeños pudiesen descansar por un tiempo. Él mismo cuenta que en el año 1546 en un pueblo cuyos habitantes todavía se jactaron de ser cristianos evangélicos, fueron confiscadas cuatro casas a la vez, porque el dueño de una de las mismas la había alquilado por un corto tiempo a la esposa de Menno y sus hijos pequeños, aunque los vecinos no se habían enterado de eso. Esta dura persecución obligó a Menno a ir a un lugar situado a seis y media o siete millas de Hamburgo, a tres millas de Lubeca y casi a una milla de distancia de Oldesloe. Que antes había sido un robledal, pero ahora es un campo abierto generalmente llamado brezal. Esta parte pertenece al noble y forma una parte de las fincas de von Vriesenburg. En aquel tiempo este noble era un hombre muy cruel y por esta razón fue universalmente temido y evitado. Pero como había pasado un tiempo considerable de su juventud en los Países Bajos y a menudo había sido testigo de la muerte de mártires, así que tenía compasión de ellos y también conocía sus doctrinas. Clandestinamente les dio libertad de vivir allí y activa y fielmente les ayudó a pesar de que por orden del rey le fuera mandado no darles ninguna vivienda a los mismos en sus fincas. Por este motivo les hizo saber a través de uno de sus criados que tendrían que partir antes de la puesta del Sol para evadir la pena. Pero más adelante envió a un criado confiable para explicarles la causa de este anuncio y comunicarles que los hombres debían esconderse por una o dos semanas. Durante este tiempo logró tranquilizarlos a través de uno de los cortesanos. Después de esto los refugiados acudieron aquí de todas partes, hasta que se formó una pequeña comunidad que vivía relativamente en paz. Por este refugio cada familia anualmente tenía que pagar un tálero quedando libres de otros tributos. Bien puede considerarse como una providencia especial de Dios que los refugiados recibieran protección y apoyo de un hombre muy cruel que era temido por todos los que vivían cerca. Por esta razón Menno también lo creyó prudente trasladarse a este lugar. Menno Simons falleció cerca de treinta años después de retirarse de la Iglesia Romana. Durante ese tiempo enseñó y predicó el evangelio depurado de la superstición e idolatría romana. Dio su última exhortación en su lecho de muerte cuando la mano de la muerte ya parecía estar sobre él mostrando su fervor inextinguible. Sin embargo, se mejoró parcialmente y por varios días estuvo mejor. Pero en el aniversario de su salida del papado su estado empeoró,

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Un Fundamento de Fe aunque estaba bien atendido. El siguiente día, viernes 13 de enero de 1561, expiró apaciblemente en Jesús, en el sexagesimosexto año de su vida. Fue enterrado en su propio jardín. Una costumbre que, según las comunicaciones de Hoolbeck, ya se practicaba entre los primeros cristianos durante su persecución por los paganos2.

2

Nota 1: Aunque T. J. van der Bracht en su “blutigen Schauplatz” (escenario sangriento) o “Märtyrer-Spiegel” (Espejo de los mártires) y otros escriben que Menno Simons falleció el 13 de enero del año 1559, estamos inclinados a creer que falleció en 1561 por las siguientes razones: La vieja biografía de Menno Simons menciona 1561 como el año de su muerte; ese dato nos parece correcto; el 23 de enero de 1559 también escribió un tratado (ver su respuesta a Zylis y Lemmekes en el presente libro) y envió el mismo a los maestros alemanes Zylis y Lemmekes. Si ya hubiera fallecido el 13 de enero de 1559, tendría que haber escrito el tratado diez días después de su muerte. Nota 2: El lector debería saber que, aunque algunos viejos biógrafos indican el año 1505 como el año de su nacimiento, nosotros queremos decir que fue 1496 porque el “Märtyrer Spiegel” (Espejo de los Mártires), “Der blutige Schauplatz” (El escenario sangriento), “Der Untergang der Tyrannei” (la caída de la tiranía) y “Jährliche Geschichten” (Historias anuales) mencionan en forma unánime que falleció a los sesenta y seis años de edad. De manera que si Menno falleció en 1561, tendría que en consecuencia haber nacido en 1496, o no falleció a los sesenta y seis, sino a los cincuenta y seis años de edad.

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Del tiempo de gracia En primer lugar, enseñamos lo que Jesucristo mismo enseñó. Él es el maestro del cielo, la boca y la Palabra del Dios altísimo y enseñó que ahora es el tiempo de gracia, el tiempo para levantarnos del sueño de nuestros pecados atroces, para obtener un corazón sincero, convertido, renovado, quebrantado y arrepentido. Es el tiempo para sinceramente lamentar ante Dios nuestra conducta pasada, perversa y petulante. Es el tiempo para crucificar y matar nuestra carne mala y pecaminosa, nuestro carácter y nuestra naturaleza en todo el temor de Dios, y para resucitar con Cristo en una vida y naturaleza nueva, justa y penitente. Así como lo dice Cristo: “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio”. “El tiempo se ha cumplido”, es decir, el tiempo prometido de gracia se acerca; el tiempo de la redención, el tiempo del sacrificio, mediante el cual ha de cumplirse todo lo que está en el Cielo y en la Tierra. Es el tiempo del cumplimiento de todas las negociaciones bíblicas literales en una nueva naturaleza espiritual y una verdad perdurable. El tiempo esperado y deseado con muchas lágrimas por los padres, es decir, por Jacob, Moisés, Isaías, David, Daniel, etc., como también por todos los patriarcas, padres y profetas que por fe vieron este tiempo desde lejos, lo esperaron y se dejaron consolar en ello. Sí, les fue una consolación tan grande y agradable que el buen Simeón ya no deseó vivir por más tiempo cuando había reconocido este tiempo y había visto al Redentor, sino dijo: “Ahora, Señor, despide a tu siervo en paz, conforme a tu Palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos”. “El tiempo se ha cumplido”, las profecías de los profetas y las promesas de los padres entran en plena vigencia. El juramento se prestó y realizó, Israel recibió a su rey David, su príncipe y soberano que se encaminó como héroe y gigante para preparar su camino. Él partió del Cielo; el

Jn 3:2 Ro 13:11

Ef 4: 22; Gl 5: 24 Mc 1:15

Gn 3:15; Col 1:19

Heb 11:23

Lc 2:29-31

Sal 2:7; Is 9:5; Jer 30:9

33


Menno Simons Miq 5; Hag 2; Is 24 Mt 4:17; Jn 7:14,15

Heb 2; 1 P 2; 1 Co 15 Is 2; Ef 2 Mc 1:15

2 Co 6:2-10

Ap. 10:6

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ungido ha venido, el que fue deseado por todos los pueblos, sus lomos ceñidos con la espada del Espíritu, valientemente listo para la batalla. Él predicó el Evangelio del Reino, la Palabra de su Padre, y enseñó y dejó a los suyos un ejemplo de amor puro y de una vida irreprochable. Él venció a los fuertes, destruyó la fuerza y el poder del diablo; Él cargó nuestros pecados, destruyó la muerte, reconcilió al Padre; Él ganó gracia, favor, misericordia, la vida eterna, el Reino y la paz para todos los hijos elegidos de Dios . Y Su Padre eterno y Todopoderoso le entronizó como rey Todopoderoso y majestuoso sobre el santo monte de Sion, como cabeza de la iglesia, como Él que sustenta y dispensa los bienes celestiales; sí, como soberano poderoso sobre todo en el Cielo y en la Tierra. Por eso Cristo dice: “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado”. Por compasión y lealtad, les exhorto con San Pablo que aprovechen este tiempo de gracia, y respeten la Palabra del Señor, que dice: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo”, dice Pablo, “para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos (entiéndase: que acontecen por nosotros), en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en Palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. Oh, queridos señores, amigos y hermanos, mi boca se abrió contra ustedes; mi corazón se extendió sobre ustedes. A causa de ustedes estoy muy angustiado porque son tan desatentos y ni se percatan de cuál pueblo están hablando estas escrituras claras; también porque desprecian tanto la Palabra del Señor y tan vergonzosamente dejan pasar el tiempo precioso y exquisito de gracia que nos fue dada por Dios para enmendarnos; y porque no se fijan en nada más que en vivir con todo el corazón según los apetitos inmundos e impíos de su carne y doblar sus rodillas ante los ídolos mudos. Oh, ya es hora para despertar. Consideren que en Apocalipsis el ángel juró por el Dios eterno y vivo que creó el Cielo y la Tierra que después de este tiempo no habría más tiempo. De la escritura no puede percibirse ni entenderse de otra forma que esta fiesta será la última del año; la última proclamación del


Un Fundamento de Fe Santo Evangelio; el último llamado a la boda del cordero que tiene que ser celebrada, predicada y santificada aún antes del gran y terrible día del Señor3. De eso podemos darnos cuenta de que está pasando el verano y que vendrá el invierno. Los que, junto con las vírgenes insensatas, ahora no preparan sus lámparas van a llegar tarde, llamar en vano a la puerta y quedarse afuera. Por tanto, no se consuelen unos a otros con una consolación inútil y una esperanza insegura, como lo hacen algunos que piensan que la Palabra debería ser enseñada y avivada sin la cruz. Me refiero a los que conocen la Palabra del Señor, pero no viven de acuerdo a ella. ¡Oh no!, es la Palabra de la cruz y, en mi opinión, así permanecerá hasta el final, porque tiene que ser acreditada con mucho sufrimiento y sellada con sangre. El cordero fue inmolado desde el principio del mundo. No solo sufrió en su cuerpo, sino que también tuvo que ocupar su Gloria que había dejado por un tiempo por nosotros por medio de la cruz y de la muerte. Si la cabeza misma tuvo que sufrir todas estas torturas, estos tormentos, estas desdichas y estos dolores, cómo quieren sus siervos, hijos y miembros del cuerpo, esperar paz y libertad mientras están en la carne aquí. Si llamaron al padre de familia Belcebú, cuánto más a los de su casa. Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, dice Pablo, padecerán persecución. Ustedes serán aborrecidos, dice Cristo, por todos los hombres por causa de mi nombre. Por lo tanto, arranquen de sus corazones los pensamientos dañinos de que pudieran esperar en otros tiempos, y no dejen engañarse por sus esperanzas equivocadas. Puesto que conocí a algunos que esperaban un tiempo libre, pero no vivieron para alcanzarlo. Sí, si los apóstoles y los padres hubieran aguardado esto, entonces no se hubiera predicado el Evangelio del Reino hasta ahora y la Palabra del Señor quedaría desconocida. ¡Oh, si ustedes fueran cristianos y un pueblo de Dios, como se jactan ser, podrían decir con San Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ! Porque entonces la carne, el diablo, el pecado, el infierno y la muerte, todos estarían vencidos y ya no existiría el deseo de permanecer por mucho tiempo en este mundo sanguinario, maligno y depravado. Y ustedes tampoco se presumirían de nada más que de la cruz de Cristo, y con Pablo desearían de todo corazón ser librados de esta choza y vivir con Cristo. Deseo de corazón que se despierten y que no esperen ni aguarden otro tiempo. No obstante, si el Padre compasivo quiere darnos algo de libertad y paz, entonces las recibiremos con gusto y en toda gratitud de su 3

Mt 25:11

Ap 13:8 Lc 24, Jn 11:25

Mt 10:25 2 Ti 3:12; Mt 10:22

Ro 8:35

Gl 6:14 Flp 1:23

Esta convocatoria o aviso parece ser la última.

35


Menno Simons

Is 49:8 Lc 19

Ro 13,12-14

2 Co 6:2

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mano misericordiosa; pero si Él no quiere, entonces Su gran nombre tiene que y debe ser a pesar de todo alabado eternamente. Todos hemos alcanzado el tiempo aceptable de gracia porque el día de salvación ha llegado. No seamos iguales al Jerusalén sanguinario, desobediente e ingrato que rechazó la paz divina, la gracia celestial y la visita misericordiosa con una mentalidad tan pervertida; sino que despertémonos con corazones sensatos escuchando la voz que llama y levantándonos del sueño profundo de nuestros pecados abominables y repugnantes en este tiempo aceptable, porque el Señor está cerca. “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. Todos pónganse en guardia y no duerman, válganse alertamente del tiempo que les fue concedido y dado por Dios por Su gracia para enmendarse. “Ecce nunc tempus acceptum, ecce nunc dies salutis” (He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación).


La novia, el Reino, la ciudad, el cuerpo, la iglesia, la gracia y paz del Señor Así dice el Novio, Cristo Jesús, a través de Salomón a su novia, la iglesia: “Levántate, oh, amiga mía, hermosa mía, y ven, porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh, amiga mía, hermosa mía y ven”. (ijos elegidos y fieles, que están llamados conmigo a la misma gracia, a la misma herencia y reino, y que llevan el nombre del Señor, escuchen la voz de su novio: Oh, novia de Dios, amiga del Señor, levántate y atavíate en honor a tu rey y novio. Aunque estás pura, purifícate aún más, aunque estás santa, santifícate aún más y aunque eres honrada, se aún más honrada147. Adórnate con el vestido blanco de seda de la justicia, ponte el collar de oro de toda piedad a tu cuello, ciñe tus lomos con el cinturón hermoso del amor fraterno, ponte el anillo de boda de la fe verdadera, cúbrete con el oro fino y hermoso de la Palabra divina, adórnate con las perlas de diversas virtudes, lávate con el agua clara de la gracia, y úngete con el aceite del Espíritu, lava tus pies en el río claro del Dios Todopoderoso para que todo tu cuerpo sea limpio y puro porque tu amigo odia todas las arrugas y manchas. Entonces se deleitará en tu hermosura, te alabará y dirá: “¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus pechos148, y el olor149 de tus ungüentos que todas las especias aromáticas! Como panal de miel destilan tus150 labios, oh novia; miel y leche hay debajo de tu lengua”.

Cnt 2:10-13

Cnt 4:10-11

147 Esta ornamentación, puriicación, santiicación y justiicación sucede por medio de la fe en el Espíritu, Ap 21. 148 Los pechos de la novia son los dos testamentos. 149 Aquí el olor de los ungüentos puede entenderse como los frutos de la justicia. 150 A través de los labios del predicador y de la miel y del panal de miel de la Palabra de Dios.

195


Menno Simons

Cnt 5:10-16 Sal 45:10-11

Ez 16:3-4

¡Alégrate, oh novia del Señor! Porque apuesto151 es tu esposo sobre todos los hijos de los hombres. “Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil. Su cabeza como oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo. Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche y colocados a la perfección. Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros. Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros. Su garganta, dulcísimo152, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, oh doncellas de Jerusalén”. Exclama y di: “Óyeme, hija, y mira, e inclina tu oído; olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; y deseará el Rey tu hermosura”. ¡Avanza, oh reina, oh tú, la bien preparada y más bella de todas las mujeres! Doblega tu cerviz con Ester bajo su cetro poderoso, escucha su Palabra y teme Su juicio, reconoce Su gran amor, porque Él se ha humillado mucho hacia ti153. “Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo y tu madre hetea. Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas”, y tú yacías ahogada en tu sangre, ve, tan despreciada era tu alma, según lamenta el profeta154. Pero él tuvo misericordia de ti155, te dijo que vivieras, te crio, cubrió tu vergüenza, te limpió de tu impureza, lavó tu sangre de encima de ti, te ungió con bálsamo, te vistió con ropa espiritual, te atavió con brazaletes, zarcillos y una hermosa diadema, te tomó como su novia y entró en un pacto eterno contigo; te alimentó con aceite, miel y flor de harina de trigo, te llevó a la alcoba de su amor, te besó con la boca de su paz. Ah, es como un novio encantador y amable y rey misericordioso, él que eligió a su pobre sirvienta impura, poco respetada, hasta inmoral para ser una mujer tan alta, y la llamó a ser una reina tan preciosa. No omitió ningún esfuerzo, trabajo ni gasto hasta que hizo de ella la más hermosa, más limpia, más digna y más noble entre todas las mujeres. Levántense y apresúrense, atavíense y adórnense, ensalcen y alaben al que les creó y llamó con la Palabra de la gracia a un honor tan alto.

151

La hermosura espiritual y amabilidad, amor, poder y verdad de Cristo, Cantares 5. La garganta dulce es el sonido dulce de su Palabra llena de gracia. 153 El gran amor y la humillación compasiva de Cristo hacia nosotros. 154 Aquí se denotan nuestro origen y justicia pecaminosos, y nuestra impotencia. 155 La gracia, el favor, la misericordia y el gran amor extravagante de Cristo hacia nosotros (Cnt 1). 152

196


Un Fundamento de Fe El invierno y la lluvia han pasado, se ven las flores, y se ha oído la tórtola en nuestra tierra”. No existe nada más que pueda perjudicarnos o impedirnos porque el infierno, pecado, diablo y muerte, además el mundo, la carne, el fuego y la espada, ya están vencidos por todos los hijos de Dios por medio de Cristo. Todo lo que saben es Cristo Jesús, lo que buscan es la doctrina pura y apostólica, y la vida piadosa e irreprochable que es de Dios. Alabanza sea al Altísimo que hace callar las mentiras porque la verdad suena en todas las calles. El anticristo fracasa y Cristo asciende a altos honores, “sí el invierno frío y sin fruto156 ha desaparecido, y la primavera divertida y fructífera ha llegado, las flores hermosas y encantadoras crecen en todas partes, la tórtola arrulla”. La Palabra curativa y santa, la Palabra del arrepentimiento, la Palabra de la gracia y de la paz eterna ha sido testificada con la boca, por escrito, con la vida y muerte, en muchas tierras. Encamínate, tu, la más hermosa, al vergel y a la viña157 de tu amigo, y mira, “la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor”. La fe enverdece, el amor florece, el sol suaviza, y la verdad, que por tantos años estaba sin fruto, es anunciada y testificada, y aunque tengas que aguantar el calor del Sol158 por un corto tiempo, sabes bien que el reino de gloria en gozo eterno te está prometido y preparado. Alégrate y vigila, negra eres, pero muy encantadora. Eres como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón. “Levántate, Aquilón, y ven, Austro; soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas”. No temas, pequeña congregación, porque es la voluntad del Padre darte el reino, no el reino efímero de Asiria, Media, Macedonia o Roma, sino el Reino de los santos, el reino del gran rey, el reino de David, el reino de la gracia y de la paz eterna que nunca jamás se desvanecerá, sino que quedará y permanecerá para siempre. Por lo tanto, escúchale y sé obediente, para que no se te expulse como la soberbia y desobediente Vasti, sino que como la piadosa y humilde Ester puedas vivir en gloria eterna ante el verdadero Asuero, Cristo, y puedas quedarte con él para siempre. Alza la vista, hija de Sion, y nota lo que se te prometió. Oh, Jerusalén, por más que ahora estés sentada como una desconsolada durante algún tiempo, y tengas que aguantar varias tormentas y granizos, no obstante estará ahí a su debido tiempo el que te ayuda, el que te produce justicia en la mañana y será tu abrigo ante viento y tempestades, porque él que

Cnt 2

Cnt 4:16

156 Aquí hay que entender el invierno como el tiempo de la Ley o el tiempo de la desgracia, y la primera como el tiempo del Evangelio y de la gracia. 157 El vergel y la viña es la congregación de los justos. 158 El calor del Sol hay que entender aquí como la tribulación, alicción, la cruz y la miseria con los que el pueblo de Dios es tentado.

197


Menno Simons Is 54:11-14

Ap 22:15

Lc 6:38

198

te amó ha dicho: “He aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré. Tus ventanas pondré de piedras preciosas, …Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; ...Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión”. Nota que tus muros están fortificados sobre doce cimientos, tus puertas son de perlas, la ciudad de oro puro, los ríos llenos de agua de vida salen del trono de Dios y del Cordero hasta en medio de sus calles, y el árbol de vida a uno y otro lado, y sus hojas sirven para la sanidad de las naciones. Dichoso y santo es aquél que tiene una parte en esta ciudad. Así pues, purifíquense, ustedes, los que buscan al Señor, circunciden el prepucio de sus corazones porque esta ciudad santa no puede ser habitada por ningún incircunciso, su calles de oro no pueden ser pisadas por ningún pie impuro, sus aguas claras no pueden ser bebidas por ningún impuro, el fruto de su vida no puede ser comido por ningún impío, “mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira”. Tengan todos el modo de pensar de Cristo Jesús, sean diligentes para mantener la unidad en el Espíritu mediante el lazo de la paz. Ustedes todos son un templo, una casa, un monte, un cuerpo, una ciudad e iglesia en Cristo Jesús. Pongan su luz en un candelero, construyan su ciudad en un monte alto. Vivan de manera irreprochable, en todo actúen en forma cristiana. Teman a Dios sobre todos sus caminos, alábenle en todas las obras que hacen porque grande es la gracia que apareció. Demuéstrense en todas las cosas como los que nacieron de Dios. Huyan de toda doctrina falsa. No paguen el mal con el mal, sino paguen el mal con el bien. Pidan sin cesar. Posean sus almas con paciencia. Juzguen todos sus pensamientos según los pensamientos de Cristo, sus palabras según las Palabras de Cristo, y su vida según la vida de Cristo, entonces jamás podrán ser engañados. Anden como es debido para la vocación a la cual han sido llamados. Dejen que todos los que odian al Señor y su Palabra tiranicen, blasfemen, regañen y se rabien. Ellos no los persiguen a ustedes, sino a Cristo Jesús quién les juzgará en su tiempo y, si no se convierten, echará en su regazo una misma medida de retribución. Peleen y luchen caballerosamente para que no se les quite la corona. Huyan al monte del amparo de Cristo Jesús. Cíñanse con las armas de la justicia, confiesen la Palabra de Dios con franqueza, no vacilen ni cedan, Dios es su líder. Sean fieles hasta la muerte, entonces heredarán la corona de la vida. El que vence, será vestido de vestidura blanca y su nombre no será borrado del libro de la vida. Aunque parezca que morimos en los ojos


Un Fundamento de Fe de los insensatos, y nuestra despedida sea contada un suplicio, nuestras almas, sin embargo, tienen una esperanza segura y están en paz. Palabra fiel es esta , dice Pablo, si somos muertos con él [Cristo], también viviremos con Él; si sufrimos, también reinaremos con Él; si le negáremos, Él también nos negará”. Por eso teman a su Dios de todo corazón; velen y oren, y con Jeremías encomienden sus cosas al que les escogió para ser su amada novia, los miembros de su cuerpo, al que les llamó al reino de su gracia y a la herencia de su gloria, y les compró con la sangre inmaculada de su eterno amor, Cristo Jesús. ¡La paz esté con ustedes! El Espíritu, el poder y la gracia de nuestro Señor Jesucristo estén con todos mis asistentes, compañeros creyentes, hermanos y hermanas hasta la vida eterna, Amén.

Ec 3

2 Ti 2:11-12

199


Índice temático Aarón 41, 61, 113, 145 Abdías 158 Abed-nego 150 Abel 41, 46, 51, 57, 153, 168 Abimelec 158 Abiram 41, 115 Abiú 65, 73, 76 Abraham 38, 39, 41, 42, 46, 56, 57, 62, 70, 72, 89, 141, 154 Acab 30, 169 Adán 11, 40, 50, 59, 60, 62, 69, 74, 82, 91, 93, 97, 144, 154, 189, 191, 193 Agag 65 Agustín 78, 103 anticristo 51, 65, 74, 85, 95, 98, 100, 105, 107, 109, 110, 114116, 134, 135, 139, 143, 149, 150, 153, 162, 175, 178, 183, 197 Antíoco 104, 169 apóstoles 20, 29, 30, 35, 38, 39, 53, 55, 56, 61, 64, 65, 67-69, 73, 7779, 92, 98, 104, 105, 110, 113, 114, 124, 127-130, 137, 142, 143, 148, 156, 158, 159, 162, 164, 165, 176, 181, 184, 188, 189, 191, 201 armas 34, 36, 40, 50, 124, 129, 132, 133, 163, 198 Asdod 132 Asiria 134, 197

Baal 104, 107, 131, 134, 157, 160, 180 Baales 107 Babel 19, 130, 133, 142, 149-151, 155, 157, 168 Babilonia 103, 109, 123, 134, 137, 139, 150, 155 Balaam 75, 116, 132 Baruc 103, 149 Bautismo 11, 14-17, 20, 53, 55-81, 83-85, 104, 105, 113, 122, 123, 131, 138, 143, 149, 154, 159, 162, 163, 175, 177, 178, 202 bautismo exterior 61 becerro de oro 61, 98, 104, 105, 112, 116, 145 Belial 139, 160, 178, 187, 201 Berequías 112 Caín 41, 57, 116, 132, 153, 168 Caldea 150 Cena del Señor 87, 88, 94, 96, 98, 101, 104, 107, 113, 154 Cena del anticristo 107, 149 Cena del mundo 87, 104 Cipriano 78, 85, 168 Ciro 150, 155 cordero 35, 46, 67, 72, 89-91, 106, 110, 122, 132, 171, 172, 198, 201 Coré 41, 115, 116, 132 costumbres anticristianas 56 cuerpo de Cristo 11, 92, 93, 95

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Menno Simons Datan 115 David 20, 30, 33, 38, 50, 52, 70, 157, 158, 165, 173, 188, 189, 193, 197 Éfeso 84 Egipto 31, 89, 104, 107, 112, 120, 131, 134, 139, 142, 152, 155 Eleazar 143 Elías 128, 148, 158, 159, 169, 180, 192 Eliseo 128 Erasmo de Róterdam 79 eruditos y predicadores 181 Esaú 57, 153 Espíritu Santo 10, 15, 30, 34, 40, 41, 45, 52, 55, 56, 60-62, 74, 75, 84, 90, 92, 95, 96-98, 112-114, 119, 123, 125, 133, 147, 150, 157, 165, 188, 189 Esteban 137, 188 Estéfanas 77 Ezequías 157, 158 Faraón 89, 105, 168 Federico Barbarroja 100 Gad 158 Herodes 110, 139, 140, 158, 169 idolatría 16, 17, 24, 37. 40, 65, 66, 71, 74, 82, 84, 87, 89, 94, 95, 100, 102-104, 107, 109, 111, 114, 123, 125, 131, 139, 142-145, 148-150, 157, 161, 168, 175, 176, 184, 190 Isaac 57, 89, 153, 154 Isaías 33, 106, 113, 120, 128, 130, 142, 148, 158, 188 Isis 104

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Ismael 57, 153 Israel 31, 33, 59, 60, 65, 70, 72, 89, 90, 98, 104, 105, 112, 115, 116, 128, 134, 141, 142, 146, 148, 150, 154, 155, 161, 170, 180, 185, 189, 191, 202 Jacob 31, 33, 57, 89, 153, 161, 168, 193 Jan van Leiden 165 Jeremías 42, 65, 106, 112, 113, 128, 142, 185, 188, 199, 202 Jericó 129 Jeroboam 30, 116, 142, 158 Jerusalén 11, 12, 19, 36, 47, 65, 78, 109, 129, 132, 150, 155, 168, 169, 185, 196, 197 Jezabel 131, 160, 169, 180 Joaquim 158 Joás 168, 180 Joiada 180 Josafat 157 José 106 Josías 30, 155, 157 Josué 129, 157 Juan 38, 39, 56, 58, 75, 84, 91, 96, 103, 122, 125, 128, 133, 139, 158, 159, 163, 177, 192, 193 leyes humanas 56 Lidia 78 Lot 70 Lucas 78 Luteranos 9, 117, 133, 153, 175 Lutero 10, 14, 15, 63, 66 Manasés 30, 65, 142, 158, 168, 173 Maosim 104


Un Fundamento de Fe Mar Rojo 145, 168 María 45, 90, 101, 133, 164 Martín Cellarius 79 Mateo 38, 139, 140 Matusalén 158 Melquisedec 100 mesa de Jezabel 180 Mesac 150 Mesías 83, 84 Micaías 180 Mical 157 Miqueas 130, 160, 170 Moisés 33, 41, 42, 46, 60, 70, 76, 89, 90, 99, 112, 113, 120, 128, 137, 138, 141, 142, 145, 150, 152, 155, 157, 180, 188, 189, 191, 192 Moloc 104, Münster 10-13, 15-19, 25, 133, 162, 165, 187, 191 Naamán 143, 146 Nadab 65, 73, 76 Natán 158 Noé 46, 60, 62, 70, 154 Nordlingen 78 novia de Cristo 110, 153, Nuevo Testamento 14, 55, 58, 67, 73, 87, 99, 111, 120, 138, 148, 165, 191 Orígenes 78 Pablo 18, 20, 30, 31, 34, 35, 37, 46, 57-60, 66, 70, 73, 76, 78, 82, 84, 88, 90-92, 94, 96, 98, 106, 113, 114, 120, 124, 125, 127-130, 132, 134, 139, 143, 144, 149-151, 154, 163, 177, 178, 188, 191, 192, 199

Papa Alejandro 100 Papa Higinio 66 Papa Innocentius 66 Papa Urbanus 96 Papa Víctor y Hildebrando, alias Gregorio 101 papistas 121, 122, 153 Pascua 89, 93 Pedro 16, 38, 52, 55, 59, 61, 62, 70, 113, 119, 122, 128, 135, 183, 188 Pentecostés 66, 82 Pilato, Poncio 158, 169, 170 profetas 9, 10, 20, 29, 30, 33, 39, 66, 83, 90, 92, 94, 99, 105, 110-111, 113, 115, 120, 124, 128, 130, 131, 134, 139, 141-143, 155, 157, 158, 160-164, 172, 176, 179-181, 184, 185, 187-194, 201, 203 Proteo 103 ramera babilónica 38, 87, 95, 104 Rebeca 154 renacimiento 59-61, 74, 75, 78, 98, 156 Revanus 78 Rimón, casa de 143, 146 romanos /romana 24, 41, 100, 104, 105, 125, 131, 133, 153, 175 Rufino Sadrac 150 Salomón 101, 128, 156, 165, 166, 176, 195, 197 Samuel 128, 158 Sanbalat 132 Santo Espíritu, ver Espíritu Santo Sara 75 Saúl 65, 76, 158,

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Sebastian Franck 79 sectas erradas 153 Seol 121 Sion 34, 180, 190, 197 Siria 143, 146 Sodoma 41, 142, 160, 176 Susana 135, 143 Tertuliano 78 Timoteo 127, 130, 149 Tito 130 Ulrico Zuinglio 79 Urías 158 Uzías 76 Venecia 100 violencia 30, 89, 99, 129, 153, 155, 157, 161, 162, 166-168, 171, 184, 185 Zacarías 112, 158, 168, 180 Zorobabel 155, 157 zwinglianos 117, 133, 153, 175

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