El nucleo duro de la letra
considero que es posible siempre y cuando cumpla con lo que he designado como “el canon tipográfico”. En mi opinión, tres artificios tiene la tipografía para reconocer que posee un “canon tipográfico” primero, el balance que está constituido por lo semejante de sus figuras básicas, por la equivalencia de masa y por la proporción de superficies. También intervienen las relaciones entre contorno, masa y espacio que establecen tres tipos de patrones. Un patrón extendido y difuso, otro equilibrado y definido y un tercero que designaremos como concentrado y reducido. El segundo artificio es el movimiento que contiene una familia mediante: su trazo continuo o discontinuo, sus acentos y énfasis, su alternancia de trazos y espacios, sus variaciones de lindes (ascendentes, descendentes y cuerpo medio) y la tensión de espacios y contornos. Por
último el ritmo que se percibe a través de la repetición o recurrencia de rasgos, de los efectos de contraste entre la masa y espacio, de la alternancia de tonos claros y oscuros y de la concordancia de cimas y hondonadas. Estos tres artificios: balance, movimiento y ritmo establecen las cualidades del canon tipográfico que establecen la armonía en el diseño de una fuente o familia tipográfica. En la armonía de la fuente tipográfica puede existir una tonalidad dominante, determinada por uno de los tres artificios, esta tonalidad dominante puede ser la vía para asignar una personalidad a la familia tipográfica. Hagamos un ensayo, la armonía de la familia tiene un tono predominante en el movimiento, por la notable tendencia vertical de la longitud de los trazos ascendentes que contrasta con la profundidad media de los descendentes, por esta característica se produce un notable contrapunto vertical. En conclusión la fuente tiene un marcado impulso vertical, una fuerza ascendente que le
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