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Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
En su carta, Jacobo, el medio hermano de Jesús, señala una bienaventuranza de la vida cristiana: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12). ¿Habrá alguien así? Eclesiastés 7:20 señala que “ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque”, de igual forma 1 Juan 1:8 dice “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”, pero también la Palabra declara que “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” (Santiago 1:13-14), de esta forma, aunque aún somos carnales y en el Camino tropezamos, estamos llamados a resistir la tentación que se genera en nosotros por el Enemigo, el Mundo o la Carne, siendo que las caídas deben señalar aquello en lo que estamos faltos y pedir en oración lo que necesitemos para la lucha que enfrentamos. Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir sin darnos por vencidos ante las luchas que por la tentación enfrentamos sabiendo que no son los tropiezos, las caídas las que definen nuestro éxito en ello sino la fidelidad que ante el llamamiento demostremos luchando con denuedo hasta el final, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.
Santiago 1:12