sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (Revelación 17:1-6). La madre de todas las abominaciones, de las fornicaciones, de las inmundicias que son tal que causan desolación es la mujer que cabalga la bestia, el poder religioso que durante las restauraciones del imperio romano ha tenido una relación de cooperación-confrontación con el poder secular, pero cuya influencia ha llegado a todos los confines de la tierra. Valga aquí una aclaración de términos. El poder religioso relacionado con el imperio romano, sobre todo con sus siete restauraciones, seis ya realizadas y una por consumarse, es lo que la Escritura denomina como Babilonia La Grande, que Daniel presenta como el cuerno pequeño y que el libro de Revelación presenta como la mujer que cabalga a la bestia; la abominación desoladora hace referencia más bien al conjunto de sus doctrinas, a sus filosofías, a sus creencias, y sus prácticas contrarias a la voluntad de Dios. Una diferencia sutil pero necesaria de considerar. Con esto en mente veamos las dos citas que referidas a la abominación de la desolación manejan indicativos temporales, la de Daniel 12:11-12 y la de Daniel 8:13-14 y se entenderá que ambas se refieren a período 53