Vida en evolucion pdf

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11.11. Los huesos y músculos del ala del pterosaurio. Los dígitos I, II y III se observan como una pequeña garra a mitad del ala. El dedo IV se ha extendido mediante cuatro falanges mucho más desarrolladas en diámetro y largo. Un hueso pequeño (el pteroides) permite la inserción de un tendón que soporta al propatagio, que es la parte del ala que se ubica delante, hacia el cuello. Algunos sostienen que el pteroides podría ser el primer dedo transformado. Cuando se observa el tórax de frente se ponen en evidencia los músculos usados para el vuelo. Los huesos involucrados (el húmero en el brazo es el que se mueve durante el aleteo) son accionados por los músculos que lo tiran hacia abajo (el pectoral mayor) y hacia arriba (el supracoracoideo y el deltoides). El esternón no se extendía hacia abajo como en las aves, sino que hacia delante (se lo llama cristospina).

estas técnicas cuando las condiciones lo requieren (Fig. 11.13). El tamaño de algunos pterosaurios genera una incógnita para los límites del vuelo. Si tomamos los datos extrapolados de Quetzalcoatlus northropi de Texas, habría sido un animal de once a quince metros

de envergadura, lo que supone un peso de 100 Kg (Fig. 11.12). Esto lo deja más allá de la escala de vuelo por aleteo y quizás sin resistencia en la piel para sostener el pliegue del ala. Pero un caso así de gigantismo y las dudas que deja sobre la capacidad de vuelo no debe extrañarnos. Un ave del Cenozoico (Argentavis magnifi257


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