El jardinero nocturno

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Estaba seguro de que era gay de nacimiento y que su orientación no cambiaría jamás. No podía soportar pensar cómo reaccionaría su padre si se enterase. No quería pensar en enfrentarse a sus amigos. Asa ya no podía vivir consigo mismo. Rezaba para que Dios le diera valor para apretar el gatillo cuando llegara el momento. Sabía de un lugar tranquilo para ello. Sabía dónde conseguir una pistola. La muerte sería un alivio. Los pasajes en los que contaba sus experiencias homosexuales le resultaron perturbadores. Asa había experimentado primero con el sexo por teléfono, y luego, a través de Internet y anuncios en periódicos locales alternativos, había quedado con varios hombres en distintos puntos cerca de su casa. Al final salía con uno, bastante mayor que él, al que sólo identificaba como RoboMan. Asa escribía que el hombre estaba enamorado de él. El propio Asa no hablaba de sus sentimientos, sino más bien del aspecto físico de su relación. Habían practicado sexo anal y oral. No había indicios de violación o coacción. Ramone tenía que suponer que había sido sexo consentido. Consentido pero no legal, dada la edad de Asa. Ramone abrió el cuaderno en la barra para leer los comentarios pertinentes que había anotado durante sus interrogatorios. RoboMan. Robocop, fue lo primero que le vino a la mente. ¿Podía ser Dunne el amante de Asa, el agente de policía que había visto en la escena del crimen? El mismo agente que Holiday había visto pasar por el jardín la noche que descubrió el cuerpo de Asa. Luego leyó un comentario que había escrito el día anterior. — «A la defensiva.» — dijo. La canción de Bettye Swan y su sección de vientos apagaron su voz. Alzó un dedo para llamar la atención del camarero y pidió otra cerveza. Pensaba quedarse en el Leo's y beber despacio. El siguiente paso era la pistola.


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