El jardinero nocturno

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— Si me das el nombre del agente, Cook y yo... — No sois policías. — Ese poli podría ser un testigo. Querrás hablar con él, ¿no? — Yo sí, pero tú no. — Cook y yo podríamos, no sé, ir a echar un vistazo. Como estás tan liado... — No tienes ni puta idea del día que tengo por delante. — Pues más a mi favor. — No. — Bueno, llámame. Holiday salió del coche y encendió otro cigarrillo, saliendo que Ramone acabaría llamando. Lo había visto la noche anterior. «Le daba pena el viejo, y en el fondo sabe que conmigo se pasó de rosca. No es un mal tipo, en realidad. Se pasa mucho, eso sí, pero tampoco es para tanto. No me mantendrá al margen de esto, aunque vaya contra las reglas.» Al cabo de un cuarto de hora sonó el móvil. — Lo he pensado — dijo Ramone. De hecho había recordado lo que buscaba. El arrogante patrullero rubio que estaba en la escena del crimen de Asa Johnson se encontraba apoyado contra el coche 461 cuando Ramone llegó. Y recordaba el nombre de su placa: G. Dunne. Pero eso no pensaba contárselo a Holiday. Doc y el viejo se movían por pura pasión y desesperación. La pasión siempre era positiva. Lo que le preocupaba era la desesperación. — ¿Y? — Sería una locura pasarte esa información — dijo Ramone —. Ni hablar. — No te necesito. Lo puedo averiguar por mi cuenta. — Pero, hazme un favor, no hagas nada sin hablar primero conmigo. — Vale. — Lo digo en serio, Doc. — Entendido. — Entre otras cosas, llevar tu propia investigación — insistió Ramone —. Hacerse pasar por agente de policía es un delito grave. — No te preocupes, Gus. No te voy a traicionar. — Qué gracioso. — Gracias por llamar. A continuación Holiday llamó a T. C. Cook, que descolgó al segundo timbrazo. «El viejo estaba esperando mi llamada», se dijo Holiday.

T. C. Cook estaba sentado en la cocina, tomando un café. Desde la oficina le llegaban los chirridos y las voces de los diálogos entre los patrulleros y la operadora que salían de la página de Internet en el ordenador. Era a menudo el único sonido en una casa por lo demás silenciosa. La mujer


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