Antes de que hiele

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-Pero ¿por qué Ystad? -Verás, yo tengo la idea de que vivir en una ciudad fronteriza es algo muy especial. Y Escania es una zona fronteriza. El resto de Suecia queda tras de ti. Lo siento, no sé explicarlo mejor. En cualquier caso, aquí estoy. Guardó silencio. Linda no sabía qué decir. De pronto, él se levantó del sofá. -Bueno, iré a buscar cerveza y unos bocadillos. Cuando volvió, traía dos vasos. Linda no comió nada. En cambio, le contó cómo se encontró por casualidad junto a Amy Lindberg en el lugar del incendio y le refrió su conversación. Él la escuchó atento, sin hacer preguntas, y sólo alzó la mano en una ocasión, pidiendo que se detuviera un instante, para cambiar de lugar una lámpara de pie cuya luz le molestaba. Una cortina se agitó de repente, y Linda comprendió que empezaba a soplar viento; el cielo estaba encapotado. Él siguió su mirada hacia la cortina. -Me temo que habrá tormenta. Me duele la sien. Lo heredé de mi madre: cuando le dolía la sien, significaba que se avecinaba una tormenta. ¿Sabes?, tengo un amigo que se llama Giuseppe Larsson y que es policía en Östersund. -Sí, ya lo has mencionado en alguna ocasión -lo interrumpió Linda. -Pues él asegura que, cada vez que se avecina una tormenta, siente un deseo irrefrenable de tomarse un arenque con un chupito. Aunque, si he de serte sincero, creo que no es verdad. -Sin embargo, lo que yo digo sí lo es. El asintió. -Perdona, no quería interrumpir. -No te preocupes. Es que temo perder la concentración y olvidar detalles. Linda prosiguió, remontándose a lo que tal vez fuese el principio de todo: el hecho de que Anna creyese haber visto a su padre en una calle de Malmö. En medio de toda aquella historia, planeaba la sombra de un noruego que tal vez se llamase Torgeir Langaas. -Alguien está matando animales -concluyó ella-. Alguien brutal y osado, si es que merece ese calificativo un desquiciado. Además, alguien mata a una persona, la descuartiza. Y Anna no aparece. -Comprendo que estés preocupada -convino él-. No sólo por el fantasma amenazador de alguien que tal vez sea el padre de Anna, sino también por la aparición de otra persona, además desconocida, que va por ahí diciendo Gud krevet. Es posible que no siempre lo diga de modo que podamos oírlo. Pero está dicho. Por otra parte, te has enterado de que tu amiga Anna es muy religiosa. Hay otras piezas en este rompecabezas... Aunque quizá no sea un verdadero rompecabezas, tal vez sólo lo parezca. Por ejemplo, la crueldad que revelan dos manos amputadas y colocadas en actitud orante, como si pidiesen perdón. Francamente, lo que acabas de contarme y lo que yo mismo he visto apuntan a una dimensión religiosa que tal vez hasta el momento no hayamos tenido en cuenta. Dicho esto, apuró la cerveza que quedaba en el vaso. Los truenos ya se oían a lo lejos. -Eso es por Bornholm -aseguró Linda-. Es allí donde suele tronar más. -Pero tenemos viento del este, lo que significa que la tormenta viene hacia aquí. -¿Qué opinas de lo que te he contado? -Que es cierto. Y que es algo que afectará profundamente a la investigación. -¿A cuál de ellas?

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