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TOKIO La Capital del Este.
Vibrante, moderna y llena de cultura, así es Tokio, la increíble capital de Japón. Esta metrópoli se identifica como el centro político, económico, cultural y tecnológico de la isla, por lo que es considerada la ciudad más importante del país y también una de las más relevantes del mundo. Tokio significa literalmente “Capital del Este”, pero su crecimiento y desarrollo urbano y social le permitió convertirse en la ciudad más poblada, en el centro tecnológico más avanzado y en el centro financiero más importante del mundo, por lo cual este nombre también se puede entender como la capital mundial del este. Su historia se remonta a 1603, cuando Tokugawa estableció el gobierno feudal; desde entonces goza de un próspero desarrollo, interrumpido únicamente por las guerras mundiales. Tokio tiene una mezcla de un mundo ultramoderno con el contraste tradicional; podemos ver enormes rascacielos iluminados con neones, hasta los clásicos templos de techos cuadrados y columnas altas, por lo que se convierte en un destino arrebatador y en definitiva en un imperdible en nuestra lista de viajes.

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Cuando visitamos una ciudad nueva, siempre es bueno comenzar por aquellas zonas que nos llamen más la atención, puesto que las energías y la emoción están al tope y nos permitirá disfrutan de una manera única ese lugar que soñamos. Por lo que, al llegar a Tokio, bien podemos realizar nuestra primera parada en el barrio de Shibuya, un distrito que marca tendencia por sus grandes centros comerciales y las innumerables tiendas de moda; además, tiene el Cruce de Shibuya, ese paso peatonal que se nos viene a la mente cuando pensamos en Japón. La intersección se compone de cinco pasos de peatones sincronizados, lo que significa que cada vez que se abren los semáforos, una marea humana invade el asfalto, convirtiéndose en el cruce más transitado del mundo. Uno de los mejores sitios para ver el espectáculo callejero es desde el gran ventanal del Starbucks que hay en el edificio principal del cruce. A solo unos pasos de ahí podemos visitar la Estatua de Hachiko, un monumento para conmemorar la fidelidad de un perrito.

Otro barrio que bien vale la pena por su ambiente cosmopolita es Shinjuku, sus calles son la viva imagen de la modernidad que tenemos en mente al pensar en Tokio. Los grandes rascacielos con sus imponentes fachadas, las luces neón de los anuncios y la gente “fashion” hacen que este distrito siempre tenga un ambiente lleno de vida, donde bien podemos detenernos a comer en un buen bar, o para dejarnos envolver por la innovación. Además, en este barrio está el Metropolitan Government Building, también llamado City Hall. Como tal, es la sede del Ayuntamiento de Tokio y es un edificio de 243 metros de altura. Dentro de este complejo encontramos dos grandes joyas ocultas: los observatorios a 202 metros de altura, uno en la torre sur y otro en la torre norte. Las vistas de 360º son magníficas a cualquier hora del día, y lo mejor de todo, son completamente gratuitos.

Dejando a un lado toda la modernidad y ese aire futurista que envuelve a Tokio, podemos adentrarnos a Asakusa, uno de los barrios con más historia de toda la ciudad. Los grandes carteles y edificios dejan paso a los templos y los trajes tradicionales. Aquí, la imponente fachada del Templo Sensoji es lo primero que captura por completo nuestra atención; este templo es el más antiguo e importante de la ciudad. El templo está formado por la sala principal, reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial, y por una pagoda de 55 metros de altura. Además, pasear por las calles de este distrito nos conferirá un momento de conexión con la cultura antigua y hay excelentes restaurantes para degustar los platillos tradicionales; al mismo tiempo que podemos conseguir unos recuerdos clásicos para llevar a casa.



Una de las particularidades de Tokio sin duda es Odaiba, la isla artificial situada en la bahía de la ciudad. Su construcción comenzó a finales del siglo XX, pero es en este siglo cuando está en su máximo apogeo gracias a sus varios centros comerciales, restaurantes y terrazas desde donde podemos ver la metrópoli en todo su esplendor. Otra de las curiosidades que podemos encontrar en la isla es la réplica de la Estatua de la Libertad y la Noria Ferris Wheel, de 115 metros de altura; a esta isla podemos acercarnos cuando la noche está cayendo, para capturar el momento exacto de la iluminación de la ciudad, y observar como todo resurge de la oscuridad para satisfacer a todos los turistas con una visión impresionante.
Conjuntamente con el Metropolitan Government Building, hay dos torres que nos permiten tener panorámicas únicas de la ciudad, como el caso de la Tokyo Skytree, una torre de radiodifusión de 634 metros de altura, donde encontramos un restaurante, cafeterías y dos increíbles miradores; el primero, ubicado a 350 metros de altura, con suelo de cristal; y el segundo a 450 metros, desde donde tenemos una panorámica de más de 70 kilómetros a la redonda. La torre cuenta con un color blanco con un delicado tono azulado que pretende armonizar con los alrededores en los que la belleza tradicional japonesa y los diseños modernos se fusionan. La otra es la Torre de Tokio, inaugurada en 1958 como símbolo de resurgimiento después de la Segunda Guerra Mundial. Inspirada en el diseño de la Torre Eiffel de París, la Tokyo Tower se caracteriza por sus colores rojo y blanco y por poseer una altura de 333 metros, lo que le confiere una posición dentro de las torres más altas del mundo. Al igual que la Skytree, la Torre de Tokio tiene dos miradores, uno ubicado a 145 metros y el segundo justo debajo de la antena de señal, a 250 metros de alto.

Saliendo un poco de los edificios y la modernidad, podemos acudir al Parque Ueno, el primer parque de la ciudad y unos de los principales focos de cultura. Una característica única de este parque son sus más de 1000 árboles de cerezos, que en primavera florecen y le dan esa vista de bosque encantado a todo el parque. Dentro de este territorio podemos encontrar varios museos, como el Museo Nacional, el Oriental y el de Ciencias. Además, podemos visitar el Santuario Toshogo, un recinto que se calcula se construyo en 1627 y conserva elementos emblemáticos de la antigua civilización; aunado a todo eso, también encontramos la estatua de Saigo Takamori, El Último Samurái, un personaje histórico que estuvo presente durante la modernización del Imperio Meiji y que sirvió de base para la película con el mismo nombre interpretada por Tom Cruise.

Aprovechando que estamos de ese lado del mundo, no debemos dejar pasar la oportunidad de hacer una excursión al Monte Fuji, el símbolo de Japón y uno de los paisajes más venerados por los japoneses. Este es un volcán inactivo desde 1708 y se eleva a más de 2 400 metros de altura, coronado con una bonita capa de nieve. La ladera del monte está llena de santuarios budista, arcos torii y otros elementos de la antigua civilización. También se sabe que los Samuráis realizaban sus entrenamientos a los pies de Fuji para canalizar la fuerza que les transmitía esta montaña sagrada. Hoy en día, los turistas aprovechan el viaje para observar la magnificencia y uno de los mejores lugares es el Lago Ashi, donde obtenemos una vista espectacular de esa imponente montaña.
Realizar un viaje hasta Tokio debe de ser algo que tenemos que considerar grandemente, puesto que la grandeza de su ciudad nos puede abrumar, pero al finalizar, la agradable sensación de haber visto de primera mano cómo una metrópoli futurista con un bastión de cultura se mezcla perfectamente, nos dará una perspectiva muy diferente de todo lo que conocemos y nos permitirá salir de lo conocido y experimentar algo completamente nuevo para todos nuestros sentidos. Así que sí, Tokio es una ciudad que lo tiene absolutamente todo.




