
1 minute read
MUJERES Y HOMBRES DE BIEN
Por María Elena Zenteno Tovar.

Advertisement

Las mujeres nunca han dejado de empoderarse. Desde antaño, su género se ha desempeñado cotidianamente con emotividad, fortaleza, empatía, perseverancia y paciencia, solo por mencionar algunos rasgos que han marcado su rol en la sociedad.
El rol de género tradicional de la mujer como de ama de casa, y el rol de género tradicional del hombre como ausente del cuidado de la casa, es ampliamente difundido y genera divisiones innecesarias. Cierto es que ambos géneros disponemos de características imprescindibles para relacionarnos y convivir en una sociedad cada vez más exigente en cuanto al tiempo y esfuerzo de sus habitantes.
Si nos feminizamos, empezamos a tener una visión periférica del entorno y el impacto que tienen los demás en la vida de uno. Esta capacidad perceptiva ayuda a conectarnos con las personas. Al establecer vínculos con los demás, empezamos a darnos cuenta de cuándo alguien quiere manipularnos o alejarnos de los nuestros, por ejemplo. Y es sumamente importante tener presente aquellos instantes en los que otras personas nos hacen dudar de nuestra propia intuición, ya que esta facultad es una cualidad valiosa, que, en mi opinión, no debemos descuidar, puesto que nos guía y, si sabemos combinarla con el discernimiento, nos puede ayudar a tomar decisiones certeras.
Por otra parte, cuando nos masculinizamos, creamos acción y perdemos de vista todo lo demás para alcanzar un objetivo. Por eso, a veces las mujeres decimos que los hombres son un poco “tontos” o “distraídos”, ya que no se enteran de nada. Pero ese enfoque es una buena característica para lograr metas de vida.
La visión femenina es la que te da la periferia y te ayuda a captar una perspectiva más compleja y completa del otro, es la que te ayuda a discernir entre varios escenarios. Mientras que, la visión masculina es de jerarquía y disciplina sin cuestionar. En vez de elegir uno de estos factores, ambos se pueden integrar en su debida proporción, es cuestión de atender las necesidades con dignidad. Necesidades humanas para no generar violencia, aquellas que permiten un florecimiento que nos permite sentirnos bendecidos.

En esta sociedad moderna no todo es trabajo, pero tampoco se trata de estar en ocio permanente. Debemos atender a nuestras necesidades no porque lo merezcamos, sino porque nos corresponde. Por ejemplo, a una planta le das agua no porque lo merece, sino porque por naturaleza es que lo necesita para crecer; pues lo mismo con las mujeres, los hombres, los niños y las niñas. Por naturaleza, nos concierne atender nuestras necesidades humanas para florecer para el bienestar y el bien ser.
María Elena Zenteno Coordinadora de Casa Paz
Facebook:
@Casapazcomunidad
Twitter: @casapaztuxtla
Telegram: casapazcomunidad
Correo: casa.paz.info@gmail.com