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CHÂTEAU DE VERSAILLES


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La grandeza del Rey Sol
Por Diana Urbina.
Majestuoso, imponente e histórico, así se puede describir a uno de los lugares más emblemáticos de Francia: El Palacio de Versalles. Este complejo monárquico desempeñó la función de residencia real desde 1682 hasta el estallido de la Revolución Francesa en 1789. Antes de ser el hogar de los reyes Luis XIV, XV y XVI, el castillo fue un pabellón de caza que se construyó por orden de Luis XIII, quien disfrutaba de sus escapadas de París y reconoció, en el territorio de Versalles, un gran campo para su esparcimiento. Poco tiempo después de la muerte de Luis XIII, el Rey Sol ordenó la demolición del pabellón de caza para iniciar con la construcción de lo que hoy en día es este ostentoso castillo.
Edificado con mármol, piedra, bronce, oro, diamantes, y las mejores maderas, el Palacio de Versalles empezó su construcción en el año de 1660, influenciado por el Renacimiento italiano y el estilo barroco, el cual se caracterizaba por las extravagancias en la arquitectura, la literatura y la música. Los arquitectos encargados de esta magnífica residencia, tomaron los elementos más relevantes de estos estilos y crearon algo completamente nuevo, donde la armonía reinaba en cada una de las más de 2, 300 estancias, estableciendo de esta forma una nueva tendencia arquitectónica conocida como clasismo francés. La disposición del palacio es muy geométrica por lo que da una ilusión de armonía perfecta.
Como bien sabemos, el Rey Sol representó el Cenit del absolutismo francés, sintetizado en la frase “el Estado soy yo”. Su reinado, de 72 años, consolidó a Francia como la primera potencia europea de su tiempo, y fue quien trasladó la corte de París a Versalles, un cambio que propició el control y la obediencia de la nobleza francesa. Por esa razón, todo en el palacio giraba en torno a él. Así, la primera planta de este complejo estaba reservada para los grandes aposentos del rey, ubicado en la cara norte del edificio, siendo el centro absoluto del palacio, conformado por más de quince habitaciones, entre las que destaca una impresionante librería y su propia sala de juegos; y en la cara sur, los grandes aposentos de la reina, con vista a los jardines. Por otro lado, el ala sur albergaba la galería de las batallas y la sala de congreso. La capilla del palacio y la ópera real, terminada después de la muerte de Luis XIV, se encuentran en el ala norte.


A lo largo de la historia de Versalles, ha habido cinco capillas, pero al día de hoy solo se conserva la Capilla Real, cuyo exterior se puede ver desde el patio de entrada, ya que interrumpe la simetría del palacio. La capilla se consagró en 1710, pero fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII que tuvo su mayor auge, puesto que comenzaron a organizar misas diarias, bodas reales, incluida la de Luis XVI y María Antonieta, y anuncios de nacimientos y bautizos de futuros príncipes y princesas. Y aunque a la fecha la capilla es un espacio desconsagrado, su esplendor y su majestuosa construcción sirven para celebrar conciertos de música clásica y otros eventos especiales. Tristemente, el espacio está cerrado al público todos los días, con excepción de las visitas VIP, quienes pueden recorrer la estancia en completa calma.
Otra de las grandes construcciones dentro del Château es la Ópera Real de Versalles, recientemente renovada a su esplendor original. Este espacio era digno de un rey, sus pilastras altas de madera, pintadas para simular ser de piedra y su decoración con relación a Apolo y los dioses de olimpo, le confirieron el título de la mejor ópera de Europa. Además, la ópera fue proyectada para servir no solo como teatro, sino también como un salón de bailes y banquetes. Mientras bailaban y reían, podían ver al techo y encontrar un lienzo de Apolo y las Musas de la inspiración, sin duda, se convirtió en algo inolvidable para todos los asistentes. La opulencia del palacio alcanza su punto máximo en el Salón de los Espejos, un salón de baile de 73 metros de largo con 357 espejos, que adornan 17 arcos en un lado y 17 ventanas porticas con vista a los jardines. Este lugar fue el centro de reunión de la nobleza, pues los espejos les permitían observar a todos los asistentes y, además, el dorado de las pilastras y la puerta se reflejaban en todos los espejos, lo que crea una sensación de estar junto al sol.



Los jardines, por su parte, son apreciados como uno de los más grandes y magníficos del mundo, puesto que son una verdadera obra de arte. Construidos por orden de Luis XIV en 1661 y diseñados por el famoso paisajista André Le Notrê, los jardines son considerados tan importantes como el palacio mismo y tardaron más de 40 años en completarse, debido al arduo trabajo que significo despejar los pantanos de la zona, rellenar con grandes cantidades de tierra y plantar una infinidad de árboles de todos los rincones de Francia. El jardín se caracteriza por los maravillosos paseos, el invernadero, las fuentes y el gran canal al centro de todo este esplendor. El simple hecho de pasear por las arboledas y dejarse envolver por el suave aroma de pino, es, sin duda, un momento tan especial como mágico.
Otra gran obra del palacio son su más de 380 esculturas de bronce, mármol y plomo que se encuentran entre los jardines. Las esculturas representan temas diversos como el amor, celebración, poder y gloria, todas encargadas por el Rey Sol y utilizadas como metáfora del poder, magnanimidad y fuerza del mismo. Un tema importante es el Dios Apolo, el dios del sol; su figura se puede apreciar en varias de las esculturas, como se ve en la fuente de Latón, que representa la infancia del Dios, y la escultura principal que se encuentra en el canal central del Jardín, que es la misma Fuente de Apolo, donde se le ve saliendo del mar en un carro de cuatro caballos, rodeado de tritones y delfines; una forma sorprendente de culminar con la historia del poder y gloria del gran rey de reyes.


A pesar de querer tener el control absoluto de todo, el Rey Sol necesitaba un espacio solo para él, donde los cortesanos y sirvientes no pudieran alcanzarlo, por ello, mandó a edificar el Gran Trianón, un edificio construido en 1687, labrado en mármol rosa con elegantes fachadas y un esplendor tan bello como el gran palacio. La finca del Trianón también alberga al Petit Trianon, una obra neoclásica construida por orden de Luis XV, como regalo para una de sus muchas amantes. Con el tiempo, el Pequeño Trianón sufrió de modificación, hasta que, en 1774, el rey Luis XVI se lo regalo a su joven esposa, María Antonieta, quien decidió transformarlo en su refugio de campo, por lo que mando a construir una pequeña Aldea de la Reina, con inspiración tradicional de Normandía, compuesta por pequeñas cabañas rurales, un molino de viento y una lechería.
La Revolución Francesa arrebató 700 hectáreas al dominio de Versalles. Sin embargo, no se abandonó. Cuando Napoleón I llegó al poder, ocupó el Gran Trianón como residencia personal, y Napoleón II convirtió finalmente el dominio de Versalles en un lugar de recepción y esparcimiento. Gracias a ello, ahora nosotros podemos recorrer las estancias y disfrutar del arte en cada uno de los salones, y porque no, comprar el famoso Té de la Reina María Antonieta para llevar como souvenir.


Hoy en día, el palacio de Versalles es uno de los sitios más admirados y visitados de toda Francia. Cada año, se estima que aproximadamente 8 millones de personas visitan este recinto para dejarse sorprender por la magnificencia del dominio. El saber qué gran parte de la historia francesa se escribió en este lugar, es, sin duda, un plus que le confiere un aire de misticismo y de fábula, pues bien, el reconocer que grandes personajes pasearon por los jardines o recorrieron los pasillos del palacio, nos puede producir una sensación de que nosotros mismos estamos viviendo la historia.


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Espacio I
• SALÓN | 50 a 240 personas.
• JARDÍN | 1200 a 2000 personas.
• TERRAZA JARDÍN | 150 a 300 personas.
• TERRAZA SALÓN | 70 personas.

ESPACIO Ii
• SALÓN | 150 a 800 personas.
• JARDÍN | 300 a 800personas.


En cualquiera de sus áreas se pueden llevar a cabo bodas, XV años, bautizos, cumpleaños, aniversarios, presentaciones empresariales, entre otras, considerando únicamente el número de invitados para cada celebración. Además, cuentan con un equipo de catering especializado que les ayuda a elaborar un menú que se adecue al motivo y, sobre todo, al presupuesto.

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¿Qué es el ego? En latín esta palabra significa “yo”. Y según los psicólogos y filósofos, este concepto se define como la conciencia del individuo encargada de mediar entre el Ello y el Superyó, es decir, una capacidad y necesidad para percibir la realidad del mundo exterior. Para la sociedad en general, el ego es entendido como arrogancia, presunción, soberbia, egoísmo, egocentrismo e incluso narcisismo; teniendo una percepción negativa de este concepto.
A pesar de la definición que le damos, se tiene que comprender que el ego forma parte del ser humano, y que no precisamente es un aspecto negativo y que podemos usarlo a nuestro favor y/o en beneficio nuestro. El yoga es precisamente una de las prácticas que nos permite o puede ayudarnos a trabajar el ego a través de la enseñanza de pensamientos positivos que nos permitan concentrarnos y no ceder a la presencia del ego de manera negativa.
El ego no es negativo, ni malo, el problema se basa en la identificación falsa de uno mismo; por ejemplo, cuando se inicia alguna práctica o disciplina nueva, a veces, se hace por las razones erróneas, como querer presumir ese nuevo logro y decirlo con orgullo, sin embargo, eso no es el beneficio que se debe buscar, por el contrario, se debe permitir adentrarse en la práctica con el propósito de beneficiar nuestra salud y experimentar todo lo que nos puede brindar como los estados de relajación, calma, alegría, energía, empatía, etc.
Cuando practicas yoga de manera continua, comienzas por escuchar y respetar a tu cuerpo, reconociendo y aceptando tus limitaciones con humildad y disposición para rectificar y adquirir conocimientos conscientes y objetivos, apoyándote de la capacidad para gestionar los impulsos y la flexibilidad para actuar frente a los hechos que se nos presente en el día a día.
Algunas asanas que nos ayudan a trabajar el ego son virabhadrasana I, II y III (posturas del guerrero 1, 2 y 3), las cuales nos enseñan el ciclo de la destrucción para la creación. Es una representación del ser y su lucha contra el ego y la ignorancia.
Virabhadrasana es por mencionar algunas que junto con el pranayama (control de la respiración) y la meditación, nos enseñan a mantener el equilibrio y la fuerza tanto interna como externa en todo tipo de situación, incluso si es incómoda. El yoga nos ayuda a trabajar y a transformar el pensamiento pasando de un ego negativo a uno positivo.



La calma, la paz, la alegría, el amor y la compasión son los resultados de la práctica, los cuales están disponibles para todos aquellos que deseen practicar con sinceridad y humildad.
-Mahatma Gandhi-
Alejandra Rocha Rosales
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Tel. 961 143 2567
